lunes, 12 de septiembre de 2011

Hoja de ruta

En el inicio de las clases en Primaria y Secundaria les propongo que comparen dos mapas, el de las movilizaciones contra los recortes en educación y el de los resultados de las últimas elecciones autonómicas. El atlas de los maestros cabreados coincide por completo con el mapa teñido de azul de la España política, es decir, las regiones gobernadas por el PP, UPN y CiU. ¿Una movilización politizada y orquestada contra gobiernos de
derechas? Va a ser que no. Es una batalla a la defensiva contra un ataque a lo público que sí es orquestado. Y entre lo público la derecha ha empleado la tijera en educación consciente de que atacando a la enseñanza pública socava el principio de igualdad de oportunidades entre los ciudadanos.
En Madrid el ruido es mayor, pues allí la beligerancia y las zafias provocaciones de su presidenta hacia los maestros
están obteniendo una respuesta más airada. Tratando de desprestigiar al profesorado con la insidia de que sólo trabaja las 18 horas de clase presenciales que imparte, dice Mariano Rajoy que dedicarles dos horas más no va en detrimento de la calidad de la enseñanza, y sería cierto si se tratara de sumar y no fuera la chapuza con la que el PP sustituye a los tres mil interinos que sólo en Madrid envía al paro. Así no hay forma de atender a los miles de escolares que por su origen, su situación familiar o sus circunstancias académicas precisan apoyos que les nivelen con el resto de sus compañeros. El pretendido ahorro de 80 millones de euros queda en nada ante los 90 millones que deja de ingresar Madrid en beneficios fiscales para las familias que envían sus hijos a la escuela privada, amén de la desgravación indirecta a la concertada.


Lo que está ocurriendo en educación resume todos los demás debates abiertos en la sociedad. Es previsible el deterioro en resultados académicos, conflictividad, masificación, bajas sin cubrir, escuelas ruinosas y sin calefacción que padecerá la enseñanza pública, pero no será una consecuencia sino un objetivo que persigue con denuedo la derecha: la hoja de ruta que lleva al descrédito de la educación y de todo lo público. Se trata de desplazar el concepto de calidad a lo privado. Es un juego al que también se han prestado administraciones socialistas en el ámbito universitario, donde el concepto elitista y mercantilista de excelencia ha sustituido al de universalidad.



Se trata de sacar la educación y otros servicios públicos -sanidad, dependencia- al mercado, donde no todos pueden acceder, y someterlos a los vaivenes especulativos, al tiempo que se expulsa a las clases populares de los servicios que garantizan la igualdad de oportunidades. Si para ello es necesario culpar a los maestros, como antes a los liberados sindicales, siempre hay alguien dispuesto a emprender una caza de brujas.

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