domingo, 27 de marzo de 2011

Alternativas amistosas



No sé si el presidente del Gobierno es aficionado al póquer, pero a tirarse faroles nadie le gana. Prometió el pleno empleo justo antes de precipitarnos al abismo y el tahúr pretende ahora que de su manga afloren cuatro millones de empleos sumergidos. Un veinticinco por ciento del PIB reconoce el Ejecutivo que está en la economía “B”. Obsesionado con el equilibrio presupuestario, el gobierno Zapatero ha jugado del lado de la crisis para engordar la economía sumergida, hoy lo único que separa de la mendicidad a muchas familias. Puede sonar razonable el establecimiento de un mayor control en los perceptores de prestaciones o subsidios, incluidas las prejubilaciones -¡glups!, tiembla algún socialista andaluz-, pero ante la falta de alternativas, a quien se agarra a una obrilla de tres días o una semana en "B" en la agricultura explíquenle cómo si no evita el desahucio o alimenta a sus hijos. En que necesitará treinta y siete años cotizados para jubilarse prefiere no pensar.

Pero ¿y las empresas? En las últimas semanas el presidente flota en su idilio con los mercados y se codea con los grandes, esos cuarenta patricios –tantos como colegas tenía Alí Babá- que como él han ignorado la economía productiva, aunque nos quieran más productivos, han jugado en el casino global de la especulación y cha
poteado a gusto entre tiburones como ellos. Piden a Zapatero más de lo mismo y más rápido, es decir, esas reformas ineludibles que sólo han traído más paro y desigualdad.

Seguramente alguien que usted conoce trabajó para Iberia, Unión Fenosa o La Caixa y ahora tiene problemas para pagar la hipoteca; jubilados de Telefónica a los cincuenta años; despedidos de FCC o de Endesa a los cincuenta y cinco tras veinte años de servicio... Con quienes les pusieron en la calle se reúne nuestro presidente para hablar de reformas y de economía sumergida. Agárrense. Para acabar con la economía “B” no les amenaza Zapatero con el refuerzo de la inspección. No, para ellos guante de seda: Habrá incentivos y facilidades para regularizar los empleos sumergidos. Alternativas amistosas las llama el exhuelguista Valeriano Gómez.

Según la Federación Na
cional de Trabajadores Autónomos
hay un millón de empresas fantasma, principalmente en la construcción y sectores afines, que no cotizan a la Seguridad Social ni pagan sus impuestos a Hacienda; hay cuatro millones de empleos sumergidos pero no llegan a doscientos cincuenta mil los expedientes abiertos. En la hostelería asegurar a un trabajador por media jornada haciéndole trabajar hasta doce horas no es excepción sino norma, además de un torpedo en plena línea de flotación de la Seguridad Social. Pero mientras el déficit no se resienta y Europa aplauda, nuestro presidente –y el que le sucederá- seguirá en su nube. ¡Qué ganas de votar le entran a uno!


jueves, 24 de marzo de 2011

Las lecciones de Libia

Pocos casos como el de la revuelta libia, la guerra civil y la intervención contra Gadafi sacan a la luz tanta porquería, tanta miseria, tantos intereses bastardos entrelazados. La política mundial y las relaciones internacionales son -¿Ya habéis olvidado Wikileaks?- un gran pozo negro, un cieno pestilente en el que casi nada y nadie - aquí no cabe el 'casi'- está limpio. Libia, el régimen de Gadafi, sus enemigos de anteayer, cómplices ayer y hoy de nuevo antagonistas, el saqueo y los negocios de las materias primas y las armas son sólo grumos en el detrito de tamaño cósmico que la raza humana deyecciona en su inexorable camino hacia la extinción. Dicho esto es cierto también que las ansias de libertad y la lucha por conseguirla son, como las creaciones artísticas y de la imaginación, las ilusiones a las que la especie se aferra para justificar su paso por el planeta, y sirvan o no -va a ser que no- para salvarnos de nuestro patético destino es a ellas a las que debemos aferrarnos si queremos levantarnos cuando mañana amanezca. El hecho de que al mal no se le pueda combatir con el bien porque éste último ni está ni se le vislumbra en el horizonte no quiere decir que renunciemos a darle -o ayudar a darle- al malvado patadas en la boca hasta saltarle los dientes. Me van a perdonar por no ser pacifista, por pensar que si pones la otra mejilla sólo consigues dos manos marcadas en la cara, por creer que, aunque sea acudiendo a otros miserables, si borramos a un miserable de la faz de la tierra algo habremos ganado.

