lunes, 31 de marzo de 2014

¡Milagro, milagro!: No todo el cine religioso es igual

Rompiendo las olas
Me parece ver ya vuestras caras avinagradas cuando habéis leído el término cine religioso. Seguramente estáis pensando en la cinematografía santurrona y milagrera del nacional-catolicismo, en películas como Balarrasa -José Antonio Nieves Conde, 1951- y Marcelino, pan y vino -Ladislao Wajda, 1955-. Pero no es cierto, ni mucho menos, que todo el cine que aborda cuestiones de espiritualidad o de fe, e incluso ese concepto tan común en el cristianismo del milagro, tenga el mismo tono. De hecho aún en pleno franquismo Luis García Berlanga se atrevió con una visión irreverente y sarcástica de esta clase de hechos en Los jueves milagro -1957-. En la misma época en Italia Vittorio de Sica despojó de toda carga sobrenatural y supersticiosa Milagro en Milán -Miracolo a Milano, 1951-, una de las cumbres del neorrealismo y una historia de desharrapados que plantan cara con éxito a los poderosos.
Contemporánea a todas estas cintas es un título norteamericano que sí responde a ese concepto milagrero y proselitista de la religión en el cine: En una de las dos salas de cine de Lourdes -Francia- se proyecta los 365 días del año -al menos era así cuando yo estuve en los primeros noventa- la misma película, La canción de Bernadette -The Song of Bernadette. Henry King, 1953- un ejemplo del cine milagrero y acrítico que floreció en Occidente después de la Segunda Guerra Mundial. La película en ningún momento se plantea la menor duda sobre la autenticidad de los prodigios que muestra y cae con facilidad en la beatería, pero tiene a su favor su sencillez en blanco y negro contrapuesta a las superproducciones bíblicas de la época y la excelente interpretación que valió un Óscar a Jennifer Jones y en contra un metraje excesivo que la hace caer en el aburrimiento.

La Palabra (Ordet)
También en los cincuenta el milagro y la fe para hacerlo realidad centraron una de las obras maestras del cine mundial, La Palabra -Ordet. Carl Teodor Dreyer, 1955-, un prodigio de delicadeza, falta de prejuicios y sabiduría cinematográfica.

En tiempos recientes el milagro de las campanas tañendo en el cielo es la redención de la devota y enamorada Bess -Emily Watson- en un film de culto por merecimento, Rompiendo las olas -Breaking the waves. Lars Von Trier, 1996-. Pero el cristianismo no es la única religión en la que el cine halla inspiración; El señor Ibrahim y las flores del Corán -Monsieur Ibrahim et les fleurs du Coran. François Dupeiron, 2003- no es una película religiosa e incluso traspasa el tema de la amistad entre supuestos enemigos -un niño judío y el viejo comerciante musulmán interpretado por Omar Sharif- para convertirse en una bonita historia de amor. Por último citaré otro título reciente que sí tiene una clara vocación de cine religioso y en concreto de exaltación del budismo, me  refiero a la deliciosa Primavera, verano, otoño, invierno y primavera -Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo bom. Kim Ki-Duk, 2003-, película coreana que es un canto a la espiritualidad y la comunión con la naturaleza que propugna esa fe. Como véis, no todo el cine que habla de la religión es igual; a lo mejor os estáis perdiendo grandes cosas. 
Primavera, verano, otoño, invierno y primavera

viernes, 21 de marzo de 2014

Playlist nº 55: Hablando del prójimo

Tiempo para mojarrear. Que mejor tema para los músicos que hablar -y cantar-, bien o mal, de los demás. El prójimo es una perfecta diana donde dirigir sentidos tributos - como Dylan a un viejo bluesman, Bragg al cantante de los Four Tops y Bowie al primero- y también dardos envenenados -así se las gastaba John en su ajuste de cuentascon su exsocio Paul-. Otros se dedican a develar secretos más o menos inconfesables de los demás -así hizo Eef Barzelay con el gemelo muerto de Presley, los TV Personalities con el paradero del loco Barrett y Guille Milkyway con los misterios del líder de la ELO y miembro de los Travelling Willburies. Los hay también que camuflan sus ironías: Así David Watts se veía transmutado en cantautor gallego mientras Caruso dejaba marcados indeleblemente a quienes le escuchaban. La cosa es hablar.

