En la llamada novela negra, y los géneros policiacos en general, no suele ser práctica habitual releer; puede ser por los elementos característicos de suspense e incertidumbre de los que una relectura despoja a una obra literaria. Sin embargo en el caso de las novelas y relatos de Chester Himes puedo garantizar que volver a ellas es siempre un placer para el lector. Chester Bomar Himes (1909-1986) está unánimemente considerado el más grande de los escritores afroamericanos. Pero este autor, a diferencia del resto de los escritores negros, no reivindica ninguna raíz africana. Tampoco se explaya en el victimismo ni aboga por una grey negra. Himes fue negro pero su postura no guarda ninguna relación con la del negro concienciado, que tanto satisface a la progresía blanca. Tampoco con el folclore, la inquietud étnica, el realismo mágico ni ningún otro de los estereotipos a los que suelen adscribirse los literatos de su color.
El primer factor a tener en cuenta es que al dedicarse a la novela negra Chester Himes sabía perfectamente de lo que escribía. Fue delincuente antes que novelista. Nacido en Jefferson City, estudió en Cleveland, pero no durante mucho tiempo ya que un atraco a mano armada le llevó a la cárcel de Jefferson durante siete años -le habían caído veinte-. Entre rejas leyó incansablemente y comenzó a escribir y publicar. Su máquina de escribir y su inmediato éxito comercial le granjearon el respeto de los demás reclusos. Su experiencia en prisión la cuenta en su libro de memorias-póstumo- La cualidad del sufrimiento, e inspiró un libro de relatos, Negro sobre negro (Black on black), título empleado también para la edición española de sus memorias carcelarias e inspiración de su obra póstuma, Por el pasado llorarás.
En 1945 publica su primera novela, Si grita, déjalo ir (If He Hollers Let Him Go!), que obtiene un gran éxito y le permite dedicarse a la literatura.
En 1953, siguiendo la estela de otros escritores americanos, como Ernest Hemingway, y músicos de jazz como Charly Parker, Lester Young y Dexter Gordon, Himes se traslada paulatinamente a París, cansado del racismo de su país. Casado con una inglesa, a partir de los años sesenta no regresará más a su patria. En esta época comienza la serie de novelas de género negro que protagonizan los detectives de Harlem Ataúd Ed Johnson y Sepulturero Jones (Coffin Ed Johnson y Grave Digger Jones). A estos dos tipos duros debe el éxito mundial y la inmortalidad de obras como Por amor a Imabelle, Todos muertos, Algodón en Harlem, La banda de los musulmanes o Un ciego con una pistola. Es curioso que fuera uno de sus relatos más flojos -Un cadillac de oro puro- el que obtuvo mayor éxito, incluso inspiró una canción de la banda española Gabinete Caligari. Decía ser un negro que no aceptaba el problema de los suyos como propio, sin embargo en estas obras traza retratos implacables de los submundos policial y del hampa y de los conflictos sociales en el gueto.
Sin embargo el género negro -más negro en su caso, permítanme la broma- no fue, ni mucho menos el único estilo que practicó. Todavía en los EE.UU., tuvo serios problemas para publicar Una cruzada en solitario, por su contenido antirracista, y Tirar la primera piedra, por su apoyo y comprensión hacia la homosexualidad.
No me consta que el cine adaptara obras de Chester Himes, pero la sombra de Sepulturero y Ataud puede verse proyectada en los mitos de la blaxploitation como Cleopatra Jones y Shaft, reivindicados en la película de Quentin Tarantino Jackie Brown.
En 1969 Chester Himes se instaló en la localidad alicantina de Moraira, donde residió hasta su muerte 17 años después. Himes, a diferencia de James Baldwing y el resto de los autores afroamericanos ni muestra ninguna simpatía por los otros negros ni propone solución alguna al problema. Nuestro hombre se limita a dar cuenta de la brutalidad de cuanto le rodea, sin abogar por rendenciones. Su brutalidad es concienciada pero sin concesiones a la conciencia. Por eso, y por su indudable talento, la suya es una obra inmortal.
En 1969 Chester Himes se instaló en la localidad alicantina de Moraira, donde residió hasta su muerte 17 años después. Himes, a diferencia de James Baldwing y el resto de los autores afroamericanos ni muestra ninguna simpatía por los otros negros ni propone solución alguna al problema. Nuestro hombre se limita a dar cuenta de la brutalidad de cuanto le rodea, sin abogar por rendenciones. Su brutalidad es concienciada pero sin concesiones a la conciencia. Por eso, y por su indudable talento, la suya es una obra inmortal.
vídeo: Gabinete Caligari - Haciendo el bobo
Próxima entrega: La Serrana de La Vera, una leyenda feminista (muy pronto)
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