lunes, 2 de febrero de 2015

La fórmula del sulfato atómico

Tal vez no recordéis, o no conozcáis, El sulfato atómico, la primera historieta larga, y sin duda la mejor, de Mortadelo y Filemón, la obra cumbre del dibujante y guionista Francisco Ibáñez, publicada por primera vez por Bruguera en 1969. Por si acaso os recordaré que el sulfato atómico, influenciado por otras novelas gráficas de la época como El asunto Tornasol de Tintín y QRN en Bretzelburg de Spirou y Fantasio,  es una de las peculiares invenciones del profesor Bacterio, quien pretende poner a disposición de la agricultura es un eficaz plaguicida, pero lo que consigue es un infecto brebaje que hace crecer a cualquier bicho hasta tamaños inconmensurables.


Muy pronto podremos estar fácilmente al día de las novedades y descubrimientos de la ciencia gracias a que elpais.com publicará gratuitamente en español los artículos y reportajes de la revista Nature. Volviendo al tema del título,  el pérfido dictador de Tirania debió hacerse con la fórmula del sulfato atómico y arrojar el producto al mar, pues según nos cuenta Fogonazos, el recomendable  blog de actualidad científica de
Antonio Martínez Ron, la ciencia se ha visto obligada a revisar su catálogo de leviatanes marinos como el calamar y el pulpo gigantes, la ballena azul, el tiburón blanco y hasta veinticinco especies, que estaban sobredimensionadas en la mitología popular y en mediciones científicas mucho más deficientes que las actuales. Recientemente también hubo que corregir a la baja el tamaño de algunos cuerpos celestes como el planeta Mercurio, y en esos casos difícilmente se puede culpar al sulfato atómico. Seguro que las primeras mediciones estaban hechas por exploradores y marinos varones que, cuando se trata de tamaños, tienen una irremediable tendencia a exagerar.

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