Como todo es tan confuso, como hay tanto ruido y todos hablan y opinan tanto, me ha costado ponerme a escribir sobre lo que está ocurriendo en Libia salvo por algún tuiteo y para denunciar algunos silencios al principio de esta crisis. Como a los reaccionarios me los veo venir, me molestan más quienes desde la buena fe alimentan prejuicios, quienes prefieren que no se haga nada si quienes van a hacerlo están de mierda hasta los ojos -como si alguien no lo estuviera-. Esos provocan lo que alguien llamó -no recuerdo si se lo leí a Rosa Mª Artal- 'los daños colaterales de la demagogia' Creo que lo visto y oído permite extraer algunas lecciones; lo de sacar conclusiones es harina de otro costal.

Lecciones de periodismo

Desde que tunecinos primero y egipcios después decidieron tomar las riendas de su futuro, cuando intento no sólo enterarme sino además comprender lo que está sucediendo, sólo hay una fuente de la que no puedo prescindir y esa es Al Jazeera en inglés. La prevalencia de la información sobre el sesgo ideológico -que lo tiene, pues el medio inmaculado no existe, fue revelador su silencio respecto a las revelaciones de Wikileaks sobre dirigentes de Catar y otros países del Golfo- se equilibra de forma exquisita con el compromiso inequívoco de la cadena catarí con las revueltas democráticas en los países de su ámbito. Por algo los periodistas de Al Jazeera son los primeros en ser perseguidos por las dictaduras y sus emisiones cortadas antes que las de, pongamos por caso, la CNN. En el otro extremo, lo que desde luego no se me ocurre es informarme a través de Telesur, la cadena panamericana que promueve el teniente coronel Hugo Chávez, aquel que regaló a Muamar Gadafi la espada de Simón Bolívar en premio por su compromiso revolucionario. Ni Telesur ni Gramma Digital, las dos fuentes más repetidas en cuanto se tira del hilo de los tuiteros, blogueros y representantes políticos más hostiles frente a la intervención internacional en Libia, son un ejemplo de credibilidad en este momento histórico. Tampoco la neutralidad ha sido nunca una de sus aspiraciones prioritarias; en eso no
engañan ni pretenden engañar a nadie.

Conviene recordar, para vergüenza de estos medios, cuál fue su primera interpretación sobre lo que ocurría en Túnez, Egipto o Bahrein en los primeros días de las revueltas. Eran 'revoluciones de colores' auspiciadas por la CIA, que buscaban crear regímenes afines a Occidente, cuando era precisamente Occidente y los intereseses de sus empresas y gobiernos el mejor sostén de los dictadores contra quienes se levantan los pueblos árabes. En Occidente hubo miedo, no apoyo, a las revueltas: En España y casi toda Europa los medios conservadores estuvieron aireando el supuesto peligro islamista intentando enfriar las simpatías hacia las revoluciones. La posición de Al Jazeera no ha variado en todo este tiempo. Sus periodistas han seguido sobre el terreno los levantamientos y han prestado un gran servicio a los manifestantes y fuerzas democráticas. La identificación ha sido total en el caso de los rebeldes libios que buscan derrocar a Gadafi y ahí es donde el posicionamiento de Al Jazeera ha sido más arriesgado -junto a su reciente negativa a retransmitir discursos de determinados dirigentes de Hezbolá-. La cadena se la juega al no ponerse en contra de los ataques aliados a las fuerzas de Gadafi, ataques que los alzados en armas contra el régimen ven con alivio -les va la vida en ello- y no como una intolerable intromisión imperialista. A quienes ven en ello una claudicación hay que recordarles que Al Jazeera es tan crítica hoy como ayer tanto con la invasión ilegal de Irak como con la amparada por Naciones Unidas pero igualmente nefasta de Afganistán. No se le pueden dar muchas lecciones de coherencia y menos desde medios de comunicación ligados a regímenes como el de Chávez o de Raúl Castro que guardan no pocas similitudes con los que el pueblo árabe hace tambalearse. ¿Miedo al contagio?
Gaspar Llamazares

