martes, 26 de enero de 2016

Sudar sangre (un acuerdo de oposición)




Resulta realmente penoso que en medios de comunicación, tertulias y charlas familiares la historia de la reciente constitución del Congreso de los Diputados la cuenten unas rastas y un bebé. Luego se escandalizarán si el respetable prefiere estar pendiente de los necios de Gran Hermano VIP, que a buen seguro se entretienen en cosas más interesantes que los opinadores de turno, y con éstos estalla el alboroto - y el alborozo- en Twitter y Facebook. La verdad es que sus mismísimas señorías colaboraron a propósito en el triste espectáculo no pensando en lo qué dirá la posteridad de su obra sino en lo que dirán las inmediatas tertulias televisivas y redes sociales sobre sus proclamas y gestos más histriónicos y sobre sus indumentarias. Por eso el aspecto de todos respondió a lo que se esperaba de ellos, a juego con la imagen pública proyectada  en el subconsciente colectivo a través de las cámaras de televisión: Cada cual con su uniforme. No busquen una corbata entre los de Podemos ni unas rastas entre los diputados electos por el Partido Popular. Hablando de cabelleras, la veterana -¿viejuna?- Celia Villalobos estuvo bastante cegata buscando piojos en cabezas rivales cuando entre sus propias filas tenía una enorme ladilla llamada Pedro Gómez de la Serna, claro que este ectoparásito iba tan elegante y formal... Días después leo a la derecha mediática -este concepto empieza a ser redundante- llevarse las manos a su repeinada cabeza porque Pablo Iglesias haya ironizado sobre el abrigo de pieles que  con orgullo patricio lucía una periodista del digital de Pedro J. Ramírez. ¡Basta de mariconadas, Pablo! Yo le habría rociado el abrigo con espray rojo. Los opinadores también se escandalizaron con que los socialistas prestaran votos a los independentistas catalanes para que tuvieran voz en el Senado. ¡Pero si éstos defienden un referendum de autodeterminación y el cierre de dicho estercolero! No puedo estar más de acuerdo con ambas cosas.

No sé si es más divertido o deprimente escuchar ahora a quienes antes de las elecciones reclamaban el fin del bipartidismo que, sintiendo vértigo e incertidumbre ante un panorama más abierto, piden la vuelta al anterior statu quo en forma de gran coalición; a favor de ésta maniobran los ancianos de la tribu socialista -González, Rubalcaba, Ibarra-, barones territoriales que deben sus sillones a Podemos -García Page, Fernández Vara, Puig- y algunos medios que nunca lo han disimulado -El País-. Incluso Europa advierte a la izquierda de que no juegue con el fuego de los grandes intereses económicos  de siempre si no quiere probar el mismo jarabe de palo que Tsipras.

Han calado en gran parte de la opinión pública los mensajes apocalípticos esparcidos desde ABC, El Mundo o TVE que vaticinan que si toca poder Podemos o un contubernio de izquierdas se desatará un Armagedón comunista y bolivariano de expropiaciones que ríase usted de la Lubianka. En cambio también hay voces que piden al Partido Socialista de Pedro Sánchez que no se deje atraer por cantos de sirena que hablan de responsabilidad queriendo decir sumisión; y las hay tanto fuera como dentro de sus filas; no todo está perdido.

-"Pedro, tú serás presidente y yo vicepresidente de Piedradura"
Pero Pablo, ¿qué hacemos con Betty y Wilma?"
-"Pues serán ministras"
Todo parece haber dado un vuelco desde que el pasado viernes Mariano Rajoy dio la espantada y renunció a presentarse a la investidura -por ahora, dijo-. Fue entonces cuando apareció Pablo Iglesias reclamando para sí la vicepresidencia y varios ministerios para los suyos -¿y dos huevos duros?-. De modo que se trataba de despachos y coches oficiales.

-"No me llega la camisa al cuerpo"
Se ha quitado del medio Rajoy -¿por ahora?- y de momento se ha puesto sordina a a la reclamación podemita de una jaula de grillos de grupos parlamentarios que acaparara más minutos ante los focos -el periodista Miguel Angel Aguilar se mostró en televisión partidario de dárselos "para que se ahorquen con su propia soga" dijo, y recordó que cuando tuvo mayoría absoluta el PSOE renunció a sus grupos catalán y vasco porque tener las voces dispersas era contraproducente-. Y ahora los partidos a la izquierda del PP -casi todos- andan enfrascados en lograr un acuerdo de gobierno que se me antoja inoperante con una mayoría de bloqueo en contra en el Senado. Y digo yo: ¿no sería más realista pactar un gran acuerdo de oposición que también incluya a Ciudadanos cuando los populares se desprendan de ese obstáculo que, también para ellos mismos, es Mariano Rajoy? Pienso en la idea de dejar gobernar a un PP con otra cara que no podrá engañar a nadie pero que deberá sudar sangre con el Parlamento en contra -como ahora Maduro en Venezuela-. Esa oposición deberá mantenerse unida para imponer la derogarción de la LOMCE, la reforma laboral y la Ley de Seguridad Ciudadana, sustituir la presidencia de RTVE y aprobar la Ley 25 de emergencia social presentada por Podemos, además de aprobar una reforma fiscal para incrementar los ingresos y se pueda cumplir con el equilibriopresupuestario que exige Europa sin más recortes. No dudo de que los partidos nuevos se pondrán de acuerdo en reformar la Ley Electoral y evitar que PSOE y PP vuelvan a repartirse los jueces del Constitucional y el Supremo. La reforma de la Constitución -que no se puede ni debe hacer de espaldas a los populares- deberá esperar un momento más propicio. poco tiempo porque este gobierno sólo duraría hasta que no pueda aprobar los presupuestos de 2017 y tenga que cinvocar nuevas elecciones; en un momento inmejorable porque previsiblemente será cuando un partido ya doblemente imputado deba sentarse en el banquillo, y eso en las urnas se paga caro. Hasta entonces, paciencia los unos y a sudar sangre los otros.