sábado, 30 de julio de 2011

Se lo dijo Pérez

 
Se lo dijo Pérez a Rodríguez. Sólo a Alfredo Pérez se le ocurriría la broma pesada de convocar en 20 de noviembre las elecciones que El País -el periódico de Pérez- había exigido el 18 de julio. Pero claro, ya no se sostiene ver al candidato Pérez enarbolando la bandera de la izquierda mientras el presidente Rodríguez y la vicepresidenta Salgado cumplen la hoja de ruta de los mercados. Para el PSOE la izquierda es esa endorfina que le salía por los poros a los españoles desde 2004 hasta el estallido de la crisis, droga euforizante que hace ver grandes conquistas donde apenas se hacen avances testimoniales. Cuando no han podido seguir pagándose la dosis diaria que les inhibía de la realidad han descubierto que tras el halo romántico y utópico de su líder se transparentan las garras de Botín, Alierta y Moody's.

El candidato Pérez no tiene tan complicada su reinvención como la credibilidad de la misma. Es hombre de recursos; si Rajoy no acepta preguntas, él es capaz de hacerse preguntas a sí mismo para evitar las de los periodistas. Pero era hasta anteayer el portavoz y vicepresidente de los recortes sociales, del rescate de bancos, del sí señor a los mercados. Ahora Pérez es el candidato del impuesto sobre el patrimonio que él mismo derogó; es el que propone las listas abiertas, él, que blindó el bipartidismo de forma que es casi imposible que a las próximas elecciones concurran nuevas opciones, quien pretende abrir debates que están en la sociedad” y a los que su partido y su gobierno han sido sordos como una tapia.

Quien dice querer llevar la voz del 15-M a las Cortes, anteayer mandaba a la policía que seleccionaba según el aspecto quien podía y quien no acceder a la Carrera de San Jerónimo. Cuando anuncia que creará “el mismo impuesto a los bancos que Merkel, Sarkozy y Brown crearon en sus países”, reconoce que el gobierno socialista de Rodríguez y Pérez ha sido más sumiso con el poder económico que sus colegas conservadores europeos. Como un crío en Halloween llama a las puertas de los bancos: “¡Susto o muerte!”; pero era parte del gobierno que, presidiendo Europa, desobedeció al Parlamento que exigía una autoridad europea que supervisara el sistema financiero. Tras el candidato Pérez hay la misma sinsustancia que en el presidente Rodríguez: Otro traficante de endorfina capaz de euforizar a sus fieles, de hacerles creer en que de una democracia sorda y recortada, de una partitocracia solipsista, de un chapapote de corrupción, puede salir un cambio social.

Pérez no superará el reto de la credibilidad, así que más pronto que tarde optará por el discurso del miedo. Lo tiene más fácil: Quienes votan no a que el general Franco deje de ser alcalde honorario de Valencia o le suben un cincuenta por ciento el billete de metro a las clases humildes de Madrid, dan bastante miedo.

martes, 26 de julio de 2011

Conservadores y antisistema


Cuando el 23 de julio Anders Behring Breivik voló las oficinas gubernamentales del centro de Oslo, matando a ocho personas, y posteriormente asesinó a 68 jóvenes participantes en un campamento de verano del Partido Laborista en la isla lacustre de Utoya, se hizo una primera atribución del atentado a extremistas islámicos a partir de una falsa reivindicación. La derecha global, la de las guerras contra el terror, encantada. Resultó que no había sido cosa del moro, pero la derecha mundial, más encantada todavía porque ahora se hablaba de un antisistema. A ver que tardan en vincularlo al 15-M, vaticinaban algunos. A eso se agarran fervientemente desde los medios ultras españoles -La Gaceta-Intereconomía, Libertad Digital, Periodista Digital...- incluso después de que quedase meridianamente claro que aquel ario de pura cepa que como ellos detestaba la España de Rodríguez Zapatero era uno de sus cachorros, un fruto de la papilla de odio, racismo, cristianismo de cruzados, desprecio a los principios democráticos y justificación de la violencia que vienen suministrando a manos llenas a sus seguidores. Lo diré sin ambages: Uno de los suyos.