Lecciones de la calle

En las calles españolas ha reaparecido una pancarta, la del "No a la guerra"; desde el palco de invitados del Congreso se escucha de nuevo el mismo grito. Es, desde luego, una pálida sombra del clamor que llenó las calles hace ocho años, tras la foto de Las Azores. Es cierto que en esta ocasión Izquierda Unida es prácticamente la única fuerza organizada que se opone abiertamente a la intervención aliada en Libia y lo es también que hoy los españoles no se movilizan ni cuando les quitan sus sueldos, sus derechos y su futuro. Por tanto no es raro que sean pocos. Y aún así son demasiados si tenemos en cuenta que quienes en los propios países árabes se manifiestan en contra de los ataques son... Nadie.
No hay apenas artículos en la prensa árabe abiertamente críticos con la intervención, si acaso se recogen los reparos sobrevenidos de la Liga Árabe. Las calles de las ciudades árabes, que estallan en llamas por una simple caricatura sospechosa de sacrilegio, que se levantan contra las agresiones israelíes o por las revelaciones de Wikileaks sobre los abusos de las fuerzas estadounidenses en Bagdad o Kabul; esas mismas calles están ahora vacías salvo, claro está, que sean las calles donde se producen las revueltas ¿Cómo es posible que salgamos a protestar aquí por aquello contra lo que los propios afectados no protestan?¿Nuestro pacifismo nos vuelve más papistas que el Papa?
 
Cualquier ambivalencia acerca de ese régimen se fue, se fue, se fue. Es brutal, corrupto, engañoso, demencial. (Helena Sheeham, activista irlandesa de extrema izquierda invitada por Gadafi a la que la rebelión sorpendió en Trípoli)

Lecciones de la Historia

Ya se ha escrito mucho sobre las similitudes y diferencias entre el caso libio y otros acontecimientos históricos en los que se ha debatido sobre la conveniencia de la intervención extranjera en conflictos locales. La comparación con Irak es en el caso de la izquierda tan solo una torpe excusa, tan irresponsable como ignorante, para desempolvar consignas que hace años les -nos- dieron visibilidad en las calles. Hay una excepción, la de quienes comparan Libia no con el Irak de 2003 sino el de 1991 -la excusa era liberar un territorio de un tirano chiflado, hubo amplio apoyo
internacional y hasta se habló de llevar la democracia a Kuwait-; es cierto que ahora se podrían cometer los mismos errores, que no se puede prever en qué y cuando acabará la intervención, pero también lo es que entonces en 'nuestro bando' sólo estaban unos príncipes podridos de millones, no un pueblo exigiendo ser libre. En cuanto a la derecha la comparación con Irak 2003 es una forma de intentar justificar miserias del pasado proclamando que España también va a la guerra con el pacifista Zapatero. No merece más líneas.

Se ha hablado mucho de Ruanda, y del sitio de Sarajevo, como ejemplos de los efectos de que el mundo se quede de brazos cruzados ante una masacre programada. No podemos saber qué habría ocurrido de permitirle a Gadafi aplastar la rebelión; todavía está por ver que no lo haga. Pero cuando avanzaba hacia Bengasi su hijo advertía de que se iba a registrar la ciudad casa por casa, lo cual permite hacerse una idea bastante aproximada de lo que esperaba a los rebeldes.

Otro momento histórico cuya equiparación con Libia se ha debatido respecto a la oportunidad -o legitimidad- de la intervención extranjera en conflictos locales es la Guerra Civil Española y las consecuencias del no intervencionismo de las potencias democráticas europeas en la victoria final de la rebelión militar. A quienes se empeñan en negar las similitudes, las palabras de Gadafi vaticinando que su entrada en Bengasi sería como la de Franco en Madrid deberían bastarle para convencerles, aunque entre 1936 y 1939 el papel de rebeldes y leales fuera justo el contrario. Pero el parecido entre ambas situaciones no se queda ahí. Del mismo modo que ya hay una intervención extranjera del lado del régimen -miles de mercenarios subsaharianos, el inmenso arsenal vendido al ejército del coronel por las potencias que hoy le atacan...-, entonces Inglaterra , Francia y los Estados Unidos se cuidaban muy mucho de poner las manos sobre España -con la honrosa excepción de las Brigadas Internacionales- y el bando democrático sólo contó con el apoyo armamentístico que Stalin les vendió en condiciones muy ventajosas para la industria soviética, y mientras, la Legión Condor sobrevolaba impunemente la Península, barcos alemanes bombardeaban Alicante o Almería y el Corpo Truppe Volontarie de Musolini metió nada
menos que a 140.000 soldados italianos en nuestro país. Con mucha menos gente ya es invasión. Luego, tal vez una intervención extranjera del bando de los rebeldes libios sea simplemente una cuestión de equilibrar la balanza de la internacionalización del conflicto que ya se daba con anterioridad.

