Rupert Murdoch, el magnate dueño de News Corporation, se pregunta: "¿Deberíamos permitir a Google y Yahoo que roben todo nuestro copyright? La gente está leyendo las noticias gratis y eso tiene que cambiar”. La espesura mental de Murdoch y su incapacidad para entender en qué mundo vive, se contagian, y de ese calibre son los argumentos que se emplean para cercenar el acceso al conocimiento libre. Financiado por la Motion Picture Association of America -es decir, seis grandes estudios de Hollywood-, el informe llamado Piratería de películas, crimen organizado y terrorismo proclama que “la piratería de DVDs es un negocio usado por grupos terroristas y bandas del crimen organizado para financiarse”. Genial.
La Asamblea francesa ha aprobado la Ley Antipiratería, para frenar las descargas ilegales de la Red de películas y canciones -incluidas las de Carla Bruni-. Es un sistema de tres avisos al pirata que llega hasta la supresión temporal de su conexión a Internet. En España es inminente el acuerdo auspiciado por el nefasto César Antonio Molina entre la SGAE y las demás gestoras privadas de derechos y las operadoras Telefónica, Vodafone, Orange y Ono. El movimiento de resistencia en la Red ya informa sobre cómo darse de baja de dichas compañías, a las que les puede salir cara la broma; en Francia las operadoras se quejan de que el usuario sancionado sin red no deberá pagar su conexión durante ese tiempo y, claro, es un dinerito... En Suecia la prohibición de las redes P2P hace una semana ha producido un efecto devastador en el uso de Internet, que ha caído un 33%. Pero además de fomentar la desalfabetización digital, Estados y compañías privadas pasarán la factura al contribuyente. En Francia el encargado de dar los tres avisos será un nuevo cuerpo de burócratas... En España las operadoras ya han avisado de que controlar las descargas P2P costará 100 millones de euros al año. Una de ellas, la gallega R, entiende que los operadores no deben ser vigilantes de sus clientes y anuncia que no entrará en el juego. Que cunda el ejemplo.
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Las leyes son absurdas cuando se demuestra que son imposibles de cumplir. Y en el caso de las leyes que cercenan el conocimiento libre en nombre del copyright, se dan casos cómicos: A su llegada al Reino Unido el presidente Barack Obama regaló al primer ministro Gordon Brown un estuche con 25 películas clásicas en DVD... codificadas para la Región 1; para verlas en el reproductor de su casa, Brown deberá romper la protección geográfica, es decir, vulnerar la Ley. Peor lo tiene Isabel II, pues Obama ha convertido a Su Graciosa Majestad y a sí mismo en delincuentes al regalarle un iPod cargado con música y vídeo, contenidos que según las leyes de propiedad intelectual no son poseídos sino licenciados, y el comprador no tiene derecho a venderlos o regalarlos.
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