martes, 25 de noviembre de 2008

El oprichnik, Zapatero y sus amigos

El oro (negro) de Moscú

(Una fábula sobre economía y geoestrategia en seis partes)



1. El mundo en 2025


En su espléndida novela corta El día del oprichnik (Alfaguara) Vladimir Sorokin describe la Rusia de dentro de veinte años, en la que gobierna el Soberano, una especie de monarca con poderes absolutos. Tiene a su servicio a la oprichnina, una hermandad inspirada en la fundada por el zar Iván en el Siglo XVI, que ejerce de guardia personal y de matones que neutralizan a los enemigos del Soberano y su todopoderosa familia garantizando la estabilidad mediante el terror. Pero lo que aquí me interesa de la distopía imaginada por Sorokin es la situación de Rusia en el equilibrio geoestratégico internacional: El país se ha encerrado en sí mismo como ha hecho tantas veces en su historia, construyendo dos grandes muros al Oeste y al Sureste; es autárquico, ultranacionalista, ultrarreligioso y aislado, sigue teniendo problemas para abastecer de lo básico a su población pero es fuerte. De hecho sólo Rusia puede plantar cara a la única gran potencia económica: China. A los EE.UU. ni se les nombra, desaparecida para siempre su influencia, y de Europa sabemos que es un continente casi en ruinas, colapsado y controlado por sectas ciberpunk de jóvenes árabes. Un continente al que los mandatarios rusos gustan hacer sufrir cortando de vez en cuando el suministro del combustible ruso del que Europa es enteramente dependiente.

Lo realmente curioso es que este panorama internacional que Sorokin apenas deja entrever entre la trama central de su novela coincide casi exactamente con el que vaticina para esas mismas fechas el Consejo Nacional de Inteligencia de los EE.UU en su informe Global Trends 2005: Los primeros efectos catastróficos del cambio climático empobrecerán a Norteamérica, que vivirá escasez de alimentos y agua, y la privará de su influencia frente a China, Rusia y la India, Europa vivirá azotada por las redes de delincuencia organizada, desaparecerán los regímenes laicos en el mundo islámico y estaremos abocados a guerras por el control de las últimas reservas de petróleo y gas en las que los países pequeños podrían usar armamento nuclear. Tanto en la distopía literaria como en la descrita por los oráculos políticos de Washington aparecen tres elementos de preocupación engarzados: El control de la energía; mafias, sectas y delincuencia al servicio del Poder… y Rusia… ¿y de qué si no estamos hablando estos días en España con el intento de Lukoil de controlar Repsol?... Esto sólo era el prólogo.

2. La oprichinina de hoy

Lukoil y su presidente Vagit Alekperov son una clara anticipación de la siniestra casta de privilegiados que rodea al Soberano Vladimir Putin- en la distopía de Sorokin. Por un lado, pese a lo que intenta vendernos el presidente Rodríguez Zapatero, que tanto interés tiene en abrirle las puertas a Lukoil, no estamos ante una empresa privada –aunque formalmente lo sea-, puesto que al representar a un sector que para Moscú es tan estratégico como el armamento nuclear, se emplea como un arma de presión política frente a las otras potencias y a los países escindidos de la URSS. Los directivos de Lukoil no toman ninguna decisión sin el beneplácito del Kremlin y están encantados de ejercer de ariete de sus estrategias globales. El ascenso de Lukoil y de su presidente ha sido posible a la sombra de Putin.



Vagit Alekperov es uno de los hombres más poderosos de Rusia, su fortuna personal asciende a 9.900 millones de euros, y ocupa el puesto 56 de la lista Forbes. Junto al empresario Leonid Fedun controla el 25% del accionariado de Lukoil. En 1990 ya era secretario de Estado del Gas y Petróleo de la URSS, y lideró el proceso de privatización del negocio de producción de petróleo que culminó en 1993 con la creación de Lukoil y su designación como presidente. Alekperov tuvo el apoyo de un grupo de burócratas del Gobierno y aprovechó la caída de la URSS para convertir a Lukoil en la gran petrolera que es hoy con acceso a inmensas reservas sobre todo gracias a los yacimientos de Kogalym.

Lukoil
, segunda compañía petrolera del mundo, con una producción de 95 millones de toneladas, es el resultado de la fusión
en 1991 de tres empresas. La fusión fue llevada a cabo por Vagit Alekperov y el millonario Vadim Schmitd, que pronto se enfrentaron por el control del gigante. Schmidt murió en circunstancias misteriosas. Vadim Schmidt hijo acusó a Alekperov y los directivos de Lukoil de adueñarse de la fortuna de su padre, escondida en paraísos fiscales. No fue la única víctima. Alekperov dio todas las facilidades a Putin en la campaña para desacreditar y forzar el exilio de otro de los oligarcas de la era Yeltsin, Boris Berezovsky, que ya ha sobrevivido a dos intentos de atentado.