Tenemos otro ejemplo aún más evidente, pero menos comentado, en la Segunda Guerra Mundial. El no intervencionismo estadounidense -muy arraigado en la opinión pública norteamericana- estuvo a punto de dar la victoria a Hitler. Incluso después de que los japoneses hubieron atacado territorio de los EE.UU. en Pearl Harbor, el Departamento de Defensa tuvo que recurrir a una intensísima propaganda -la magnífica serie de documentales Por qué luchamos dirigida por Frank Capra es un ejemplo- para convencer a su país de que había que entrar en guerra contra el Eje. Antes, ya que hablamos de taparnos la nariz cuando nuestros aliados apestan, el miserable Stalin se había repartido Polonia con Hitler en su vergonzoso Pacto de no agresión, lo que no fue obstáculo para que, una vez que Alemania invadió la URSS, los aliados occidentales aceptaran a los soviéticos como amigos de conveniencia, conscientes de que el pueblo y el ejército rusos eran imprescindibles para derrotar a los nazis. Estoy seguro de que los rebeldes que han estado a punto de perder la guerra contra Gadafi tampoco tienen demasiados remilgos ni se preguntan ahora por el pasado de quienes les ayudan.



El no intervencionismo, por último, nunca ha sido una doctrina pacifista. La utopía pacifista -además de una quimera- es necesariamente universal y exige que una parte de la Humanidad acuda siempre en socorro de otra cuando ésta sufre opresión. Ya sé que en la práctica sólo se suele acudir a ayudar a los opresores o a sustituirlos por otros, pero como principio esa universalidad hace que lo menos pacifista del mundo sea el ahí te las apañes solo.

Lecciones de hipocresía

El meollo de la cuestión. Como alguien señalaba con acierto en Twitter, la llamada 'Operación Amanecer de la Odisea' -ni Bunbury hubiera igualado tamaña grandilocuencia- debía haberse llamado 'Operación Amiguito del Alma'. El algodón no engaña y la prueba está en miles de fotos, es tan reciente que dan arcadas sólo de pensarlo: Gadafi en El Pardo, Gadafi financia la campaña electoral de Sarkozy, Gadafi vende petróleo y gas, Gadafi compra armas, Gadafi y sus hijos invierten el dinero robado a los libios en la Costa del Sol, Gadafi ya no es un malvado terrorista sino un freno a Al Qaeda... Es todo tan repugnante y están tan manchados de mierda Sarkozy, Cameron, Blair, Zapatero, Berlusconi, Clinton y una interminable lista de empresarios... Pero todo eso que hace que miremos con total desconfianza y asco a los promotores de la intervención no sirve para descalificarla. No, queridos demagogos, no es por petróleo, porque el petróleo ya lo tenían con Gadafi y el futuro es impredecible -Se nos olvidan los aviones llenos de trabajadores de petroleras europeas en los primeros días de la rebelión saliendo de Libia, donde vivían tan ricamente. No, queridos demagogos; no se puede decir No a la guerra ahora, cuando la guerra empezó hace un mes y la empezó
Gadafi. Hay que ser casi tan hipócritas como los examiguitos de Gadafi para en una misma pancarta llevar los lemas "Con las revueltas de los pueblos árabes" y "No a las intervenciones". Porque corréis el riesgo de que se os pregunte "Y entonces qué harías tú" ante lo que la única respuesta no balbuceante que he leído ha sido "Yo no tengo la varita mágica para resolver la situación". Queridos amigos pacifistas, os parecéis mucho más de lo que pensáis a la llamada "comunidad internacional"; nunca estáis cuando se os necesita.

