No os perdáis la última entrada en Mesa de mezclas, el blog de Nino Cruz, que liga la campaña lanzada en Internet contra la entrevista al ladrón Julián Muñoz y la feroz campaña de corte neoludista que plantea Telecinco contra el uso de sus contenidos en otros medios, básicamente porque lo que dicho uso consigue es dejar al desnudo la absoluta carencia de ética, la desvergüenza y la mierda reconcentrada que caracteriza la programación de la cadena de televisión del impresentable Paolo Vasile. Pero la campaña contra la entrevista, siendo loable, es light. Vayamos a por la mayor; acabemos con Telecinco.
Telecinco aplica sistemáticamente uno de los principios básicos del berlusconismo que la fundó: Por la basura y el embrutecimiento hacia el fascismo. Mientras en Europa hay escritores amenazados de muerte por denunciar los lazos entre el poder y la delincuencia organizada, esta cadena mete en nómina a delincuentes. 350.000€ a Julían Muñoz, 50.000€ a Luis Roldán. Y, por favor, que ningún presunto periodista alegue obediencia debida ni interés común. María Teresa Campos y Ana Rosa Quintana o quienquiera que entreviste al tunante de Marbella son cómplices del pago a delincuentes, son gallinas ponedoras de mierda como sus jefes, de una mierda que no interesa a la sociedad, no nos engañemos, en todo caso engorda el tumor del morbo que medios de comunicación como éste explotan para sus fines de enriquecimiento y control social y crean una masa esclava de ese morbo. Estros gestores de la basura privada que emplean su dinero en pagar a mafiosos tienen luego la desfachatez de criticar el empleo de dinero de los impuestos en las televisiones públicas.
Cuando programas que realizan crítica de contenidos televisivos, como Se lo que hicísteis, nos gusten más o menos, utilizan el infame material audiovisual que produce esa cadena, la contemplación de toda esa basura concentrada en pocos minutos por acumulación puede abrir los ojos del espectador, que ante la sobredosis siente arcadas e incluso puede atisbar los maquiavélicos fines que se buscan fomentando el consumo de esa clase de televisión. Eso Vasile no puede tolerarlo, y toda su alergia a Internet, a la libre difusión de contenidos y a la inteligencia estalla. Y siempre habrá un juez indocumentado dispuesto a poner puertas al campo en nombre de la sacrosanta propiedad intelectual -tremendo oximorón cuando se habla de Telecinco- y secundar la persecución de Telecinco a La Sexta, a Público -lo de la reclamación de derechos sobre el número 12 que también cita Nino no tiene desperdicio- o a Youtube persecución tras la que no hay otra cosa que el terror a no saber como asumir que la imposición de los contenidos audiovisuales a menú único está condenada a muerte y a la larga nada va a impedir consumir televisión a la carta y gratis.
Contra Telecinco no basta con no ver la entrevista; personalmente no tengo el más mínimo interés por saber lo que tiene que decir Muñoz y tampoco vi lo de Roldán. Hay que hacerle el vacío a toda la programación de esa cadena. Basura, falta de ética, cursilería, abusos, devaluación de la profesión periodística hay en todas las cadenas, las públicas y las privadas, pero Telecinco lleva al extremo las prácticas más repugnantes, son terrorismo audiovisual. Sacar treinta veces en un sólo día las imágenes de cámara de seguridad de la agresión al profesor Neira y convertir su emisión en orgulloso distintivo de la cadena lo dice todo de estos cerdos. Hay que darles la espalda, condenarles a muerte por inanición, retirarles la publicidad, no dar cuartel a sus periodistas, hacerles cambiar de trabajo por vergüenza, si es que les queda alguna.
Lo más deprimente es, no obstante, que las armas que ha empleado Telecinco contra quienes usaban sus imágenes son las que gentilmente les ha proporcionado el actual poder establecido. Los cambios en la Ley de Propiedad Intelectual que refleja Mesa de Mezclas y que limitan férreamente el derecho de cita fueron impuestos en 2006. Está claro que forman parte del pago a los servicios prestados que ZP ha venido haciendo a la cuadrilla de intelectuales del Régimen por su cariño y apoyo; van en el mismo paquete que el canon digital y que los privilegios concedidos a la SGAE y sus paramilitares.
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