Lukoil controla varios medios de comunicación, por supuesto todos afines a Putin, pese a lo cual, uno de ellos, el diario Izvestia, acusó a los directivos de la compañía de estar detrás del crimen organizado. Los editores y la cúpula del periódico fueron destituidos fulminantemente.

Según la Interpol Zakhar Kalashov, uno de los principales jefes de la mafia rusa, detenido desde 2006, controla una parte significativa del capital de Lukoil. Este individuo, hoy encarcelado en España, negoció en nombre de Lukoil la implantación de una red de 150 gasolineras en España; las negociaciones fracasaron en 2004.

En su consejo de Administración abundan los antiguos agentes del KGBVladimir Putin lo fue- y de los actuales servicios secretos. Las sospechas de estar vinculados a la mafia rusa manchan a buena parte de ellos.

3. Entre amigos

Todo es oscuro y sucio en el intento de Lukoil por hacerse con el control de Repsol y en los silencios, complicidades y medias verdades del Gobierno Zapatero al respecto. De cara a la opinión pública todo el interés del Gobierno español es transmitir la idea de que estamos ante una cuestión de mercado, en la que no se puede o no se debe intervenir, y en que los puestos directivos de Repsol seguirán en manos de españoles, como si eso tuviera alguna trascendencia. Lukoil aparece justo después de que el Gobierno español vetara la entrada de Gazprom, el monopolio ruso de distribución de gas y petróleo, y eso no es ninguna casualidad.

Todo estaba planeado desde el Kremlin, Gazprom ejercía de liebre a sabiendas de que no tenía ninguna posibilidad por ser una empresa estatal societariamente y por controlar la distribución –lo que sí es considerado estratégico por la UE, no así la producción- de petróleo y gas. Pero huele a podrido desde mucho antes, desde que el Gobierno Zapatero –entonces con Miguel Sebastián como ariete- impulsó la entrada de Sacyr Vallehermoso en Repsol.



Estamos entre amigos de Zapatero, los actores forman parte de los lobbies económicos más cercanos a la Moncloa: Luis del Rivero, presidente de Sacyr y máximo accionista de Repsol; Antonio Brufau, presidente de la petrolera; Isidro Fainé, presidente de La Caixa, y segundo accionista de Repsol, y Emilio Botín, presidente del Santander y principal acreedor de Sacyr. Rodríguez Zapatero abre a Putin, al KGB, las mafias y la oligarquía rusa las puertas del sector energético, y de la economía española de paso, para hacerle un favor a sus amigos en apuros: Botín necesita garantías de cobro del préstamo que otorgó a Sacyr para adquirir el 20% de Repsol al doble de lo que cotiza ahora; a Del Rivero le urge tener liquidez inmediata desprendiéndose de sus acciones en la petrolera. La causa de lo que puede ser un escándalo descomunal o quedarse al final en nada es el pánico. La posibilidad de ver a la constructora instar concurso de acreedores arrastrando en su caída bancos, empresas y puestos de trabajo era una pesadilla para Zapatero, que además le debía un favorcillo a Sacyr por terminar el AVE a Barcelona antes de las elecciones. Aunque De Rivero se quejaba últimamente de que la ministra de Fomento Magdalena Álvarez recelaba de su cercanía a Sebastián y Zapatero y no le encargaba obras, lo cierto es que la deuda de Sacyr alcanza los 18.000 euros.

Sí parece claro que la operación no tiene un solo padrino; están los rusos, claro, pero no hay que descartar al Gobierno español, a La Caixa, al Santander, a todos los que tienen mucho que ganar –quienes no ganamos somos todos los demás-. De hecho alguien ganó muchísimo dinero el viernes pasado en la Bolsa. Sacyr llegó a subir un 25 por ciento de su valor durante más de media hora, sin que la Comisión Nacional del Mercado de Valores suspendiera su cotización, cosa que sí hizo con Repsol y con Criteria, el holding de La Caixa, también involucrados en la posible venta de acciones a los rusos.