Sí, es cierto, hay cientos de resoluciones de la ONU sin cumplir -Israel tiene el record-, y guerras de todo tipo de las que nadie se acuerda. Da hasta risa pensar que los mismos EE.UU. que no reconocen al Tribunal Penal Internacional puedan entregar a Gadafi a ese mismo Tribunal. Si aquí interviene Occidente -tarde, muy tarde, que no se nos olvide- no es, evidentemente, por motivos humanitarios. Una guerra larga o una rebelión derrotada pero con rescoldos activos puede poner en peligro el flujo de petróleo y gas; están las necesidades de índole electoral, sobre todo para Sarkozy, y está el ejemplo de Egipto y Túnez, revoluciones que comenzaron sin Occidente y asustando a Occidente, pero que se encauzan hacia inofensivas transiciones a la española; una vez más el gatopardiano "Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi". Son intereses bastardos, como siempre y al servicio de los de siempre. Pero ¿Yqué pasa con los afectados? ¿Estarán los libios mejor o peor sin Gadafi? ¿Acaso no han salido ganando egipcios y tunecinos echando a Mubarak y
Ben Alí? Y sobre todo está la lección para el resto de los tiranos árabes: Mubarak y Ben Ali se equivocaron no aplastando a sangre y fuego las rebeliones, pensarán si Gadafi se sale con la suya. Desde el momento en que han comenzado los ataques sobre Libia, en Yemen los militares empiezan a rebelarse contra el dictador y a proteger a los manifestantes. En Siria, hasta ahora inmune a las revueltas, ya se dan los primeros movimientos contra la dinastía baazista.

No es la legitimidad de atacar al régimen de Gadafi lo que hay que discutir, sino la necesidad de ir más allá de la llamada exclusión aérea. Como no soy pacifista creo que Gadafi merece tener el mismo fin que aquellos tiranos a los que derroca el pueblo, el mismo que Ceaucescu o Musolini. Pero eso, como todo respecto a su futuro, son los libios quienes tiene que decidirlo, o deberían serlo. Si Gadafi gana la guerra nada podrán decidir, si la pierde mediante una intervención extranjera, no está claro que se les deje decidir, pero es seguro que peor no van a estar. Mejor, probablemente.

domingo, 20 de marzo de 2011

Othar

El tarpán -un equino hoy extinto- que montaba el caudillo de los Hunos Atila, aquél con fama de herbicida, se llamaba Othar. Andalucía vive bajo sus cascos. Tarpanes son nuestros gobernantes cuando del medio ambiente se trata. Por eso es una gran noticia la sentencia del Tribunal Constitucional que impone el sentido común sobre el disparatado blindaje nacionalista de los ríos. Andalucía no tendrá un Estatuto de regional, sino de primera”, responde Griñán. Qué altura intelectual la de un presidente que recurre a símiles futbolísticos. Y con Griñán, Chaves, Valderas, Arenas, mediocres políticos que con un fervor autonomista que miraba de reojo a Cataluña, pactaron un Estatuto que no votó ni el Tato, y que rompió la política nacional de aguas en favor de intereses territoriales y de partido y del engorde de la burocracia. Zapatero cedió porque cabalgaba la ola nacionalista, y permitió aquel dislate hidrográfico que rechazaban regantes, ecologistas, científicos, ingenieros y una buena ministra como Cristina Narbona, cuya coherencia le costó cara.


Con la vuelta del Guadalquivir a su cauce no basta. El Gobierno andaluz, bajo el que la única hierba que crece es la de los campos de golf, hace deseable que el Estado le retire todas las competencias en Medio Ambiente. En la última semana hemos visto dos muestras de que en Andalucía toda política ambiental se supedita a la depredación. Una cumbre consejeril anunció desde Sevilla la protección total de la vega de Granada. 26.000 hectáreas de parque agrario, lo que pedían los ecologistas y dos huevos duros. Sigan leyendo: Esa es la declaración de intenciones, sin plazos sin presupuestos, humo. De momento se quedan en el alicatado de 50 hectáreas entre Huetor y Granada, ese Parque del Milenio que ni agricultores ni vecinos ni ecologistas desean, la domesticación de un territorio que solo pide que se fomenten y rentabilicen los usos agrícolas, y blindarse contra el ladrillo y las autovías, como la que la propia Junta promueve desde Neptuno a las Gabias destruyendo entornos como la Huerta del Tamarit.

