lunes, 14 de julio de 2014

Patria, nación y telas de colores



Hacía muchos años -diría que desde El laberinto de las aceitunas, Sin noticias de Gurb y las novelas de Petros Márkaris protagonizadas por el comisario Kostas Jaritos- que para mi la lectura de un libro no iba asociada a una risa a carcajadas -hasta temer que las mandíbulas se me desencajen y sufrir dolores abdominales-. Ha vuelto a ocurrirme con Catalanes todos, la más reciente novela del joven narrador barcelonés -salvo que sea Rimbaud, a los 48 años un escritor está en la flor de la vida- Javier Pérez Andújar. Reescritura y ampliación de su ensayo Las 15 visitas de Franco a Cataluña publicado en 2002, Catalanes todos es un fresco histórico que relata como los catalanistas conservadores de Cambó celebraron y se unieron al levantamiento franquista, fusilaron rojos con entusiasmo en la Playa del Parapeto -hoy Playa Chernobyl- en Sant Adriá, se enriquecieron durante el franquismo, participaron en la red de fuga de jerarcas nazis, fueron los principales actores de la corrupción y la especulación urbana de aquellos años y, cuando las cosas cambiaron, sobrevivieron manteniendo sus privilegios y la primera fila envolviéndose en senyeras y consignas nacionalistas, pero tan de derechas como siempre. A Franco la ciudad le chiflaba, en especial la sardana, la Moreneta y el Barça. A lo largo de las décadas el lector va encontrando las mismas caras en los desfiles de la victoria, los juegos florales y deportivos del Primero de Mayo -entonces San José Artesano-, las finales de la Copa del Generalísimo a las que el Caudillo era tan aficionado, los cócteles y bailes de la burguesía barcelonesa y las diadas de los últimos lustros, desde la del millón a la de la Vía catalana.

En la novela se repiten apellidos que a muchos sonarán -Vidal-Quadras, Samaranch, Porcioles..-. Sin que en ningún momento el autor lo proclame -no intenta hacer un panfleto-, es sencillo unir por la línea de puntos franquismo, pujolismo y post-pujolismo y concluir que, salvo durante la presidencia de  Lluis Companys y el Tripartito, en Cataluña siempre han mandado los mismos. Se incluyen divertidos episodios escatológicos, delirantes ucronías como la que nos sitúa ante los países del Eje como vencedores de la II Guerra Mundial y otros delirios como el que plantea al exministro franquista y destacado opusino Laureano López-Rodó redactando el borrador del Estatut: Los catalanes, como los demás españoles, son también hijos de Dios. A fuer que Pérez Andújar logra divertirnos con su lengua acerada, y reirse de patrias, banderas y poderosos siempre es sano.
Lo que podrían ser los restos de un rito satánico en Playa Chernobyl

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