Anders Behring Breivik
Ahora esos mismos medios se afanan en hacer ver que el asesino de Oslo es simplemente un majara, un psicópata aislado con ideas de copypaste -Arcadi Espada dixit- y sólo el rojerío más recalcitrante se empeña interesadamente en establecer conexiones con las ideologías del lado oscuro. No es ahora, sino hace unos días cuando el bunker tenía toda la razón: Anders Behring Breivik es, efectivamente, un antisistema, como ellos mismos, como Rupert Murdoch y sus medios, como Dominique Strauss-Kahn ejerciendo el derecho de pernada, como los economistas que desde las universidades estadounidenses inoculan el veneno neoliberal en gobiernos y opinadores, como los tertulianos de la copa de vino en la mano y la ponzoña en la lengua, como el Tea Party, como los partidos del odio que emergen en el Norte de Italia, en Francia, Holanda, Rusia, Austria o la propia Noruega, como los partidos de la derecha convencional -esa que confunde populismo y democracia- que no dudan en tomar la misma deriva con tal de no ceder terreno, como las agencias de calificación y los especuladores que han organizado el mayor y más peligroso golpe de estado contra el sistema democrático, como los empresarios, corporaciones y cabilderos envalentonados que han emprendido una contrarreforma que sólo puede acabar en una restauración de nuevas formas de esclavitud o servidumbre, como tanto canalla como anda suelto y armado de micrófono, ordenador o mando en plaza.

Pero a la caverna le interesa vendernos la imagen del loco, a quien no hay que dar publicidad. No sea que alguien identifique sus ideas con las de la propia caverna.

Timothy Mc Veigh y Jared Lee Loughner







Porque si Anders Behring Breivik, con sus pamplinas templarias y todo, fuera solo un loco, si fuera tan simple, Timothy McVeigh, autor de los atentados de 1995 en Oklahoma City, lo sería también, y no un exmilitar ultraderechista que odiaba al Gobierno, adoraba las armas y creía en la supremacía blanca y cristiana. Y sería un simple orate el seguidor del Tea Party Jared Lee Loughner, que en enero pasado acabó con la vida de seis personas cuando intentaba asesinar en Tucson a la senadora demócrata por Arizona Gabrielle Gifford, a quien Sarah Palin situó bajo la mirilla de un rifle en un ingenioso mapa de los EE.UU. en el que localizaba a los enemigos progresistas a eliminar. No, ninguno de ellos es un psicópata, desequilibrados y fanáticos sin duda, un narcisista patológico que se muere por ser el ídolo de todos los pirados del mundo en el caso de Breivik, pero no locos aislados. De Breivik se van probando sus contactos y conexiones con ultraderechistas de distintos puntos de Europa. Se trata, sí, de antisistema. Antisistema que han llevado al extremo de la violencia indiscriminada el discurso que de forma más o menos matizada mantienen otros antisistema: Murdoch, Palin, Bossi, Aznar, Heider, Le Pen, Friedman, Rodriguez Braun, Espada, Sostres, Vidal, Wolfowitz, Mayor Oreja y tantos otros en los ámbitos de la política, la economía, la universidad y los media. En los más inteligentes apenas encontraremos rastros de fanatismo religioso o racial, no pierden el tiempo en tonterías, pero sí alimentan en los demás ese tipo de sentimientos para servirse del odio que generan.

Los medios de Rupert Murdoch son una fuerza antisistema. Es antisistema un modelo financiero que malgasta, se juega y pierde nuestro dinero y posteriormente recibe más dinero del nuestro para recuperarse. Es una premisa antisistema que ninguna autoridad democrática se imponga y vigile los movimientos del capital. Destruye el sistema el que los gobiernos electos se sometan a cualquier indignidad para salvar el culo a los inversores. No hay nada más antisistema que una religión que impone sus principios a quienes no la profesan y encima cobra del Estado por ello. Si un sistema exige que los trabajadores pierdan sus empleos y recorten sus sueldos y los ciudadanos se queden sin sanidad o educación gratuitas, es que es una falsificación del sistema, es que lo han destruido y reemplazado por otra cosa. Es antisistema que cuando los antisistema ponen en práctica su hoja de ruta se pretenda defendernos con la excepcionalidad: Si la prensa se extralimita, leyes mordaza, leyes antiterroristas si hay matones sueltos, estados de alarma ante una huelga...

Y es la presencia, la influencia y en casos tan extremos como el de Noruega, la acción de los antisistema lo que por oposición lo convierte a uno en un conservador. Nos vemos en la obligación de conservar los logros del estado del bienestar, el derecho a la negociación laboral, las pensiones, la educación, la salud, la libertad de expresión, la igualdad de oportunidades, una democracia hoy devaluada que alguna vez se aproximó a la verdadera representatividad. Quien iba a decirnos que nos veríamos defendiendo el capitalismo, entendido según los principios keynesianos de mercado regulado y vigilado por los poderes públicos, el capitalismo que cree en que el trabajador bien pagado es un motor económico, admitir que mientras era el modelo dominante fue la garantía de la prosperidad y una cierta justicia social, frente a los unabomber de la desregulación, los terroristas del dinero que defienden que el capitalismo es bueno para todos menos para ellos mismos, que exigen que el Estado esté detrás, subvencionando, rescatando o amparando con leyes su impunidad.