La segunda en la frente nos la llevamos en la Costa. Le ha caído encima un Plan Subregional, venga campos de golf y puertos deportivos,
modelo de todo lo que no hay que hacer: destruye el territorio, reincide en errores del pasado y ni siquiera da dinero hoy que el golf es un negocio ruinoso y durante bastantes años pocos van a invertir en veleros. Si ofrecen en el Siglo XXI el mismo desarrollismo de los tecnócratas del tardofranquismo es porque las entendederas de los miembros del Gobierno andaluz no dan para más. De la seriedad del ecologismo de la Junta de Andalucía -pura fachada- da idea el que impusieran al jurado del reciente Concurso de Tapas que votara la tapa más sostenible. Digo yo que será aquella que el camarero transporte sin riesgo de volcarla.

viernes, 11 de marzo de 2011

Volando vamos

Ya han soltado a la bestia. Ahora el mundo verá de qué estamos hechos los españoles. La llama de la revolución está viva, arderán los aeropuertos y tomaremos la Plaza de Tahrir, la de Oriente o el Mercadona más próximo, para reivindicar la más sagrada de nuestras conquistas sociales: El vuelo low-cost. La ira popular se sacudirá de encima la tiranía de quienes amenazan con chafarnos las vacaciones de Semana Santa. Desde Facebook, Twitter, columnas y tertulias -nunca apreciaremos suficientemente a los economistas de Onda Cero- los adalides del liberalismo movilizan al pueblo contra ese residuo de la Historia que es el derecho de huelga. El mensaje cala incluso entre quienes padecen aerofobia, solidarios con el pueblo en vacaciones. No toleraremos que nadie pretenda anteponer intereses de casta -eso de cobrar un buen sueldo o que tu empresa no se malvenda a cualquier mafioso ruso- al inviolable derecho a disfrutar de un daiquiri en la Riviera Maya o comerte el fuet de la tía-abuela en un apartado villorrio asturiano. Se van a enterar éstos de Aena y sus obsoletos sindicatos. ¡Viva Wisconsin!


Nos rebelamos contra unos privilegiados, lo que son quienes hoy se meten en el bolsillo más de mil euros al mes, o pretenden cotizar por sus siete u ocho horas de trabajo, insolidarios con la mayoría que no se queja de su contrato a media jornada y el resto en negro. Unos privilegiados, eso es lo que son todos los que pueden permitirse el lujo de ir a la huelga y que sólo les descuenten el día y ni les despidan ni nada.  Además esta gentuza se pone en huelga cuando más daño hace, en lugar de dejarlo para la temporada baja o los días de niebla, cuando no pueden volar los aviones. Afortunadamente ese mal llamado derecho ya sólo es patrimonio de funcionarios y empleados públicos.

  Su chantaje vacacional no es desconsiderado sólo con los ciudadanos que se van de puente, estos irresponsables también dañan al sector turístico, cuyo empresariado se verá obligado a bajar sueldos y recurrir a becarios e inmigrantes sin contrato. Dañan a un gobierno dispuesto a acabar con ese Estado inflado, contra ese cáncer que es lo público, para llevarnos al paraíso liberal donde no habrá huelgas ni convenios, donde primarán los criterios de eficiencia y beneficio, donde el probo empresario impondrá su razón sobre la grosería proletaria, donde los únicos privilegios vitalicios serán los heredados. Aena es uno de los obstáculos. Privatizándola
el sacrosanto mercado fijará las tasas aeroportuarias, y se podrán cerrar todos esos onerosos aeropuertos de provincias que no dan beneficios. Puede que entonces nuestro indignado pueblo tampoco vuele en jueves santo porque los billetes son caros o no hay aeropuerto cerca. Se quedará en casa chupándose procesiones, pero será libre al fin.

martes, 8 de marzo de 2011

El claro cadalso donde brotan las rosas

Maurice Pilorge
Pues en su noche vagan con fuerza sus perfumes.
El firmará Pilorge y su apoteosis
Será el claro cadalso donde broten las rosas
Bello efecto de muerte.
 
