jueves, 29 de marzo de 2012

Playlist nº 40 Canciones para una huelga


There is power in a factory, power in the land 
Power in the hands of a worker
 But it all amounts to nothing if together we don't stand 
There is power in a Union 

 The Union forever defending our rights
 Down with the blackleg, all workers unite
 With our brothers and our sisters from many far off lands
 There is power in a Union

(Billy Bragg)

Canciones sobre la huelga y la lucha. Canciones sobre el trabajo esclavo y los accidentes laborales. Sobre la explotación de los jóvenes y las mujeres. Sobre la  solidaridad y la unidad. Sobre  combatir por los derechos, sobre los sindicatos y una de sus más odiosas enemigas (Margaret Thatcher), sobre los esquiroles y sobre el sindicalismo futuro.


They offered me the office, offered me the shop


They said I'd better take anything they'd got
Do you wanna make tea at the BBC?

Do you wanna be, do you really wanna be a cop?



Career opportunities are the ones that never knock

Every job they offer you is to keep you out the dock

Career opportunity, the ones that never knock


(The Clash) 



From the playground to the wasteground
Hope ends at 17
Sweeping floors and filling shelves
Forced into government schemes
11 years spent to dig out ditches,
Forget your schoolday dreams
Guarantees and lie-filled speeches,
But nothings what it seems
Qualified and patronised and with everything to lose.


No choice or chance for the future
The rich enjoy less tax
Dress the girls in pretty pink
The shit goes to the blacks
A generation’s heart torn out
And covered up the facts
The only thing they’ll understand
Is a wall against their backs
The only hope now left for those - with everything to lose.

In desperation empty eyes,
Signed up and thrown away
There’s drugs replacing dignity,
The short sharp shock repaid
There’ll be no money if you dare to question
Working the tory way
The truth is up there carved in stone,
Where 21 dead now lay
A family’s loss for a few pounds saved
With everything to lose.


(The Style Council)



domingo, 25 de marzo de 2012

Huelgoescéptico



Me siento huelgoescéptico ante la convocatoria del próximo jueves 29. Tengo serias dudas de que la huelga general sirva para algo, y sin embargo el día 29 yo voy a la huelga. 
Derribar, o al menos domesticar, la reforma laboral es el objetivo de los sindicatos, un objetivo destinado al fracaso, pero aún así hay que intentarlo. Eran otros los tiempos en que las persianas echadas derribaban decretazos. No se hacía contra un gobierno para el que la lucha contra el déficit es una cruzada, con Europa y Goldman Sachs jaleando “¡Mariano, resiste, que tú puedes!”. Un presidente del Gobierno no se habría atrevido a alardear ante sus socios de que una reforma laboral extremadamente agresiva -"Ya verás, te va a gustar!"- le costaría una huelga general. Se diría que es el propio Rajoy el convocante de la huelga, y sin embargo iré a la huelga.

Dudo de que se note cuando cinco millones y medio de potenciales huelguistas no pueden secundarla ni tampoco pueden no secundarla. Por no hablar de los trabajadores en activo que, por culpa de la reforma laboral, se verán coaccionados y amenazados con el despido barato por ejercer un derecho que, en la agenda de la contrarrevolución en marcha, toca ahora cuestionar.
Temo a la desidia de una población que piensa que nos enfrentamos a medidas coyunturales para combatir la crisis de las que nos reiremos cuando vuelvan los buenos tiempos, y no a un nuevo régimen en las relaciones laborales que entierra para siempre un siglo de conquistas sociales y más de un precepto constitucional.
Temo también por la extrema debilidad en que pueden quedar los sindicatos si la huelga fracasa. Algo de razón lleva el discurso de que las organizaciones sindicales se han convertido en paquidermos burocratizados, demasiado dependientes del poder que las financia, pero son la única barandilla que aún nos protege del abismo. Son el último enemigo a batir, por eso el búnquer político, empresarial y mediático ha lanzado contra los sindicatos su despiadada y sucia campaña de desprestigio. Existe un precedente histórico, cuando en los ochenta Margaret Thatcher, santa patrona del fundamentalisno neoliberal, dobló la cervíz de las unions, que nunca más levantaron cabeza.
Voy a la huelga general pese a que no creo que sea la respuesta más adecuada, y no por dura, sino por todo lo contrario. Creo más en lo que propone un grupo recién creado en Facebook: Darle un buen sopapo al jefe; pero no al propio, que trae consecuencias, sino al ajeno, mediante un sistema de intercambio en el que un desconocido te propone el jefe al que hay que zurrarle. Tentador ¿verdad? Mejor vamos a la huelga y si acaso ya hablamos. 

domingo, 18 de marzo de 2012

Contra el miedo




The Lonesome Death of Hattie Carroll

But you who philosophize disgrace 
And criticize all fears
Take the rag away from your face
Now ain't the time for your tears.