1. Bob Dylan: Blind Willie McTell
2. The Animals: The story of Bo Didley
3. Cake: Frank Sinatra
4. Radio Futura: Divina (Los bailes de Marte) (a Alaska)
5. Billy Bragg: Levi Stubb's tears
6. John Lennon: How do you sleep?
7. Everything but the Girl: The night I heard Caruso sing
8. Clem Snide: (Elvis') Long lot twin
9. The Television Personalities: I know where Syd Barrett lives
10. The Beatles: The ballad of John and Yoko
11. Youssur N'Dour: Marley (feat. Mutabaruka)
12. Alabama 3: Hello... I'm Johnny Cash
13. Rosanne Cash: Black Cadillac
14. Estrella Morente: La Gazpacho/La Repompa/La tía Concha
15. La Buena Vida: Los planetas
16. Dick Justice: Henry Lee
17. David Bowie: Song for Bob Dylan
18. Uncle Tupelo: Song to Woody
19. Siniestro Total: Emilio Cao
20. La Casa Azul: El secreto de Jeff Lyne

martes, 18 de marzo de 2014

Cariño, he encogido a Mercurio

Curas y obispos alertan a menudo contra lo que llaman relativismo moral, para ellos una peste de nuestros tiempos que nos lleva derechos al infierno, para mi una bendición pues, si bien es cierto que existen valores morales comunes o al menos muy extendidos, en los que deben inspirarse las leyes, toda toma de postura moral es sustancialmente una decisión individual. Lo que no podía suponer es que conocimientos científicos que consideraba sólidos y preceptos aprendidos desde la escuela y la infancia podían tambalearse y derrumbarse con tanta facilidad; pero, en fin, ¿no dicen eso de que errare humanum est? Por ejemplo, cuando era niño en mi familia llamabamos mercurio a la mercromina, y estábamos convencidos -no sé por qué empleo el plural, igual era sólo cosa mía- de que el color del mineral del mismo nombre era el rojo -no amarillento como el Betadine, que llegó después-. Más tarde destripando viejos termómetros entendimos eso del metal líquido, antes de que nos contaran que es un mortífero veneno y los fabricaran digitales.

Sobre el planeta también llamado Mercurio la ciencia nos fue descubiendo nuevos datos y derribando mitos; así hoy sabemos que no es cierto que siempre muestre la misma cara al sol. Lo que no podíamos imaginar es que su ya diminuta superficie es aún menor de lo que pensábamos y que ademas su tamaño se va encogiendo. Igualmente, hemos de acostumbrarnos a que ni siquiera es el menor de los planetas conocidos, pues se están descubriendo exoplanetas -es decir, que forman parte de otros sistemas solares- aún más pequeños.

Estas nuevas sorpresas llegan cuando no nos hemos recuperado del disgusto de la degradación de Plutón, convertido ahora en planeta enano o plutoide. Sin embargo, crecimos con la convicción de que Plutón era el noveno planeta del Sistema Solar, del mismo modo que las islas Canarias estaban a la derecha del mapa de España y dentro de una caja. Ríanse del relativismo moral; seguro que es Wert quien está detrás de todo este relativismo científico y educativo. ¡Y sin un euro para investigar si es que nos engañan!

martes, 11 de marzo de 2014

Preferiría no hacerlo




Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,
gran señor, esta te escribo.
Miguel de Cervantes
(Dedicatoria de Los trabajos de Persiles y Sigismunda)  

Estas últimas palabras escritas por Cervantes justo antes de morir aparecen citadas por el barcelonés Enrique Vila-Matas en Bartleby y Compañía, ensayo disfrazado de novela disfrazada de diario donde el autor emprende la tarea imposible de recopilar a los que llama literatos del No, es decir, quienes, como el escribiente Bartleby ante un muro de ladrillo de Wall Street y tras un biombo, un buen día decidieron y dijeron que preferirían no hacerlo, es decir, que en su caso abandonaron la escritura durante largos años y en algunos casos el resto de sus vidas. Vila-Matas cita entre esta lista nombres evidentes como J. D. Salinger y Artur Rimbaud y otros no tan clamorosos silencios como los de Juan Rulfo, Nathaniel Hawthorne y el mismísimo Herman Melville, que además de Bartleby el escribiente y su popular Moby Dick y un prolongado silencio literario fue autor de otra obra maestra, la a ratos enigmática Billy Budd.

