sábado, 24 de noviembre de 2012

Una resurreccción a medias

       ¿Se imaginan  el papelón de Jesús?:  -Lázaro,  enderézate en la silla.  Que alguien empuje el carro de Lázaro.


Pasa el tiempo -va para siete  meses que miré a la cara a la Muerte-  y las limitaciones y la dependencia para hacer casi todo permanecen tercas, dejando en simple recuperación parcial -y alentadora, he de admitir-  lo que uno quisiera una resurrección en toda regla.

Todo sigue siendo muy  difícil y ha sido  mucho tiempo de silencio -el texto de la anterior entrada fue publicado en Granada Hoy el 11 de junio aunque recuperado para el blog  hace solo unos días- pero, aunque refractario y alérgico a los  manuales y métodos de autoayuda, también la mitad del camino es buen lugar para reconocer la ayuda sin la que jamás me habría atrevido a romper el caparazón:     
los profesionales,   esas visitas de  cuya emoción, en algún caso, sólo supe tras recuperar la consciencia, otras que prueban que la humanidad de sus protagonistas está muy por encima de las ideas, las diferencias, los trabajos y que cualquier muro, la familia y, sobre todo, esa deuda de amor, esfuerzo, sacrificio y protección con quienes ya saben, que no tendré vida suficiente para pagar. Entretanto, a la pregunta de si habrá resurrección total, responderé como aquel nefasto presidente, aunque no con acento tejano, sino de Minnesotta que es más dylaniano, estamos trabajando en ello.

          

Quema tu "Mac"



Ten, nine, eight, seven, six, five...!!! Inexorable avanzaba la cuenta atrás para la voladura controlada de la Apple Store de la Puerta del Sol. La mayor parte de los políticos presentes dio un paso atrás cuando la multitud inició una espontánea pisada de iPhones e iPads. Era una píldora demasiado amarga de tragar admitir que la compañía que se había constituido como el símbolo de la libertad y el think different era ahora enemigo público número uno de las libertades. Cuando sonó la explosión unos obreros se afanaron en recolocar el cartel de Tío Pepe que desde 1936 presidía la histórica plaza, contra viento y marea libre de los avatares de la especulación.
Sonó una explosión y se oyó a alguien pedir un micrófono: “tengo que decirles a todos los eshpañolesh que en ningún caso nuestro país va a ser rescatado desde el extranjero. En todo caso es la Banca española la que necesita cierto apoyo.-Entonces, señor Rajoy, ¿quiénes han estado inyectando dinero a la Banca española desde 2010, los Reyes Magos?-
La multitud se miró en busca de caras conocidas ausentes. No estaba el magistrado Carlos Dívar. En este momento -exclamó un expontáneo- el presidente del TS, junto a su “sobrino” corre enmaromado por las calles de Benavente.
Mientras, en Italia se llamaba a declarar a una Comisión de Investigación al Mayordomo del Papa Bedicto Equis Uve Palito, y se le interrogaba por la aparición hace unos treinta años del cadáver de una hija del antecesor del Santo Padre, Juan Pablo II, en la tumba de un conocido líder de la Mafia Calabresa.
Volviendo a España, en una conocida tertulia de izquierdas los participantes se maravillaban de la infinita paciencia del pueblo español que aún no había protagonizado un estallido social a pesar de la imparable ola de corrupción que iba saliendo a la luz. Se lamentaba algún tertuliano de lo mal que lo estaba pasando algún empleado de Bankia abochornado por la marea de indignación contra su director Rodrigo Rato. Aquel “pobrecito” era el mismo que había invitado a unas cañas a tu padre y le había ofrecido unas “ventajosas” participaciones preferentes, ocultándole que hasta el año 9999 no podría disponer de sus ahorros.
En la Puerta del Sol, Mariano Rajoy Brey invitaba a los suyos a una “discreta retirada”. Alguien entre la multitud gritó -cuando un gobierno actúa como éste, se le depone por la fuerza y santas pascuas-.
En Bruselas comparecía en rueda de prensa el ministro de Economía Luis de Guindos. Un rótulo electrónico situaba la Prima de Riesgo en 504 puntos: “Estoy convencido de que mi país no necesitará ninguna clase de rescate. Los españoles sabremos superar esta situación a base de austeridad, recortes y sacrifícios”.
A varios cientos de kilómetros, en la Puerta del Sol de Madrid, un grupo de marineros con uniforme del Juan Sebastián Elcano brindaba descorchando una botella de Tío Pepe.