Estamos además en una pelea de poder que divide al propio Gobierno Zapatero. A favor, el presidente, la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, y Bernardino León, secretario general de la Presidencia del Gobierno. En contra, el ministro de Industria Miguel Sebastián, que ha cambiado de bando y se dedica a filtrar informaciones a la prensa, y el vicepresidente económico Pedro Solbes, que prefiere guardar silencio. Y pásmense, quien también conspira a favor de la venta de acciones a Lukoil es el mismísimo Rey, que no debe querer quedarse sin mitrofanes que cazar en los bosques rusos. Juan Carlos I ha jugado un rol importante en la localización de Lukoil como clavo ardiendo al que Sacyr pudiera agarrarse para no hundirse. Sus gestiones las hizo a través de amiguetes accionistas en Conoco Phillips, petrolera estadounidense controlada por Lukoil,no al revés como vende Zapatero.



¿Cómo, si no es por echar una mano a los amigos, se explica una actitud tan diametralmente opuesta a la encarnizada batalla que libró Zapatero hasta evitar que la compañía alemana E.ON se hiciera con Endesa?. O que su Gobierno frenara hace dos años otro acuerdo Repsol-Lukoil consistente en un intercambio de acciones y la participación conjunta en reservas de petróleo, cuando mandó el recado a Brufau de que el Gobierno no vería con buenos ojos la operación y le propuso la entrada de Luis del Rivero, dueño de Sacyr, como nuevo socio.



4. Gratis total

Repsol se ha hecho una publicidad valiosísima y gratuita en los EE.UU. gracias a la moto del Dr. House, réplica de la del piloto Nicky Hayden. Gratis total. La fórmula magistral de Zapatero permitirá que los rusos se hagan con el control de la primera petrolera española sin invertir ni un solo rublo. La Caixa y el Grupo Santander están dispuestos a financiar que Alekperov compre una buena porción de las acciones de Criteria en Repsol (9%) y de las de Sacyr (20%). A cambio, el precio de venta doblará el de su cotiza
ción actual en el mercado y cubrirá las deudas de Del Rivero. Toda compra de acciones que supere el 30% de una compañía, o que modifique la mitad de su consejo de administración, debe realizarse obligatoriamente mediante una OPA. Pero esta maniobra de ingeniería financiera pone en bandeja la entrada de Lukoil en Repsol justo hasta el límite legal en que no la necesita.

5. El rincón de la Historia

La vicepresidenta Fernández de la Vega clamaba eufórica tras la Cumbre de Washington que España salía del rincón de la Historia –idéntico argumento al empleado por Aznar tras la foto de las Azores-. Lo que nadie sospechaba es que una de nuestras primeras aportaciones sería alentar el retorno de la Guerra Fría y además saltar al otro lado de un hipotético nuevo Telón de acero. Salvándoles
el culo a sus amigos, el Gobierno Zapatero deja en manos del Kremlin y de un grupo de personajes vinculados a la delincuencia, la persecución de la disidencia y la deriva autoritaria del Poder el control energético del Sur de Europa. ¿Busca Zapatero una relación especial con Rusia al margen de la Unión Europea? Suena inaudito pero España fue muy activa a la hora de evitar que Europa sancionara a Rusia por la invasión de Georgia y consiguió que la Unión no sacara adelante una comisión para investigar las violaciones de los derechos humanos durante ese conflicto.

Esta operación de Lukoil económicamente desastrosa -a corto plazo- para el comprador sólo tiene sentido si es una operación política y no económica. Entre quienes se oponen desde la derecha se esgrime un poco creíble patriotismo, o nacionalismo, capitalista: Endesa en manos de una compañía pública italiana, el suministro de gas natural controlado por una empresa estatal argelina y ahora Repsol entregada a la oligarquía rusa, alertan. A algunos habría que recordarles que José Mª Aznar, que tan calladito está en este asunto, aconsejó a Luis de Rivero que vendiera sus acciones a Gazprom y a la compañía libia National Oil Company, Pero no es una cuestión de orgullo nacional, sino de tomar posición respecto al nuevo imperialismo ruso: Con ese 30% del accionariado –y la casi segura cacería posterior del pequeño accionista- Lukoil controla el mercado energético español, puesto que además Repsol es accionista mayoritario de Gas Natural, pero con eso no se conforma; la ambición de Moscú es tener controlado el mercado energético del Sur de Europa, puesto que el del Europa central ya es dependiente, en parte gracias a que el ex canciller alemán Gerhard Schröder lo vendió barato, a cambio de un sueldo millonario en Gazprom. Es también importante para los rusos la presencia de Repsol en América Latina, que complementaría el acercamiento de Putin y Mevdevev a los gobiernos de Chávez, Kirchner y Morales. Rusia anda más que crecida, Putin recibió la victoria de Barack Obama con un nuevo despliegue de misiles, y resulta difícil soñar con un poder mayor que poder abrir y cerrar a su antojo el grifo del gas a Europa. La URSS nunca consiguió tanto.