Pese a los ingenuistas, iluminados y frikis que han desenfocado el movimiento, descubrimos que la protesta social surgida en España el 15 de mayo es un movimiento en pro del sistema, de un sistema de democracia, libertad, prosperidad y justicia, un movimiento conservador de los valores, los derechos y la decencia. Los antisistema están enfrente, dando clases en la Universidad de Chicago, debatiendo en El Gato al Agua o emprendiendo cacerías humanas en una isla. En medio, los partidos convencionales tienen la obligación de dejar bien claro de que lado están. Guiñar el ojo estratégicamente o hacer estudiados gestos de simpatía como los del candidato Pérez Rubalcaba no basta. No son los Rubalcaba que tantas veces hincaron la rodilla ante los antisistema los que detienen a los antisistema antes de que hagan de las suyas.

sábado, 16 de julio de 2011

Una rosa de plástico


Anuncia Umberto Eco una actualización de 'El nombre de la rosa' “para acercarla a las nuevas tecnologías y generaciones ¡Qué memez! El semiólogo y literato habla de “agilizar algunos pasajes y refrescar el lenguaje”. Eco detesta que se le recuerde siempre por una primera novela que sólo él considera la peor de cuantas ha publicado, síntoma común a quienes nunca lograron alcanzar, ni de lejos, la calidad de un primer trabajo.

'El nombre de la Rosa' no es ni vanguardista ni revolucionaria ni genial. Es un buen best-seller, de un tiempo en que los best-sellers no eran novelitas rosas de vampiros, tochos nórdicos, penosas mediocridades con cátaros y templarios o intrigas históricas que insultan tanto a la historia como a la literatura. Con todos sus saltos idiomáticos y sus abundantes citas culteranas, vendió treinta millones de ejemplares. En tiempos en que los legos en latinajos -objetor del latín, huyendo de Catulo opté por un combinado de letras y matemáticas en el instituto- no podíamos recurrir a Internet, nos buscábamos la vida, consultábamos y preguntábamos para no perdernos nada. La pereza no nos había vencido.

¿Qué mueve a un autor a rebajar el nivel para simpatizar con una nueva generación? ¿Por qué estas adaptaciones desnatadas al estilo de los manuales de 'Informática para torpes'? Es la Logse, respondería un hincha de Intereconomía. No es tan simple. Tal vez la clave la dé un artículo de Javier Marías sobre la imposible supervivencia del western como género cinematográfico en nuestros tiempos: “el western tradicionalmente ha expuesto como aceptables sentimientos y conductas que hoy escandalizan a la hipócrita masa mundial de biempensantes voluntariosos; es decir, de aquellos que se esfuerzan con ahínco por apartar de sí, y además condenan, pasiones connaturales a la humanidad de todas las épocas”. Tiempos de corrección política, de lenguaje no sexista, de juguetes no bélicos, de no llamar a nada por su nombre mueven a la pereza mental, sus víctimas a duras penas comprenderán la sencilla trama detectivesca de 'El nombre de la Rosa', así que no les hablen de las discusiones entre benedictinos y franciscanos sobre las posesiones materiales de Cristo, de bromas pesadas a costa de Jorge Luis Borges o de ancianos monjes que con naturalidad se llevaban a la celda a tiernos novicios, como no olerían ni de lejos la tragedia shakespeariana que subyace detrás de 'El hombre que mató a Liberty Valance'.




Estos son tiempos de estulticia y censura. Es más que probable que si hoy se rehicieran determinados clásicos, serían privados de todo lo que la moral dominante no puede asumir. ¿Alguien toleraría la escena en que una vecina de Innisfree le da a Sean Thornton (John Wayne) una vara resistente para que meta en vereda a su mujer Mary Kate Danaher (Maureen O'Hara) en 'El hombre tranquilo'? Las acusaciones de apología de la violencia de género levantarían de la tumba a John Ford.

Pese a que con la notable adaptación cinematográfica de Jean-Jacques Annaud, 'El nombre de la rosa' ya se hizo asequible a públicos más amplios, siente ahora Eco la vana necesidad de hacerse entender por los perezosos, y para tranquilizarnos asegura que “no va a modificar la trama”. Como si a alguien le importase la trama de 'El nombre de la Rosa', como si en el noir fuese la excusa argumental lo que distingue a Jim Thompson, Dashiel Hammet o Chester Himes de los aficionados escandinavos. “De la rosa original sólo nos queda el nombre, conservamos nombres desnudos”. Con esa cita, en latín -Stat rosa pristina nomine, nomina nude tenemus-, termina “El nombre de la Rosa”. Las rosas no importan, en los nombres, en la palabra desnuda se asienta nuestra cultura. Para estos tiempos en los que es incorrecto y obsceno pronunciar el nombre de las cosas, Umberto Eco nos ofrece una rosa de plástico sin nombre.

domingo, 10 de julio de 2011

Teleplastias

Que el dinero público financie fraudes no es nada nuevo, desde los falsos Eres al Teatro Palma Arena los hay de todos los colores y signos. Pero ninguno insulta a la inteligencia tanto como el proyecto, que en junio* sacaron a licitación el Ayuntamiento de Bélmez de la Moraleda y la Diputación de Jaén, de construir un centro de interpretación de las Caras de Bélmez, las llamadas teleplastias pintadas por la difunta María Gómez Cámara y sus compinches hace cuarenta años.