(Bob Dylan: The Lonesome Death of Hattie Carroll, 1963)
 
Bien sabe quien me conoce que detesto el optimismo seráfico de los papanatas. Aquí mismo he bramado contra esa calamidad del pensamiento positivo, tan grata a los poderosos pues mantiene a los esclavos esclavos pero contentos. Aprecio el pesimismo ilustrado y la crítica a la condición humana que en España es casi una corriente filosófica, desde Quevedo a Unamuno. Pero no es lo mismo una sociedad crítica y escéptica que una hundida en el derrotismo e inmovilizada por la incertidumbre y el miedo. Desde que empezó la actual crisis es en ese miedo en el que nos quieren instalados para que, amilanados y dóciles, no osemos plantar cara a la contrarrevolución de los cleptócratas y sus políticos a sueldo.

No puedo ni debo criticar el miedo y a quien lo siente, pero sí denunciar a quienes lo propagan. En esta larga víspera de Armagedón, con la incertidumbre y el miedo al futuro dominando todos los órdenes de nuestra vida, miramos alrededor y la única certeza es que no habrá arma que quienes manejan los hilos no empleen para minar toda resistencia, desde dejarnos sin casa o sin trabajo hasta la violencia y la guerra. Y mientras nos mantienen ocupados en garantizarnos lo básico, aplican su programa de tinieblas: el fundamentalismo religioso y moral, la censura, el recorte de libertades.

Aceptarás cualquier trabajo si tienes miedo a perderlo
Un pueblo confiado, educado y saludable es peligroso, porque quiere más. Lo quieren con miedo a enfermar y no poder sufragar los tratamientos, con miedo a perder su casa, a no poder pagar la educación de sus hijos. Nos convencen de que no es sostenible un sistema basado en la solidaridad y nos quieren con mala conciencia, creyendo que abusamos de las urgencias, las medicinas o las escuelas o que somos unos privilegiados por tener un empleo y debemos pagarlo con menos sueldo, menos descanso, menos derechos para las mujeres, peor atención a los mayores. Aceptarás cualquier trabajo si tienes miedo a perderlo. Te quieren pobre porque pobre y con miedo a ser más pobre eres más manejable.

En democracia el Poder teme al pueblo y no al contrario

Desde que comenzó esta gigantesca estafa planificada tratan de convencernos de nuestra responsabilidad por vivir por encima de nuestras posibilidades. Si, por ejemplo, los andaluces en una encuesta admiten como necesarios ajustes y recortes, es que la estrategia del miedo logra sus objetivos, y con miedo no hay democracia. En democracia el Poder teme al pueblo y no al contrario. Nos deben temer a nosotros. Debemos mantenernos airados, esperanzados y con confianza en nuestra fuerza, que también se alimenta de odio. Contra el temor debemos actuar. Hay muchas formas; yo de momento, al contrario que en ocasiones anteriores, este 25 de marzo no me voy a quedar en casa. Pondré lo que esté de mi parte para que Andalucía sea un rompeolas donde esa marea de miedo se estrelle.

domingo, 11 de marzo de 2012

Territorio neutral

Amenaza Javier Arenas con dejar vacía esta noche la silla que le espera para debatir con José Antonio Griñán y Diego Valderas sobre la Andalucía que se propone conquistar, porque el territorio, Canal Sur, no es neutral.
Este  campeón de la austeridad, que tras anteriores debates en la misma casa no pudo quejarse del impecable trato recibido de quienes los moderaban, oculta que lo que propone, hacerlo en “terreno neutral” en una productora privada, cuesta, literalmente, un huevo, ni explica quién lo pagaría; usted y yo, claro. Con la que está cayendo. Es más, lo que usted tal vez desconozca es que los ataques de Arenas a Canal Sur son de boquilla, pues él sabe y oculta que hace tiempo tiene a parte de la cúpula de la tele autonómica, la parte que más sobresale, trabajando como quinta columna contra Griñán y a su servicio. Al suyo y al del mismo sector privado audiovisual del que estos mandamases proceden y al que volverán. Esos intereses a los que Arenas quiere entregar no ya los debates, sino todo Canal Sur, tienen marcas, nombres y apellidos: Raúl Berdonés, Miguel Ángel Rodríguez –el exportavoz de Aznar-, el Grupo Secuoya...


El candidato Arenas también calla que si bien es cierto que las radiotelevisiones autonómicas son caros voceros del poder que las controla, y la de aquí no es una excepción, las habas que se cuecen en otras partes son más gordas e indigestas.
En ollas públicas y privadas. A Arenas no le escuece la falta de neutralidad de los suyos, una legión viendo hacia dónde se escora una profesión cuya causa menor de desprestigio es un energúmeno de correa fácil. No hay más descarada renuncia a informar que la de las teles de Aguirre y de Fabra; nada desprestigia más al periodismo que esas portadas de ABC y La Razón que entre llamas de molotov titulan “La oposición responsable del PSOE”. O la infecta campaña de El Mundo contra aquel terrateniente de izquierdas que sacaba apenas siete mil euros al año de sus secanos heredados, anticapitalista de Mercedes que ni siquiera tenía carné de conducir. 



