Una de zombis
Antes del entierro
(Tanha do bar zendegui mikonim)
Irán, 2008. 35 mm. Color. 104 min.
Dirección y guión: Behnam Behzadi
Int: Ali-Reza Aghakhani, Negar Javaherian, Ebad Karimi, Raya Nassiri
Después de una película inaugural para olvidar –Cape Nº7 es cine comercial sin interés para lucimiento de un cantante- La sección competitiva de Cines del Sur arranca con garra, emoción y cine del que importa. El debut como director de Behnam Behzadi marca una ruptura con la mayor parte del cine iraní que solemos ver en festivales. Con una estructura narrativa de rompecabezas compartimos los últimos días de un hombre, antiguo represaliado político, que antes de su temprana y programada muerte tiene varias tareas que hacer, desde venganzas a encargos anecdóticos, y dejará casi todas sin concluir, porque ni siquiera los muertos pueden cumplir todos sus deseos. El protagonista –ya podemos considerar el asombroso trabajo de Ali-Reza Aghakhani como candidato a mejor actuación-, conductor de autobús en un Teherán fantasmagórico, se confiesa un muerto viviente, y de eso va esta emocionante película, de toda una generación, de todo un país, de muertos en vida, capaces en todo caso de atisbar momentos de felicidad -Siamak a través de su particular Sherezade y su improbable fantasía de soberana de una isla remota-, que sólo sirven como válvula de escape de un mundo sin remedio.
Hay mucha valentía en la propuesta de Behzadi, pues si bien sólo conocemos los problemas políticos del pasado del protagonista o vemos de refilón a los Guardianes dirigiendo redadas contra el alcohol, el retrato que dibuja del Irán de Ahmaninejad es demoledor en su desolación. Formalmente se aparta de la escuela Kiarostami y las tímidas humoradas o el autismo inicial de Siamak están más cerca del cine de Aki Kaurismäki, aunque el tono es más grave. Uno de los mayores aciertos del guión –y de la interpretación del actor principal- es que a lo largo de la película pasamos de esforzarnos por entender a un personaje demasiado hermético a empatizar plenamente con alguien que no se caracteriza por su apasionamiento o extroversión. Hay una determinación fatalista en el personaje abocado a morir joven pero está abierto a lo que el azar depare.
Por un sendero de idas y venidas, de lluvia, sombras y niebla, de inesperados atajos, nos va conduciendo la sabiduría narrativa de Behzadi hasta un final que no es tal pero que es increíblemente hermoso.
Hay mucha valentía en la propuesta de Behzadi, pues si bien sólo conocemos los problemas políticos del pasado del protagonista o vemos de refilón a los Guardianes dirigiendo redadas contra el alcohol, el retrato que dibuja del Irán de Ahmaninejad es demoledor en su desolación. Formalmente se aparta de la escuela Kiarostami y las tímidas humoradas o el autismo inicial de Siamak están más cerca del cine de Aki Kaurismäki, aunque el tono es más grave. Uno de los mayores aciertos del guión –y de la interpretación del actor principal- es que a lo largo de la película pasamos de esforzarnos por entender a un personaje demasiado hermético a empatizar plenamente con alguien que no se caracteriza por su apasionamiento o extroversión. Hay una determinación fatalista en el personaje abocado a morir joven pero está abierto a lo que el azar depare.
Por un sendero de idas y venidas, de lluvia, sombras y niebla, de inesperados atajos, nos va conduciendo la sabiduría narrativa de Behzadi hasta un final que no es tal pero que es increíblemente hermoso.
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