Cines del Sur ha logrado traer a su sección oficial una selección de cine de una calidad bastante elevada, con poco que envidiar en nivel medio a otros festivales especializados. Aún así, teniendo en cuenta que dos tercios de las películas a concurso procedían del continente asiático, el Festival de Granada tiene que crecer bastante para competir no ya con las grandes citas para el cine asiático en Corea y la India sino incluso con el BAF de Barcelona, demasiado cercano en fechas al de Granada y que logra atraer las producciones asiáticas más esperadas del año –no tanto en términos de calidad como de tirón de esas películas-. El camino emprendido es el correcto, porque Granada está sonando entre los cineastas de distintos confines ofreciendo sobre todo hospitalidad, un trato respetuoso y el buen trabajo previo que los programadores del Festival realizan en otros certámenes, pero deberían intensificarse las acciones a través de la Plataforma de Festivales del Sur, donde aún no están muchos de los que son.
Analizando la selección oficial de este año se ha levantado cierto debate entre los medios especializados sobre si es oportuna o no la inclusión de determinados productos que por presupuesto, estilo y ambiciones no pueden calificarse de cine emergente. La cinta ganadora del Premio del público, $9.99; la sudafricana Desgracia, la coreana Mi querido enemigo, incluso Canciones de los mares del Sur se salen de los esquemas de un ‘cinema povera’ al que algunos querrían ver constreñido el certamen. Esa es el dilema, toda una crisis de identidad, al que se enfrentan los programadores de Cines del Sur: bien optar por ser una especie de festival oenegé que apoye a aquellos cineastas que lo tienen más difícil o bien entrar de lleno en la competencia por los títulos de mejor calidad dentro del ámbito geográfico del certamen, lo cual no implica ir a por lo comercial y abandonar la búsqueda, incluso debajo de las piedras, del cine más sorprendente. Personalmente creo que el Festival de Granada no debe cortarse las alas e ir a por la mayor, siendo consciente de que con Torreiro, Riambau, Elena y Ortega al frente de la programación no hay temor de que nos cuelen gato por liebre.
Más Iberoamérica
La escasa presencia en la sección competitiva del cine de América Latina es otra queja que se ha podido oír estos días, incluso en boca del presidente del Jurado Arturo Ripstein. La explicación que se ha venido dando desde la dirección es que Cines del Sur no debe competir con otros festivales andaluces, y en Andalucía –y también con apoyo de la Junta- está el Festival Iberoamericano de Huelva, con casi cuatro décadas de historia. Claro que el único festival andaluz de los grandes -Granada, Málaga, Sevilla y Huelva- al frente del cual parecen quedar mentes pensantes es Cines del Sur. El resto parecen dirigidos por enemigos, y en el caso de Huelva la decadencia es tan estrepitosa que ha dejado de interesar a los cineastas del otro lado del Atlántico como plataforma para sus películas. Tal vez sea el momento de olvidar los reparos e ir con decisión a por el cine latinoamericano.
Palmarés sin sorpresas
Comentaba Mirito Torreiro, director de programación, que encontró la película que ha merecido el favor del Jurado, la georgiana La otra orilla en el más oscuro rincón del Mercado del film de la Berlinale, que era un título que había pasado prácticamente desapercibido. He aquí una de las funciones que debe cumplir este festival, rescatar lo que otros no supieron valorar. Gracias a esto la mirada pesimista y carente de sentimentalismos que George Ovashvili fija sobre un niño víctima de la guerra y los odios interétnicos de su país ha obtenido un merecido reconocimiento que habría redondeado premiar la electrizante interpretación del niño Tedo Bekhauri. No me convence tanto que la mención al mejor actor fuera para Melih Selçuk, no por que no sea brillante su trabajo en Leche, sino porque indirectamente premia una cinta bastante plomiza. Nada que objetar a Irina Agejkina, que da todo un recital de miradas, risas e intensidad en la blandita Canciones de los mares del Sur.
A la decisión del Jurado oficial sólo le pondría una pega, la presencia en el palmarés con la Alhambra de Bronce de Jalainur, una película que aspira a epatar con una grandiosidad visual que se va al cuerno ante la pésima calidad de su fotografía y la grabación en baja definición. Su lugar bien lo podría haber ocupado otro título venido de china, Good cats, confirmación del gran talento y lo mucho que decir que tiene Ying Liang.
