domingo, 27 de marzo de 2011

Alternativas amistosas



No sé si el presidente del Gobierno es aficionado al póquer, pero a tirarse faroles nadie le gana. Prometió el pleno empleo justo antes de precipitarnos al abismo y el tahúr pretende ahora que de su manga afloren cuatro millones de empleos sumergidos. Un veinticinco por ciento del PIB reconoce el Ejecutivo que está en la economía “B”. Obsesionado con el equilibrio presupuestario, el gobierno Zapatero ha jugado del lado de la crisis para engordar la economía sumergida, hoy lo único que separa de la mendicidad a muchas familias. Puede sonar razonable el establecimiento de un mayor control en los perceptores de prestaciones o subsidios, incluidas las prejubilaciones -¡glups!, tiembla algún socialista andaluz-, pero ante la falta de alternativas, a quien se agarra a una obrilla de tres días o una semana en "B" en la agricultura explíquenle cómo si no evita el desahucio o alimenta a sus hijos. En que necesitará treinta y siete años cotizados para jubilarse prefiere no pensar.

Pero ¿y las empresas? En las últimas semanas el presidente flota en su idilio con los mercados y se codea con los grandes, esos cuarenta patricios –tantos como colegas tenía Alí Babá- que como él han ignorado la economía productiva, aunque nos quieran más productivos, han jugado en el casino global de la especulación y cha
poteado a gusto entre tiburones como ellos. Piden a Zapatero más de lo mismo y más rápido, es decir, esas reformas ineludibles que sólo han traído más paro y desigualdad.

Seguramente alguien que usted conoce trabajó para Iberia, Unión Fenosa o La Caixa y ahora tiene problemas para pagar la hipoteca; jubilados de Telefónica a los cincuenta años; despedidos de FCC o de Endesa a los cincuenta y cinco tras veinte años de servicio... Con quienes les pusieron en la calle se reúne nuestro presidente para hablar de reformas y de economía sumergida. Agárrense. Para acabar con la economía “B” no les amenaza Zapatero con el refuerzo de la inspección. No, para ellos guante de seda: Habrá incentivos y facilidades para regularizar los empleos sumergidos. Alternativas amistosas las llama el exhuelguista Valeriano Gómez.

Según la Federación Na
cional de Trabajadores Autónomos
hay un millón de empresas fantasma, principalmente en la construcción y sectores afines, que no cotizan a la Seguridad Social ni pagan sus impuestos a Hacienda; hay cuatro millones de empleos sumergidos pero no llegan a doscientos cincuenta mil los expedientes abiertos. En la hostelería asegurar a un trabajador por media jornada haciéndole trabajar hasta doce horas no es excepción sino norma, además de un torpedo en plena línea de flotación de la Seguridad Social. Pero mientras el déficit no se resienta y Europa aplauda, nuestro presidente –y el que le sucederá- seguirá en su nube. ¡Qué ganas de votar le entran a uno!


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