Acababa de morir Paul Newman y estaba de vacaciones por la comarca de La Vera, que transcurre de Este a Oeste desde Plasencia a la provincia de Ávila, entre la Sierra de Gredos y el río Tietar. A pocos kilómetros del Monasterio de Yuste, con históricas viculaciones germánicas por haber sido el lugar de retiro del emperador Carlos V, y en el municipio de Cuacos de Yuste, te encuentras de camino al Monasterio con un sorprendente cementerio militar en el que, entre olivos, están los restos de 182 soldados alemanes fallecidos en las dos guerras mundiales, la mayoría de ellos en la segunda. Todos ellos acabaron en las costas españolas debido a naufragios o porque sus aviones fueron derribados. Entre ellos están los 38 marinos muertos en el hundimiento del submarino U-77 frente a Calpe en 1944.
Un acuerdo de los Gobiernos español y alemán permitió que entre 1980 y 1983 se construyera este cementerio para reunir a todos esos cadáveres dispersos por España, con más celeridad y menos problemas que los que están encontrando los españoles que quieren recuperar a los desaparecidos de la represión franquista. Todos los soldados están identificados por cruces de granito idénticas, con su nombre, graduación y fechas de nacimiento y muerte, salvo varios soldados desconocidos.
Una de las tumbas era la del obergefreiter -cabo primero- Paul Neumann, muerto a los 22 años, a un año del fin de la Segunda Guerra Mundial. Había nacido tres años antes que su homónimo el actor estadounidense, cuyo abuelo, un judío alemán, adaptó al gusto anglosajón su apellido Neumann al emigrar a los EE.UU.
Un acuerdo de los Gobiernos español y alemán permitió que entre 1980 y 1983 se construyera este cementerio para reunir a todos esos cadáveres dispersos por España, con más celeridad y menos problemas que los que están encontrando los españoles que quieren recuperar a los desaparecidos de la represión franquista. Todos los soldados están identificados por cruces de granito idénticas, con su nombre, graduación y fechas de nacimiento y muerte, salvo varios soldados desconocidos.
Una de las tumbas era la del obergefreiter -cabo primero- Paul Neumann, muerto a los 22 años, a un año del fin de la Segunda Guerra Mundial. Había nacido tres años antes que su homónimo el actor estadounidense, cuyo abuelo, un judío alemán, adaptó al gusto anglosajón su apellido Neumann al emigrar a los EE.UU.
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