sábado, 24 de septiembre de 2011

iNews

 Confieso que me escandalicé más bien poquito cuando el Consejo de Administración de RTVE decidió meter las narices en las escaletas de los informativos. Por experiencia sé qué no hace falta tener acceso a complejos sistemas informáticos, algo que se puede hacer muy cuesta arriba para el coeficiente mental de muchos políticos, para alterar parrillas y decidir qué noticias se van por el retrete y cuáles abren telediarios. Un teléfono lo maneja cualquiera y en los medios públicos los despachos de los directores y jefes de informativos siempre han tenido línea directa con Ferraz o Génova, como en el ámbito casero el teléfono rojo conecta hoy con Torre de la Pólvora y mañana con Aben Humeya. Yo también uso el famoso iNews y, cierta vez mi entonces jefe me conminó a evitar las bromas y motes con que, sólo para uso interno, solía titular mis noticias de radio  porque, decía, “nunca se sabe quién mira las escaletas”.


Bien está defender la televisión pública y su neutralidad, pero no comparto tanto jabón como se le da estos días a RTVE. Cierto que éste, el de la era Zapatero, es el período de mayor calidad y, desde el de Fernando Castedo como director general e Iñaki Gabilondo como jefe de informativos, el de más ecuanimidad de su historia, pero no es el modelo de objetividad que se proclama. Veo que desde el verano cada telediario tiene su “minuto Rubalcaba” y no se me olvida la cortina de silencio que se corrió sobre el 15-M y, en oposición, el despliegue de propaganda y peloteo ante la reciente visita de Joseph Ratzinger a España. En RTVE se convierten en noticias las declaraciones, medidas y calculadas para el Telediario, de dirigentes de los dos grandes partidos, a los que de este modo se les permite marcar la agenda.


El intento de implantar la censura previa en RTVE demuestra el escaso valor que hoy se concede al periodismo, trata de institucionalizar lo que ya es práctica habitual y ha venido claramente dirigida desde fuera de Torrespaña. Pretenden que creamos que la orden de intervenir en los telediarios no partió ni de Génova ni de Ferraz, que era una ocurrencia de sus peones. Pero era la tercera vez que la consejera del PP Rosario López Miralles lo intentaba y ahora el cerebro y quien propició las necesarias abstenciones era el socialista Miguel Ángel Sacaluga, quien aún hoy insiste en que el control del trabajo de los periodistas de RTVE es un derecho de los consejeros. Rectificar no es de sabios, no cuando es el jaleo que se monta en Internet porque te han pillado lo que te obliga a hacerlo. El comunicado del Consejo es un modelo de cinismo: “Nunca fue voluntad de los consejeros interferir en la labor de los trabajadores de Informativos, ni mucho menos condicionar su independencia profesional” ¡Qué sarta de embustes! Parecido a lo de CCOO, que sin duda será merecidamente borrada del mapa en las próximas elecciones sindicales en RTVE, al salir “al paso de las muchas, y no siempre justas, descalificaciones recibidas” por su representante, una lumbrera el muchacho.

Por supuesto no podía faltar la visión aparentemente crítica que atribuyen el cabreo de los paeriodoistas -que, repito, tragan todos los días con el control de la superioridad, pero no con que ésta se haga norma- a una cuestión de corporativismo y les acusan de algo así como pretender una especie de secreto profesional -¿En periodismo y en el Siglo XXI? ¡hay que ser lerdo!-. Hablo de narcisistas que se masturban con la sóla idea de pensarse contracorriente de un cabreo generalizado -caso controladores- y buscan epatar pretendiendo que en este caso nadie ha querido oir la voz de los comisarios políticos -perdón, consejeros- que son representantes del pueblo, y el pueblo tiene derecho a saber cómo se hacen las noticias.

Pero no, no se trata de otra cosa que de otro paso más para que el modelo bipartidista se instale en todos los ámbitos. Así se dejen los ojos en tanto guiño, desde el 15-M PP y PSOE no han hecho sino pactar menos derechos, menos libertad, menos representatividad, menos democracia. En la misma línea de sus chalaneos para endurecer el bipartidismo en la ley electoral y la reforma constitucional, el ¿frustrado? asalto a RTVE ha sido una paletada más en el reparto del pastel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una cosa que me jode como ciudadano: Que un político de una rueda de prensa con periodistas pero “sin preguntas”. No hay mejor orgullo que comer con nuestro dinero y tener domesticados a los/las periodistas , además de saber que existen aborregados/as radiotelevidentes que “captaran” su mensaje sin el mas mínimo cuestionamiento ni esfuerzo. Claro, que la culpa no es del político de cloaca (no merecemos más con nuestra actitud) sino de la sumisión del o la periodista y el acomodo de receptor del mensaje.