Loca evasión ‘emo’
Voy a explotar
México 2008. 35 mm. Color. 106’
Dirección y guión: Gerardo Naranjo
Int: María Deschamps, Juan Pablo Santiago, Daniel Giménez Cacho
Paradojas: La concesión a la “alfombra roja” del Cines del Sur 2008 fue la presencia de Gaél García Bernal, pero este año el último lanzamiento de Canana, la productora que fundó a medias con Diego Luna, ha pasado de puntillas por el concurso, sin enviar representante y pasado a una hora difícil para público y crítica. Pero la elijo dentro de lo visto ayer más que nada por no hacer demasiada sangre con El último thakur, una ridiculez que es, de lejos, lo peor visto en la Sección Oficial.
Voy a explotar encantará a los amantes del más puro indie norteamericano, ese es su aspecto visual. Habla de adolescencia y de rebeldía y cuestiona a ambas como valores en sí mismos. Con la estructura de una película de fugas sin futuro, no está tan cerca de Bonne and Clyde o de Loca evasión como de Pierrot le fou. Naranjo defiende que no todo en la adolescencia está perdido, ni siquiera en estos tiempos ser quinceañero implica necesariamente ser imbécil, aún quedan rebeldes anarquistas y autodestructivos. Acierta de lleno con sus dos jóvenes e inexpertos actores, que ponen toda la carne en su recreación de la pareja de almas gemelas y pelos imposibles, dos insoportables niñatos, ególatra él, un poco bruja ella, que sin embargo tienen algo de lo que la mayoría de sus coetáneos carecen: romanticismo y ganas de romper con todo. “¿Por qué corremos?” pregunta Maru, la chica, en un momento de su fuga en que nadie les persigue pero ambos han adoptado el correr como pose.
La mirada crítica sobre la alocada fuga de Maru y Román es otro acierto, como lo es adoptar su punto de vista respecto al mundo de los adultos, que esos sí son unos imbéciles integrales, más infantiles que los chavales. Inteligente es también emplear alternativamente los diarios de ambos como voz narradora. Además situar como padre de Román a un arrogante diputado conservador sirve a Naranjo para clavar alguna puya contra la clase dominante mexicana. Pero, lástima, durante parte del metraje la escapada de los críos pierde interés y fuelle.
El guión sabe ir alternando el protagonismo entre chico y chica y contraponer una mirada femenina a la del varón, la pega es que la cosa se quede en un fresco genérico de la clásica angustia teenager renunciando a una indagación más sólida en las almas de los protagonistas.
México 2008. 35 mm. Color. 106’
Dirección y guión: Gerardo Naranjo
Int: María Deschamps, Juan Pablo Santiago, Daniel Giménez Cacho
Paradojas: La concesión a la “alfombra roja” del Cines del Sur 2008 fue la presencia de Gaél García Bernal, pero este año el último lanzamiento de Canana, la productora que fundó a medias con Diego Luna, ha pasado de puntillas por el concurso, sin enviar representante y pasado a una hora difícil para público y crítica. Pero la elijo dentro de lo visto ayer más que nada por no hacer demasiada sangre con El último thakur, una ridiculez que es, de lejos, lo peor visto en la Sección Oficial.
Voy a explotar encantará a los amantes del más puro indie norteamericano, ese es su aspecto visual. Habla de adolescencia y de rebeldía y cuestiona a ambas como valores en sí mismos. Con la estructura de una película de fugas sin futuro, no está tan cerca de Bonne and Clyde o de Loca evasión como de Pierrot le fou. Naranjo defiende que no todo en la adolescencia está perdido, ni siquiera en estos tiempos ser quinceañero implica necesariamente ser imbécil, aún quedan rebeldes anarquistas y autodestructivos. Acierta de lleno con sus dos jóvenes e inexpertos actores, que ponen toda la carne en su recreación de la pareja de almas gemelas y pelos imposibles, dos insoportables niñatos, ególatra él, un poco bruja ella, que sin embargo tienen algo de lo que la mayoría de sus coetáneos carecen: romanticismo y ganas de romper con todo. “¿Por qué corremos?” pregunta Maru, la chica, en un momento de su fuga en que nadie les persigue pero ambos han adoptado el correr como pose.
La mirada crítica sobre la alocada fuga de Maru y Román es otro acierto, como lo es adoptar su punto de vista respecto al mundo de los adultos, que esos sí son unos imbéciles integrales, más infantiles que los chavales. Inteligente es también emplear alternativamente los diarios de ambos como voz narradora. Además situar como padre de Román a un arrogante diputado conservador sirve a Naranjo para clavar alguna puya contra la clase dominante mexicana. Pero, lástima, durante parte del metraje la escapada de los críos pierde interés y fuelle.
El guión sabe ir alternando el protagonismo entre chico y chica y contraponer una mirada femenina a la del varón, la pega es que la cosa se quede en un fresco genérico de la clásica angustia teenager renunciando a una indagación más sólida en las almas de los protagonistas.
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