lunes, 30 de noviembre de 2009

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Beautiful people

No se pierdan Celda 211, la película de Daniel Monzón. Este drama carcelario violento y duro tiene un dinamismo, una acción y una credibilidad inéditos en el cine de aquí –si triunfa y es elogiada señalando que “no parece española”, alguien debería tomar nota-, pero sorprende también por su ausencia de maniqueísmo, el empleo de los puntos de vista y porque aborda sin complejos un silenciadísimo tabú: los privilegios de esos intocables de las cárceles que son los presos de ETA.



En Celda 211 a los funcionarios de Interior y al mismísimo ministro se les abren las carnes al saber que los presos amotinados tienen como rehenes a los reclusos etarras. Que nadie les toque un pelo se convierte en principal prioridad por encima de la seguridad y las vidas de los demás implicados, funcionarios e internos, y éstos aprovechan en su favor el miedo del Gobierno a que a los terroristas vascos les pueda ocurrir algo.

Nada que no sepan todos en las prisiones. Los llamados presos vascos son la beautiful people de las cárceles y aún así la trasnochada política de dispersión fomenta su victimismo, la mejor arma propagandística de ETA. Cuando en la prisión de Granada, construida para poco más de mil reclusos, se sobrepasaron los 1.900 internos se nos dijo que a dos presos por celda aún sobraba sitio. Los etarras disfrutan de mazmorra individual; no hay masificación para ellos. A los gudaris no les falta la suscripción a Gara, se les permite tener ordenador, en algunos casos han disfrutado de menús especiales y si a los demás se les construye unas pistas de squash para quemar adrenalina, a los chicos vascos se les paga un frontón con dinero público para que mantengan las esencias jugando a la pelota; ocurrió en la cárcel de Huelva.

Respecto a ETA, como con cualquier tema en el que la alarma social se mida en votos, se hace política de gestos. La ridícula campaña de retirar las fotos de etarras de las herriko no resistió el primer filtro judicial -si yo puedo tener en mi bar fotos de Charles Manson o de Bokassa, ¿por qué no una de De Juana?-, pero fue jaleada por valiente. Ningún gobierno insular ha subvencionado a las familias de cientos de presos canarios que están en la Península para que les visiten como sí hicieron los gobiernos del PNV con la parentela de los etarras. ¿No sería lógico que en lo posible todos estén cerca de sus casas eliminando tanto los tratos de favor como las discriminaciones? Pero no, si se devuelven los presos a Euskadi y alrededores se considerará una cesión inadmisible y la tendremos liada. Un asesino es un asesino, sea terrorista, maltratador o delincuente común y merece la misma pena. Tan injustos son los privilegios de unos presos respecto a otros como el diferente trato penal, pero no intenten razonar contra lo que se decide de cara a la galería.


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