Jean Genet
No es por la poesía por lo que es más celebrada la obra de Jean Genet (1910-1986), pese al lirismo exacerbado que impregna toda su prosa -menos marcado en su producción teatral-, tanto sus excepcionales novelas como también los artículos, conferencias y cartas recopiladas en El enemigo declarado, editado por Gallimard en 1991 y traducido y publicado en español por Errata Naturae en noviembre pasado, coincidiendo con el centenario del escritor. Sin embargo Genet es autor de un largo poema fúnebre de 260 versos -o un breve poemario, si se considera como conjunto de poemas- deslumbrante en su devastadora e inmoral belleza. Le condamné à mort (aquí podéis leer el poema completo en español) es una pieza fundamental de la poesía francesa que entronca con la prosa carcelaria de Jean Genet y su exaltación de la belleza del malvado, sublimando la cosmología de ladrones, asesinos y guardianes enamorados de Santa María de las Flores (1944) y El milagro de la rosa (1946), y quedando muy cerca de Un Chant d'Amour (1954), la más que apreciable incursión de Genet en el cine y que no es sino un poema en imágenes. Le condamné à mort es actualidad por la impresionante adaptación musical que el cantante francés Etienne Daho ha grabado junto a la actriz Jeanne Moreau en un disco titulado como el poema.

Genet escribió Le condamné à mort entre 1939 y 1942, justo después de la ejecución de su amante, a quien está dedicado el poema. Se trataba del asesino de veinte años Marcel Pilorge, guillotinado el 17 de marzo de 1939 en la prisión de Saint-Brieuc. El escritor, al final de su poema incluye una estremecedora nota aclaratoria en a que habla de Pilorge, sus últimos días y lo que les unió:

He dedicado este poema a la memoria de mi amigo Maurice Pilorge, cuyo cuerpo y rostro radiante arroban mis noches sin sueño. En espíritu, vuelvo a vivir con él los cuarenta últimos días que pasó, las cadenas en los tobillos y, a veces, en las muñecas, en la celda de condenados a muerte de la prisión de Saint-Brieuc. Los diarios ofenden a sabiendas. Concibieron artículos imbéciles para ilustrar su muerte, que coincidió con la entrada en funciones del verdugo Desfourneaux. Comentando la actitud de Maurice ante la muerte, el diario L'Oeuvre dijo: "Este muchacho hubiera debido tener otro destino".
En pocas palabras, se le envilece. En cuanto a mí, que le conocí y amé, quiero aquí, lo más suavemente posible, con ternura, afirmar que fue digno, por el doble y único esplendor de su alma y su cuerpo, de tener la suerte de una muerte pareja. Cada mañana cuando pasaba de mi celda a la suya para llevarle cigarrillos, gracias a la complicidad de un carcelero, embrujado por su belleza, su juventud y su agonía de Apolo, ya levantado, canturreaba, saludándome así mientras sonreía: "Salud, Jeannot de la mañana".
Originario de Puy-de Dome, conservaba un leve acento de la Auvernia.
Los jueces, ofendidos por tanta gracia, estúpidos y a la vez prestigiosos en su papel de parcas, le condenaron a veinte años de trabajos forzados por robos de villas en la costa y, a continuación, porque había matado a su amante Escudero para robarle menos de mil francos, este mismo tribunal condenó a mi amigo Maurice Pilorge a que le cortaran el cuello. Fue ejecutado el 17 de marzo de 1939 en Saint-Brieuc.

En 1970 la cantante y compositora francesa Hélène Martin (1928), que se especializó en musicar a poetas, puso música a los versos de Le condamné à mort para un disco que el cantante Marc Ogeret (1933) publicaría al año siguiente. La propia Hélène Martin grabó el más conocido de sus temas, Sur mon cou (Sobre mi cuello), donde se contienen los versos más desgarradores:


Sur mon cou sans armure et sans haine, mon cou
Que ma main plus lègère et grave qu'une veuve
Effleure sous mon col, sans que ton cœur s'émeuve,
Laisse tes dents poser leur sourire de loup.

