martes, 22 de enero de 2013

Intervenir o tirar la toalla

La eterna y cansina cantinela jipi-cripto-pacifista renace condenatoria no cuando unos fanáticos dinamitan los cimientos de nuestra forma de vida, sino  siempre  que una democracia occidental se siente obligada a responder con contundencia a uno de esos ataques.  Para los defensores de es retórica suicida, la pobreza  o los históricos abusos de las superpotencias y un empacho de mal entendido progresismo, justifican la pasividad y la rendición ante el avance del extremismo. El intento de conquista de  Mali y de África Central por los islamistas es el más claro ejemplo al que estamos asistiendo. Occidente sólo actúa cuando hay intereses económicos que defender, repiten como loros en Twitter y los blogs los contrarios a cualquier  intervención. Olvidan que en  España sufrimos las consecuencias del no intervencionismo con tres años de guerra y casi cuarenta de dictadura. La última moda, y penúltima mentira, es atribuir la presencia francesa y africana en Mali a ambiciones sobre el supuesto uranio de su subsuelo. Miren por donde, la aportación maliense a las reservas mundiales de uranio es del 0,01%, la mitad que   la insignificante aportación española. En la zona sólo Níger posee reservas apreciables del mineral radiactivo y su explotación es muy poco accesible para las posibles ambiciones de Al Qaeda.    El ensayo "Subdesarrollo y esperanza en  África      Subsahariana" del economista español   Carlos Sebastián  demuestra que ni la herencia colonial, ni la sequía, ni los métodos de los laboratorios y empresas europeas, ni el expolio de los recursos naturales, lo que mantiene a África dentro del pozo es su propia corrupción, un problema que no debe sonarnos extraño en España. En Mali es esa corrupción y el abandono de sucesivos gobiernos lo que ha levantado a los tuaregs y las gentes del Norte en busca de una identidad y les ha arrojado en brazos de los integristas que les someten y que esclavizan y violan a sus mujeres. A nosotros nos toca plantar cara, de verdad, no con  pactos y retórica, a los corruptos porque Mali y Al Qaeda están ahí al lado.