Estoy muy de acuerdo con un artículo de Isaac Rosa publicado en eldiario.es, Contra el horror vacui. Es cierto que el mayúsculo batacazo sufrido por el bipartidismo -y en general los partidos y fuerzas de la casta, como ahora se les conoce- en las elecciones del 25 de mayo nos dejó descolocados a todos, y no sólo a las víctimas, que, con nuevos errores y conductas incorregibles, siguen agrandando la fractura del suelo que pisan. Coincido en que las fuerzas de la alternancia no han tocado fondo y queda aún más agujero en el que hundirse. Pero no estoy entre quienes sienten vértigo ante el vacío que dejen los poderosos de ahora cuando acaben de precipitarse. Soy consciente de que después de tirar de la cadena habrá que rellenar el hueco; no siento tentaciones anarquistas o antisistema; sí estoy del lado de la esperanza del que también habla Rosa. No me remorderá la conciencia por pisar las manos de quienes se agarran al borde del precipicio; es más satisfactorio y útil acelerar el desplome.
Hay palabras mágicas para invocar el horror vacui: inestabilidad, ingobernanilidad, desorden.. Ese miedo al vacio es paralizador, por eso buscan extenderlo, y lo son también las mentiras disfrazadas de verdades comunes: Digan lo que digan las encuestas de preocupaciones del CIS, el mayor problema de España no es el paro, sino la pobreza. El miedo al paro es útil a los causantes de la crisis, porque te mueve a aceptar condiciones de trabajo y salarios que te precipitan en la pobreza, un concepto a simple vista más ambiguo al que sólo se teme de veras cuando se ha sufrido. Todos tenemos los mismos vicios: comer, a ser posible lo suficiente varias veces al día, vestirnos, cobijarnos del frío y la intemperie, librarnos de la enfermedad y la ignorancia... En esas condiciones ¿cómo vamos a creer a los partidos de la
crisis cuando se proclaman única alternativa para salir de ella? Ya hemos visto a la gente organizarse y plantar cara para defender la sanidad y la educación públicas o contra los desahucios y los abusos de la Banca; riesgos ambientales hacen levantarse a una región entera contra el gobierno y el Tribunal Supremo; iniciativas surgidas en Barcelona y Madrid para que el pueblo se haga con los ayuntamientos suenan muy bien ¿qué nos impide ir aún más lejos? Y además sin paciencia, hay que comer todos los días y seguir aspirando a se felices. Nadie dijo que vaya a ser fácil, pero no empecemos por decir que es imposible.
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