El triunfador moral de este festival es Behnam Behzadi; bastante es que en su debut en el largometraje se lleve la Alhambra de Plata a la mejor dirección y que NETPAC reconozca su película como la mejor cinta asiática. Pero lo mejor es la insólita unanimidad que ha encumbrado a Antes del Funeral –fue también una de las películas más votadas por el público- y que sitúa a Behzadi como uno de los autores a seguir y con más futuro en el actual cine iraní, para el que abre nuevos horizontes formales y temáticos. Esperemos que un endurecimiento en el régimen teocrático de su país no lo eche todo por la borda.
Analizando la selección oficial de este año se ha levantado cierto debate entre los medios especializados sobre si es oportuna o no la inclusión de determinados productos que por presupuesto, estilo y ambiciones no pueden calificarse de cine emergente. La cinta ganadora del Premio del público, $9.99; la sudafricana Desgracia, la coreana Mi querido enemigo, incluso Canciones de los mares del Sur se salen de los esquemas de un ‘cinema povera’ al que algunos querrían ver constreñido el certamen. Esa es el dilema, toda una crisis de identidad, al que se enfrentan los programadores de Cines del Sur: bien optar por ser una especie de festival oenegé que apoye a aquellos cineastas que lo tienen más difícil o bien entrar de lleno en la competencia por los títulos de mejor calidad dentro del ámbito geográfico del certamen, lo cual no implica ir a por lo comercial y abandonar la búsqueda, incluso debajo de las piedras, del cine más sorprendente. Personalmente creo que el Festival de Granada no debe cortarse las alas e ir a por la mayor, siendo consciente de que con Torreiro, Riambau, Elena y Ortega al frente de la programación no hay temor de que nos cuelen gato por liebre.
Más Iberoamérica
La escasa presencia en la sección competitiva del cine de América Latina es otra queja que se ha podido oír estos días, incluso en boca del presidente del Jurado Arturo Ripstein. La explicación que se ha venido dando desde la dirección es que Cines del Sur no debe competir con otros festivales andaluces, y en Andalucía –y también con apoyo de la Junta- está el Festival Iberoamericano de Huelva, con casi cuatro décadas de historia. Claro que el único festival andaluz de los grandes -Granada, Málaga, Sevilla y Huelva- al frente del cual parecen quedar mentes pensantes es Cines del Sur. El resto parecen dirigidos por enemigos, y en el caso de Huelva la decadencia es tan estrepitosa que ha dejado de interesar a los cineastas del otro lado del Atlántico como plataforma para sus películas. Tal vez sea el momento de olvidar los reparos e ir con decisión a por el cine latinoamericano.
Palmarés sin sorpresas
Comentaba Mirito Torreiro, director de programación, que encontró la película que ha merecido el favor del Jurado, la georgiana La otra orilla en el más oscuro rincón del Mercado del film de la Berlinale, que era un título que había pasado prácticamente desapercibido. He aquí una de las funciones que debe cumplir este festival, rescatar lo que otros no supieron valorar. Gracias a esto la mirada pesimista y carente de sentimentalismos que George Ovashvili fija sobre un niño víctima de la guerra y los odios interétnicos de su país ha obtenido un merecido reconocimiento que habría redondeado premiar la electrizante interpretación del niño Tedo Bekhauri. No me convence tanto que la mención al mejor actor fuera para Melih Selçuk, no por que no sea brillante su trabajo en Leche, sino porque indirectamente premia una cinta bastante plomiza. Nada que objetar a Irina Agejkina, que da todo un recital de miradas, risas e intensidad en la blandita Canciones de los mares del Sur.
A la decisión del Jurado oficial sólo le pondría una pega, la presencia en el palmarés con la Alhambra de Bronce de Jalainur, una película que aspira a epatar con una grandiosidad visual que se va al cuerno ante la pésima calidad de su fotografía y la grabación en baja definición. Su lugar bien lo podría haber ocupado otro título venido de china, Good cats, confirmación del gran talento y lo mucho que decir que tiene Ying Liang.
El triunfador moral de este festival es Behnam Behzadi; bastante es que en su debut en el largometraje se lleve la Alhambra de Plata a la mejor dirección y que NETPAC reconozca su película como la mejor cinta asiática. Pero lo mejor es la insólita unanimidad que ha encumbrado a Antes del Funeral –fue también una de las películas más votadas por el público- y que sitúa a Behzadi como uno de los autores a seguir y con más futuro en el actual cine iraní, para el que abre nuevos horizontes formales y temáticos. Esperemos que un endurecimiento en el régimen teocrático de su país no lo eche todo por la borda.
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