Ô viens mon beau soleil, ô viens ma nuit d'Espagne
Arrive dans mes yeux qui seront morts demain.
Arrive, ouvre ma porte, apporte-moi ta main
Mène-moi loin d'ici battre notre campagne.

Le ciel peut s'éveiller, les étoiles fleurir,
Ni les fleurs soupirer, et des près l'herbe noire
Accueillir la rosée où le matin va boire,
Le clocher peut sonner : moi seul je vais mourir.

Ô viens mon ciel de rose, ô ma corbeille blonde !
Visite dans sa nuit ton condamné à mort.
Arrache-toi la chair, tue, escalade, mords,
Mais viens ! Pose ta joue contre ma tête ronde.

Nous n'avions pas fini de nous parler d'amour.
Nous n'avions pas fini de fumer nos gitanes.
On peut se demander pourquoi les Cours condamnent
Un assassin si beau qu'il fait pâlir le jour.

Amour viens sur ma bouche ! Amour ouvre tes portes !
Traverse les couloirs, descends, marche léger,
Vole dans l'escalier plus souple qu'un berger,
Plus soutenu par l'air qu'un vol de feuilles mortes.

Ô traverse les murs, s'il le faut marche au bord
Des toits, des océans, couvre-toi de lumière,
Use de la menace, use de la prière,
Mais viens, ô ma frégate, une heure avant ma mort.

(Sobre mi pescuezo sin armadura y sin odio, mi pescuezo  
Que mi mano más ligera y grave que una viuda  
Acaricia bajo mi collar, sin que tu corazón se conmueva,  
Deja a tus dientes depositar su sonrisa de lobo.  

Oh ven mi bello sol, oh ven mi noche de España,  
Alcanza mis ojos que mañana habrán muerto.  
Alcanza, abre mi puerta, entrégame tu mano,  
Llévame lejos de aquí hasta alcanzar nuestro campo.  

Pueden despertar el cielo, florecer las estrellas,  
No las flores suspirar, ni de los prados la hierba negra  
Acoger el rocío donde la mañana va a beber,  
La campana puede sonar: sólo yo voy a morir.  

¡Oh ven mi cielo rosa, oh mi canasta rubia!  
Visita en esta noche a tu condenado a muerte. 
Arráncate la carne, mata, trepa, muerde, ¡Pero ven! 
Deposita tu mejilla junto a mi redonda cabeza.
 No hemos acabado aún de hablarnos de amor.
No hemos acabado aún de fumar nuestros Gitanes.  
Podemos preguntarnos por qué las Cortes condenan  
A un asesino tan bello que hace el día palidecer.

¡Amor ven a mi boca! ¡Amor abre tus puertas!  
Atraviesa los pasillos, baja, camina ligero,  
Vuela en las escaleras más ágil que un pastor,  
Más propicio al aire que un vuelo de hojas muertas.

Oh atraviesa los muros; si hace falta camina en el borde
De los techos, de los océanos; cúbrete de luz,
Usa la amenaza, usa la plegaria,
Pero ven, oh mi fragata, una hora antes de mi muerte.)



Etienne Dahó (1956) ya incluía Sur Mon Cou en su repertorio -aquí incluyo un vídeo con una actuación en directo de 1991- pero ha sido ahora, tras el centenario de Genet, que ha decidido grabar todo Le condamné à mort partiendo de la adaptación de Hélène Martin y con unos arreglos que se alejan de la chanson y se acercan al pop de un Benjamin Biolay. Pero la gran aportación de este disco son los recitados de Jeanne Moreau (1928) el gran mito viviente del cine francés -y europeo-, la mejor actriz del mundo, dijo de ella Orson Welles. Moreau no es ajena a la música, publicó varios apreciables discos y llegó a actuar junto a Frank Sinatra. En Le condamné à mort se limita a recitar los versos de Genet, pero su inconfundible ronquera vuelve devastadores unos versos que ya estremecían. Juntos Daho y Moreau te enfrentan al dolor, a la violencia y la sordidez, y a una historia de amor hecha toda de espinas que es puro Genet, aunque algo habrá que agradecerle al pobre Maurice.

Del tan temido cielo de los crímenes
del amor viene este espectro. Niño de las honduras
nacerán de sus cuerpos extraños esplendores
y perfumado semen de su verga adorable.