6. Ni una sola lección aprendida


Las nacionalizaciones de bancos en los Estados Unidos, el mea culpa por la falta de control hacia la ambición de los ejecutivos y de los magos de las finanzas, el propósito de ir hacia una economía productiva y no especulativa… ¿Alguien se creyó que con la crisis del capitalismo íbamos hacia un cambio de sistemao al menos a una reflexión? No se ha aprendido ni una sola lección y paradójicamente ese a quien sus pelotas más cercanos instan a convertirse en líder de la Izquierda Europea está siendo el mandatario que entre los países desarrollados más se aferra a la ortodoxia del mercado y a las fórmulas neoliberales, y quien propone medidas menos ambiciosas y menos de izquierdas para salir de la crisis. Rodríguez Zapatero no interviene bancos, ayuda a los gigantes financieros sin exigirles garantías de que sacarán del agujero a empresas e hipotecados, no rebaja el IVA como hace Brown y ahora, ante una amenaza que él mismo ha ayudad
o a tomar forma se agarra al no intervencionismo, al dejar hacer libremente al mercado, aunque el mercado se vuelva tóxico.

Dice la vicepresidenta Fernández de la Vega que el Gobierno se conforma con que los directivos de Repsol sigan siendo españoles, lo que supone tanto como dar luz verde: “El Gobierno no es parte, salvo que se sugiera que debe intervenir en la actividad de las empresas privadas retrotrayéndonos a tiempos pasados”.

Y es al pasado adonde acuden los dirigentes socialistas que para contrarrestar las críticas del Partido Popular a la venta van acusando de hipócritas a los populares porque, dicen Pepe Blanco y otros dirigentes, "José María Aznar fue responsable de la privatización de Repsol en su momento y ahora viene pidiendo intervencionismo”. Falso. La privatización de Repsol la inició el Gobierno de Felipe González en 1989, con la Oferta Pública de Venta del 26% del accionariado. También con gobiernos socialistas se desgajaron los activos gasísticos para crear Gas Natural y se finiquitó el Instituto Nacional de Hidrocarburos. Lo único que hizo el primer Gobierno Aznar en 1997 fue culminar el proceso de privatización con una última OPV del 10% del accionariado, lo único que seguía en manos del Estado.



Tampoco han aprendido lección alguna los altos ejecutivos. Como siempre, el presidente de Repsol Antonio Brufau se cubre las espaldas en esta operación imponiendo una doble condición: protección de su posición en la empresa y blindaje millonario para salvaguardar el futuro. ¿Alguna diferencia con lo que ocurría antes del crack de las Bolsas? Y pocas esperanzas se pueden albergar en que la Unión Europea frene esta operación, salvo que algunos de sus mandatarios ejerzan presiones diplomáticas a título individual. La Comisión sigue aferrada a las viejas políticas y salvo poner las condiciones habituales a cualquier fusión, que se cumplen en este caso, ya ha advertido de que “no existen mecanismos que impidan la entrada de países terceros al mercado comunitario”, algo tendrá que ver el comisario Almunia, otro firme aliado de los rusos en este affaire. En el sector energético sólo existen clausulas de salvaguarda respecto a la distribución de energía, no aplicables a las petroleras.

Los pequeños accionistas no se quieren quedar atrás, también a ellos les da igual vender su madre a los rusos; quieren su parte del pastel. Se sienten los grandes excluidos y, piden que la entrada de Lukoil en Repsol se haga mediante una OPA para poder trincar también ellos. Están dispuestos a dar a los rusos control total a cambio de más pasta. Estos accionistas minoritarios están siendo el caballo de batalla de la derecha, que pide compasión hacia ellos. Pero ojo, que nadie se confunda, se trata de ricachones algo menos ricachones que los que están moviendo los hilos. No son esos pequeños ahorradores con unas pocas acciones que algunos pretenden. Entre ellos no está ninguno de los 10.863.957 asalariados que según la Agencia Tributaria ingresaron el año pasado -antes de pagar impuestos y por 14 pagas- menos de 1.141 euros al mes. Si se quiere ayudar a esa gente, si se quiere salvaguardar la independencia y la seguridad del sector energético, incluso el medio ambiente, -si nuestras petroleras no son ejemplo de nada, la conciencia ambiental de los rusos es para echarse a temblar-, si no queremos morir ateridos cualquier invierno mientras los oprichnik se divierten cerrándonos el grifo del gas para someter a nuestros gobiernos, la alternativa es todo un clásico, tan sencillo, tan social y tan de izquierdas como nacionalizar, empezando por comprar ese 30% de la discordia, ir de nuevo a la estatalización de Repsol y detrás de todo el sector energético, y darle a Putin con la puerta en las narices… y a Zapatero, pues que le den también.

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