Durante el Tercer Reich el término noche y niebla tuvo varias acepciones; así se llamó un decreto del mariscal Wilhelm Keitel, Nacht und nebel, que explicaba las directivas para la persecución de las infracciones cometidas contra el Reich o contra las Fuerzas de Ocupación en los territorios ocupados. Igualmente era el seudónimo que definía las redadas nocturnas en las que eran detenidos y hechos desaparecer opositores políticos, miembros de minorías raciales o cualquiera que no comulgara docilmente con el pensamiento del Führer. También fue el título de un documental dirigido en 1955 por Alain Resnais, con material incautado a los nazis. El documental repasa con ironía, crudeza y, paradójicamente, con una gran delicadeza, las políticas de exterminio sistemático puestas en marcha por el Tercer Reich.
Las leyes del miedo
Las leyes del miedo
En la España del Siglo XXI, tras dos años de recorte de derechos, salarios y servicios, el gobierno de Mariano Rajoy se dispone a dedicar la segunda parte de su mandato al recorte de las libertades. Está muy fresca la reciente aprobación de una Ley de Seguridad Ciudadana, inútil en cuanto incide en lo ya regulado por el Código Penal, y de contenido claramente represivo. A esto se ha unido en pocos días el anuncio de que el Ministerio del Interior comprará por medio millón de euros un camión que lanza chorros de agua a presión para disolver manifestaciones, un artilugio casi inofensivo según portavoces del departamento gubernamental. Por si fuera poco con todo esto, el mismo gobierno ha elaborado una Ley de Seguridad privada, que faculta a trabajadores de empresas privadas de seguridad a identificar, cachear y detener a viandantes si observan que están cometiendo un flagrante delito; la ley prevé que la autorización pueda extenderse a cualquier ciudadano en circunstancias similares. Según el Sindicato Unificado de Policía, laseguridad privada hace una importante labor con empresas y particulares, pero no puede suponer una injerencia en las labores de la seguridad estatal. La ley ya ha obtenido el visto bueno del Congreso donde alos votos del Partido Popular se han unido los de los nacionalistas catalanes y vascos
. La justificación del ministro García Margallo para esta norma ha sido el apoyo a un sector que genera gran número de empleos en estos momentos de crisis económica. Tal vez la invasión de Iraq no respondió al deseo de derribar la dictadura de Saddam Hussein ni siquiera de controlar la producción d petróleo y se trataba de dar oxígeno económico a Blackwater y otras compañías dispuestas a hacer el trabajo sucio al que el Ejército no se atrevía, no por falta de ganas sino por una cuestión de imagen.
Estas medidas parecen dictadas por el miedo a la disidencia
. La justificación del ministro García Margallo para esta norma ha sido el apoyo a un sector que genera gran número de empleos en estos momentos de crisis económica. Tal vez la invasión de Iraq no respondió al deseo de derribar la dictadura de Saddam Hussein ni siquiera de controlar la producción d petróleo y se trataba de dar oxígeno económico a Blackwater y otras compañías dispuestas a hacer el trabajo sucio al que el Ejército no se atrevía, no por falta de ganas sino por una cuestión de imagen.
Estas medidas parecen dictadas por el miedo a la disidencia
Estas medidas parecen dictadas por el miedo a la disidencia, absurdo en un país que ha aguantado carros y carretas sin rebelarse ni casi mover un dedo contra un poder enfangado en la corrupción y que lo sume en miseria y desesperanza; y también responden a la demagogia de quienes prometen a sus súbditos un mundo más seguro y menos peligroso, a cambio de que permanezcan tranquilos y obedientes.
El huevo de la serpiente
Cuando el Estado renuncia a garantizar la seguridad de su ciudadanía o la deja en manos de terceros está incumpliendo su parte del contrato social que lo legitima y que describió Jean-Jacques Rousseau y, por tanto, es el pueblo el legitimado a derribar dicho Estado. Pero no es la privatización lo más grave de estas decisiones: Cabe suponer que una paliza púbica y profesional no hace menos o más daño que una paliza privada. Hemos visto casos de brutalidad en miembros de las policías nacionales y autónomas; pero se me antoja que estos individuos particulares con entorchados y menor formación que los agentes diplomados y uniformados son más proclives a pasarse al lado oscuro: esos grupos de matones de extrema derecha que proliferan gracias a sus mensajes demagógicos sobre la inmigración y los diferentes; esos mismos que ahora unen sus fuerzas para con currir elecciones intentando rascar migajas de poder de la Europa que detestan. Del huevo de la serpiente sólo pueden salir más serpientes; empollarlo es muy peligroso. Pero en el poder los hay empeñados en considerar la novela 1984 como un manual de instrucciones y el porvenir que sueñan y por el que trabajan en las horas de vigilia es un futuro de noche y niebla.
El huevo de la serpiente
Cuando el Estado renuncia a garantizar la seguridad de su ciudadanía o la deja en manos de terceros está incumpliendo su parte del contrato social que lo legitima y que describió Jean-Jacques Rousseau y, por tanto, es el pueblo el legitimado a derribar dicho Estado. Pero no es la privatización lo más grave de estas decisiones: Cabe suponer que una paliza púbica y profesional no hace menos o más daño que una paliza privada. Hemos visto casos de brutalidad en miembros de las policías nacionales y autónomas; pero se me antoja que estos individuos particulares con entorchados y menor formación que los agentes diplomados y uniformados son más proclives a pasarse al lado oscuro: esos grupos de matones de extrema derecha que proliferan gracias a sus mensajes demagógicos sobre la inmigración y los diferentes; esos mismos que ahora unen sus fuerzas para con currir elecciones intentando rascar migajas de poder de la Europa que detestan. Del huevo de la serpiente sólo pueden salir más serpientes; empollarlo es muy peligroso. Pero en el poder los hay empeñados en considerar la novela 1984 como un manual de instrucciones y el porvenir que sueñan y por el que trabajan en las horas de vigilia es un futuro de noche y niebla.