El aventurero Simplicissimus, novela satírica alemana del Siglo XVII, avanza ya en su subtítulo que trata de La vida del extraño aventurero llamado Melchior Sternfels von Fuchshaim: principalmente dónde y en qué manera vino a este mundo, lo que vio, aprendió, experimentó y soportó entonces; también por qué lo abandonó después por deseo propio; es decir que el buen Simplicissimus, tras haber vivido las vicisitudes y miserias de la Guerra de los Treinta años, decide poner fin a su vida, convertirse en un aventurero del No. Existen numerosos baterbly dentro y fuera de la literatura, y en general sus silencios no molestan a nadie; el problema son esos creadores empeñados en que su novela, su película o su composición musical sea bigger than life. El ego es lo que tiene.

viernes, 7 de marzo de 2014

Playlist nº 54: El surf; los pros y los contras

Ni el fútbol, ni el baloncesto ni el tenis, ni siquiera la Fórmula Uno; ningún deporte, por masivo que sea, ha llenado tantas partituras como uno minoritario nacido en las playas de Hawaii y practicado por mocetones musculosos y bronceados de buena familia y jaleados por despampanantes rubias mascadoras de chicle: el surf. Algo tan nimio como ponerse de pie sobre una tabla de madera parecida al hueso de un calamar y dejarse balancear por las olas dio lugar a bandas tan famosas como los Beach Boys y a todo un estilo de pop, la surf music, que popularizó la jerga de este deporte. Incluso en España en los años sesenta llegó a existir un conjunto llamado Les Surf -aunque alguno de ellos era filipino-; toda una fiebre y muy contagiosa. Pero no crean, el surf también tiene sus detractores: desde un Stephin Merritt que detesta a las bronceadas chicas de California a unos Jesus and Mary Chain que meten mano con intenciones homicidas a Jan and Dean. En fin, para todos los gustos y según venga la ola. Eso sí, ¡Charlie sigue sin hacer surf!

1. The Beach Boys: Surfin' USA
2. The Ventures: Walk don't run
3. The Magnetic Fields: California girls
4. The Rebels: Peter Gunn
5. The Jesus and Mary Chain: Kill Surf City
6. The Clash: Charlie don´t surf
7. Los Vegetales: Tiburón XIII
8. The Ramones: Surfin' bird
9. La Buena Vida: Verano
10. Rock-A-Teens: Woo-Hoo
11: Arcade Fire: Surf City eastern block
12. The Surfaris: Wipe out
13. Duane Eddy: Shazam
14. Brian Wilson and Van Dyke Parks: Summer in Monterey
15. Calle 13: Muerte en Hawaii


miércoles, 5 de marzo de 2014

Beltenebros en Crimea

En el islote de la Peña Pobre el invencible caballero Amadís de Gaula decide hacer penitencia, tras la cual se hace llamar Beltenebros para entrar en batalla, un episodio imitado por Don Quijote de la Mancha con su retiro a Sierra Morena, de camino a Puerto Lápice. 

Beltenebros dio título a una novela de intriga política escrita por Antonio Muñoz Molina y llevada a la pantalla por Pilar Miró en 1991.

