domingo, 20 de marzo de 2011

Othar

El tarpán -un equino hoy extinto- que montaba el caudillo de los Hunos Atila, aquél con fama de herbicida, se llamaba Othar. Andalucía vive bajo sus cascos. Tarpanes son nuestros gobernantes cuando del medio ambiente se trata. Por eso es una gran noticia la sentencia del Tribunal Constitucional que impone el sentido común sobre el disparatado blindaje nacionalista de los ríos. Andalucía no tendrá un Estatuto de regional, sino de primera”, responde Griñán. Qué altura intelectual la de un presidente que recurre a símiles futbolísticos. Y con Griñán, Chaves, Valderas, Arenas, mediocres políticos que con un fervor autonomista que miraba de reojo a Cataluña, pactaron un Estatuto que no votó ni el Tato, y que rompió la política nacional de aguas en favor de intereses territoriales y de partido y del engorde de la burocracia. Zapatero cedió porque cabalgaba la ola nacionalista, y permitió aquel dislate hidrográfico que rechazaban regantes, ecologistas, científicos, ingenieros y una buena ministra como Cristina Narbona, cuya coherencia le costó cara.


Con la vuelta del Guadalquivir a su cauce no basta. El Gobierno andaluz, bajo el que la única hierba que crece es la de los campos de golf, hace deseable que el Estado le retire todas las competencias en Medio Ambiente. En la última semana hemos visto dos muestras de que en Andalucía toda política ambiental se supedita a la depredación. Una cumbre consejeril anunció desde Sevilla la protección total de la vega de Granada. 26.000 hectáreas de parque agrario, lo que pedían los ecologistas y dos huevos duros. Sigan leyendo: Esa es la declaración de intenciones, sin plazos sin presupuestos, humo. De momento se quedan en el alicatado de 50 hectáreas entre Huetor y Granada, ese Parque del Milenio que ni agricultores ni vecinos ni ecologistas desean, la domesticación de un territorio que solo pide que se fomenten y rentabilicen los usos agrícolas, y blindarse contra el ladrillo y las autovías, como la que la propia Junta promueve desde Neptuno a las Gabias destruyendo entornos como la Huerta del Tamarit.

La segunda en la frente nos la llevamos en la Costa. Le ha caído encima un Plan Subregional, venga campos de golf y puertos deportivos,
modelo de todo lo que no hay que hacer: destruye el territorio, reincide en errores del pasado y ni siquiera da dinero hoy que el golf es un negocio ruinoso y durante bastantes años pocos van a invertir en veleros. Si ofrecen en el Siglo XXI el mismo desarrollismo de los tecnócratas del tardofranquismo es porque las entendederas de los miembros del Gobierno andaluz no dan para más. De la seriedad del ecologismo de la Junta de Andalucía -pura fachada- da idea el que impusieran al jurado del reciente Concurso de Tapas que votara la tapa más sostenible. Digo yo que será aquella que el camarero transporte sin riesgo de volcarla.

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