Se suele invocar aquello de que los jueces son humanos y, por tanto, cometen errores. Añadiré que, como han demostrado el presidente y el tribunal de la Audiencia de Coruña, pueden ser tontos de remate. Su absurda e incluso criminal sentencia sobre el desastre del petrolero Prestige consagra la impunidad de armadores, petroleras y aseguradoras para envenenar el mar y contaminar las costas y de los gobiernos para tomar las decisiones más erróneas e irresponsables que agraven y extiendan una tragedia. Demuestra también el absurdo de un sistema judicial que se toma once años para llegar a una decisión y da cinco días para recurrirla, así como la mala fe del partido que lo sostiene y ordena mandar al quinto pino unos hilillos de plastilina de crecimiento vertical.
Los perjudicados franceses de Bretaña y Las Landas ya han decidido actuar y denuncian la mala cabeza de su gobierno, que dejó la acusación en manos del español, el primer interesado en que la verdad quedara oculta bajo una opacidad tan negra como el fueloil derramado. Es vergonzosa la alegría con la que los dirigentes del PP celebran hoy la escándalosa sentencia. Tras unas elecciones surge siempre la estéril discusión sobre si el pueblo se equivoca o no -en 1933 los alemanes no se equivocaron, Hitler era quien tenía el mejor mostacho-;el pueblo español, se equivoque o no, tiene memoria de pez.
¡Me lo mandan al quinto pino! |
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