Antigua escuela, donde irá ubicado el centro de interpretación
De un espacio para la educación a uno para la ignorancia, el centro ocupará el terreno de una antigua escuela. Tendrá una sala con las mismas fotos cutres de los monigotes que cualquiera puede encontrar en Internet; otra dependencia para escuchar ruiditos -lo llaman psicofonías- y una sala de conferencias para que los profesionales de las estafas sobrenaturales monten sus aquelarres y hablen con los muertos. Ya se la conoce como la trola del millón de euros, porque el centro se proyectó por 858.000 euros -147 millones de pesetas, que dicho así da más susto-. Cofinancian Ayuntamiento y Diputación de Jaén pero la mayor parte -587.000 euros- son Fondos Feder de la Unión Europea. Finalmente el proyecto licitado es algo menor. Quien maneja a conveniencia esas ayudas no es otro que Gaspar Zarrías**, jiennense al que no se podrá acusar de no barrer para adentro, capaz de embaucar a Europa para que financie el timo montado por el alcalde Pedro Justicia, los herederos de María Gómez y el parapsicológo Pedro Amorós, presidente de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas, quien en connivencia con el Ayuntamiento pintó en 2004 las llamadas Nuevas caras de Bélmez en un desesperado intento de reavivar el filón ocultista.

El charlatán Pedro Amorós, el alcale Pedro Justicia y el presidente de la Diputación Francisco Reyes, los nuevos caras de Bélmez
Con la que está cayendo debería tener cárcel el destinar dinero de todos a un centro de interpretación de la estulticia ambicionando que a tu pueblo, pobre y sin atractivos, lleguen autocares y hasta charters cargados de objetores de la inteligencia como los que cada 7 de julio aguardan en el Llano de la Perdiz (Granada) ser abducidos por las naves de Reticulín. En Bélmez lo único a interpretar es la poca maña artística de quienes pintaron las caras con nitrato, cloruro de plata, grasa de cocina y hasta Titanlux, -no usaron un Kit de teleplastia tan apañado como éste- como han demostrado todas las pruebascientíficas hechas a las teleplastias, espantajos que desde 2005 son marca registrada en la Oficina Española de Patentes y Marcas.

Entre los muñidores del engaño destaca la Diputación jiennense, institución que también ha licitado la creación de  un museo de la santería en Noalejo -donde luciría más un centro de interpretación de la morcilla- o que para sostener el mito de la existencia de un aeropuerto de Jaén -otro ente paranormal- financiaba un autobús diario al de Chauchina cuyo conductor escuchaba psicofonías de vacío que iba.

Lo decente sería devolver el dinero a Europa, pero como es una pasta que no conviene desaprovechar, una alternativa sería crear en Bélmez un Museo del Escepticismo, que defienda la razón y la ciencia y desenmascare a videntes, mediums, sanadores, homeópatas -otros charlatanes subvencionados con dinero público- ufólogos, astrólogos y cuentistas en general. Me podrán plantear si que el Estado pague el sueldo de los profesores de religión no es poco más o menos como lo de Bélmez, pero me permitirán que en ese charco me meta otro día.

 

*Aunque es ahora, con la licitación de la obra cuando la prensa de todo el país se ha enterado del proyecto de centro de interpretación a noticia de que se construiría con fondos europeos y de las administraciones local y provincial la publicó la edición de Jaén de Ideal en junio de 2010, hace más de un año. Precisamente fue Ideal el periódico que en 1971 publicó la primera información sobre las caras de Bélmez, aunque inmediatamente se posicionó entre quienes la consideraban un fraude, frente a diarios nacionales como Pueblo y el Alcázar que dieron pábulo a la chifladura.

**El secretario de Estado de Cooperación Territorial es el artífice de un reparto tan ecuánime que de los 32 milones de euros que los Fondos Feder destinan este año a la provincia de Granada, 10 millones -el 29%- se los queda Baza, uno de los pocos bastiones importantes que en la provincia de Granada le ha quedado al PSOE tras las elecciones locales y municipio al que se le han aprobado los 17 proyectos que presentó. Con ese dinero podrán rehabilitar el Teatro Dengra y la Casa de la Cultura y estrenar polideportivo, geriátrico y estación de autobuses.