lunes, 5 de septiembre de 2011

Peajes


Mi apellido viene del Algarve; crecí junto a la frontera de Portugal y la otra orilla del Guadiana nunca tuvo para mí y los míos otro exotismo que la lengua. Por el Pilar cruzábamos en barco a Vila Real de Santo Antonio
familias enteras para regresar, niños y mayores, cargados con un kilo por persona de café angoleño, el máximo permitido en la aduana -más era estraperlo-. Después llegó el puente internacional y el descubrir una gastronomía suculenta, abundante y barata, playas y espacios naturales -la espectacular Ría Formosa- a menos de una hora en coche; hoy cruzamos para asistir a un concierto en Loulé, comprar marisco en Olhao, disfrutar de las anguilas de Alcoutim... o tomar un café en Tavira y volvernos. Todo eso se va al cuerno.

La Asamblea de Portugal ha aprobado la implantación de un peaje en la A-22, la Vía do Infante, que atraviesa el Algarve desde Ayamonte. No es un peaje cualquiera. Para utilizar la única vía rápida de la región los turismos deberán abonar 77 euros y 127 los camiones: 27 son por el alquiler de un dispositivo electrónico obligatorio; el resto permite utilizar la carretera durante 90 días, pero no se reembolsa lo que no se gaste. Tomar esa bica en Tavira te cuesta 78 euros. Nunca hubo un café tan caro y nunca se vio nada igual: Un gobierno disuadiendo al viajero -ocasional y no tanto- de cruzar la frontera, pues para pasar una tarde o unas vacaciones de un mes en el Algarve has de pagar tres meses de peaje. La alternativa es la N-125, una carretera sin apenas mantenimiento que atraviesa poblaciones y con una altísima siniestralidad, y pronto un infierno por el paso de los 270.000 camiones al año que dejarán de usar la autovía.


Para recaudar unos euros el Gobierno y la Asamblea de Portugal decretan la ruina de la región que es el motor del país, hunden el turismo y condenan al cierre a hoteles, restaurantes, comercios y negocios asociados, que sustentan en gran parte los clientes andaluces, mandando al par
o a sus trabajadores. También puede ser demoledor el efecto de la medida a este lado del Guadiana, pues el intercambio es bidireccional.

Sólo el Bloque de la Izquierda y los comunistas -y, claro, todo el empresariado y los sindicatos algaravíos y onubenses- se ha opuesto a lo que sólo se puede definir como terrorismo fiscal. Decisiones como ésta demuestran que la política no sólo está habitada por villanos, sino que nos representan unos tarados incapaces de ver más allá del corto plazo, gobiernos y parlamentos que llevan a la recesión a sus países sin pagar peaje alguno por su estupidez. Como los españoles, los políticos portugueses hacen sacrificios en el altar del equilibrio presupuestario. Allí la víctima del holocausto es la economía de toda una región, aquí la Constitución. Allí, como aquí se nos condena al hambre para mañana sin haber catado el pan de hoy

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