Al periodismo lo tienen a la altura del betún los Rolex inventados de Cándido Méndez, las grabaciones corta y pega de Invercaria, las agresiones falsas a redactores de Intereconomía o los becarios de la misma cadena entrevistados como falsos indignados de la Plaza de Cataluña.

No es sólo por ese doble rasero que aplica a los medios según su cuerda. Al candidato Arenas siempre le asociaré a aquel Clan de la corbata negra que hace justo ocho años con tanta alevosía y poca neutralidad desinformó a un país de luto –“Ha sido ETA”-. Cuando ahora se atreve a dar lecciones de neutralidad sólo me sale mandarle al cuerno.

domingo, 4 de marzo de 2012

Quemado





Estoy quemado, achicharrado como mi pobre coche. Cómo quieren que te sientas cuando sales a la calle una preciosa mañana de domingo con tu perro para que corra feliz por la playa, se moje y regrese para ponerlo todo perdido de arena, y te encuentras con que el coche en el que os ibais a escapar es sólo medio coche. El resto ha sido pasto de las llamas, víctima de lo que unos descerebrados conciben como diversión de sábado noche, la quema de contenedores y lo que pillen cerca para, seguramente, grabarlo todo con el móvil y alardear de la hazaña.

Dylan, mi perro, no entendía nada, lloriqueaba viéndome plantado como un pasmarote ante piezas de motor calcinadas que nunca supe para qué servían, ¿por qué este desconsiderado no me lleva ya a dejar mi marca en farolas y esquinas? Él, que a un coche ajeno todo lo más sería orinarle un tapacubos. No sé a cuento de qué me acordé del ministro de Medio Ambiente declarando que “a ver si con tanto proteger especies nos olvidamos de la especie humana”, y yo pensé en todos los especímenes humanos que en ese momento me encantaría ver extinguirse. Me había tocado una lotería carente de causalidad, no era el “Burnin' and a-lootin'-” de Bob Marley, carecía de la mecha de injusticia que incendiaba los barrios de Londres; ni rastro del justificado cabreo contra los poderosos de los jóvenes de Atenas. Ni siquiera ese gamberrismo descerebrado pero organizado de los alborotadores de Barcelona. No, los que me habían tocado en suerte eran sólo unos tarados, y yo echaba humo. Es lo que tiene ser un daño colateral. A la incapacidad de entender la satisfacción que se siente de ver arder los bienes comunes y los ajenos, se unen esos pensamientos oscuros que te igualan a la jauría humana, las ganas de cobrarte a hostias el daño causado, lamentarte de años de permisividad en las relaciones familiares, arrepentirte de haberles proporcionado educación gratuita a quienes devuelven a la sociedad la destrucción convertida en forma de ocio.

Yo no era una excepción. Aflora inevitablemente esa retórica de la mano dura, de las leyes blandengues, de la indignación de la clase media a la que le queman el coche unos vándalos. Pero entonces uno de los jóvenes agentes de policía que acudieron a mi llamada se sintió solidario conmigo y se vino arriba profiriendo improperios contra unas leyes que no persiguen al que delinque, jueces que lo ponen en la calle, y la necesidad de más palo y tentetieso -y después me dijo que no podían hacer nada más y que acudiera a comisaría-, y me asusté, de él y de mi mismo. Me preguntaba si toda esa retórica justiciera sale a la superficie cuando te calzas el equipo antidisturbios y te lías a mamporros con chavales del bachillerato y la ESO. Y sin dejar de sentirme calcinado pensé, que le den a mi coche; qué demonios, yo no soy así.

P.S.:  Guardando cola en una comisaría durante tres horas para presentar denuncia porque era domingo, uno de los agentes de  atención ciudadana estaba de baja y con los recortes las bajas no se cubren, descubro que  igual que Gallardón  pretende implantar la justicia a dos  velocidades  según puedas pagar o no el recurrir a instancias superiores, ya hay una Policía a dos velocidades. Si llamas a un 902 -con su musiquilla de espera, sus tantos céntimos por minuto, su establecimiento de llamada y su IVA- y pones la denuncia por teléfono, no guardas cola y te atienden al instante; si recurres al 091, a esperar. Tampoco esperas si denuncias por Internet pero la web policia.es no es raro que atraviese "problemas técnicos transitorios". Quien paga,  es atendido antes , independientemente de la entidad de su denuncia. Los sinuosos caminos de la privatización de todo.