La de Crimea fue la primera guerra fotografiada
Y de la literatura y el cine doy un salto a la Historia y de ahí al presente. En 1850 dio comienzo la Guerra de Crimea, que durante cuatro años enfrentó de un lado a Francia, Gran Bretaña, Prusia y el Imperio Otomano, y en el otro bando la Rusia de Nicolás I. El conflicto, la primera conflagración que contó con corresponsales de guerra y testimonios fotográficos, se desarrolló en la mentada península del Mar Negro donde posteriormente la nobleza rusa y la nomenklatura del PCUS instaló sus dachas de veraneo. Hoy Crimea forma parte de la república independiente de Ucrania, aunque la mayor parte de su población es de origen e idioma ruso. La defensa de este colectivo es la excusa a la que se ha acogido Vladimir Putin para que los ejércitos de Moscú emprendan una invasión encubierta de la península a raiz de las revueltas de Kiev y la huída del expresidente Viktor Yanukovich. Aquí no es fácil tomar partido, distinguir buenos y malos. No caben dudas del autoritarismo de Putin y de su defensa de los intereses de la empresa energética Gazprom, como tampoco las hay de la corrupción del antiguo gobierno ucraniano; pero en el otro lado el gobierno provisional ucraniano está infiltrado por elementos neonazis y de la extrema derecha, y la dos veces primera ministra y actual mujer fuerte, Yulia Timochenko, estuvo implicada en turbios manejos con el gas y el vecino ruso. No podemos prever cómo acabará el conflicto, ni tampoco aventurar una ucronía: ¿Y si la Unión Europea, en lugar de ofrecer a Ucrania un tratado de asociación, le hubiera abierto las puertas a la integración? Tal vez Putin no se habría atrevido a enfundarse la armadura negra de Beltenebros y acudir al rescate de un puñado de paisanos supuestamente amenazados.

lunes, 3 de marzo de 2014

Oblomovismo

Necesito tanto tiempo para no hacer nada, que no me queda tiempo para trabajar.
Pierre Reverdy

Illiá Ilich Oblómov es el personaje que da título a la novela más conocida del escritor ruso Ivan A. Goncharov, publicada en 1859. Oblómov es un joven noble que, desde la exitosa publicación de la obra, se convirtió en la personificación del hombre superfluo, y oblómovshchina u oblomovismo, término despectivo con el que lo llama su amigo Andrei Scholtz, describe su extrema indolencia. Oblómov apenas sale de su habitación donde, siempre en batín y tumbado en un viejo diván, evita los problemas y las responsabilidades procedentes del mundo exterior en un permanente ¿por qué hacer hoy lo que puede esperar a pasado mañana? Su incapacidad de decidirse bloquea cualquier acción y, como es permeable a todo cuanto le abruma y hace sufrir, sus cavilaciones le llevan a menudo al paraíso perdido de la infancia. Aunque sabemos que, aún adulto, es incapaz de vestirse y calzarse sólo sin la intervención de su criado, el antipático Zakhar, en el capítulo El sueño de Oblómov conocemos Oblómovka, la propiedad familiar donde se crió, y descubrimos que ese escapismo e inactividad son la marca de la familia, heredada de padres y abuelos; a todo Oblómov escandaliza y asusta cualquier perspectiva de cambio, y más si obliga a salir de la inactividad. Todo se lo deben hacer los demás.

Pero esta sátira de la nobleza rusa y del sistema de la servidumbre, es mucho más universal y actual de lo que en principio podríamos pensar; un lector inteligente no tarda en darse cuenta, aunque sienta cierta empatía hacia el personaje, como el propio autor fomenta. Ciento cincuenta años después en este rincón de Occidente la práctica de quienes nos gobiernan se asemeja bastante a la de Oblómov. La indolencia y la vagancia son señas de identidad del gobierno de Mariano Rajoy, que sólo sale de la inactividad cuando le azuzan desde fuera. Del mismo modo que a Oblómov su paisano Tarántiev  y el hermano de su casera, compinchados, le estafan y le hacen firmar documentos que no le dejan leer antes, este gobierno sólo se sacude la pereza bajo presión; la codicia de las empresas privadas de vigilancia les hace aprobar leyes de seguridad que bordean lo inconstitucional; las ambiciones de empresas de servicios están detrás de una reforma de la administración local privatizadora; de igual forma las indicaciones de la Unión Europea sirven de excusa a recortes económicos y de derechos.
Oblomovismo
El miedo a una sangría de votos por la derecha lleva a la contrarreforma de la Ley del Aborto y a los arrebatos ultracatólicos del ministro de Interior que se pretenden imponer a toda la sociedad. Ante cualquier cosa que considera amenazante el presidente enarbola la Constitución de 1978 como si fuera el sí nupcial de un matrimonio indisoluble e inmutable. No caen en la cuenta de que negar los cambios, bien por pereza o bien por temor al propio cambio, es puro oblomovismo.


A mi amigo José Luis Mendoza, Polín, que, aunque es lo opuesto a Oblómov, fue quien me descubrió la novela.