lunes, 3 de marzo de 2014

Oblomovismo

Necesito tanto tiempo para no hacer nada, que no me queda tiempo para trabajar.
Pierre Reverdy

Illiá Ilich Oblómov es el personaje que da título a la novela más conocida del escritor ruso Ivan A. Goncharov, publicada en 1859. Oblómov es un joven noble que, desde la exitosa publicación de la obra, se convirtió en la personificación del hombre superfluo, y oblómovshchina u oblomovismo, término despectivo con el que lo llama su amigo Andrei Scholtz, describe su extrema indolencia. Oblómov apenas sale de su habitación donde, siempre en batín y tumbado en un viejo diván, evita los problemas y las responsabilidades procedentes del mundo exterior en un permanente ¿por qué hacer hoy lo que puede esperar a pasado mañana? Su incapacidad de decidirse bloquea cualquier acción y, como es permeable a todo cuanto le abruma y hace sufrir, sus cavilaciones le llevan a menudo al paraíso perdido de la infancia. Aunque sabemos que, aún adulto, es incapaz de vestirse y calzarse sólo sin la intervención de su criado, el antipático Zakhar, en el capítulo El sueño de Oblómov conocemos Oblómovka, la propiedad familiar donde se crió, y descubrimos que ese escapismo e inactividad son la marca de la familia, heredada de padres y abuelos; a todo Oblómov escandaliza y asusta cualquier perspectiva de cambio, y más si obliga a salir de la inactividad. Todo se lo deben hacer los demás.

Pero esta sátira de la nobleza rusa y del sistema de la servidumbre, es mucho más universal y actual de lo que en principio podríamos pensar; un lector inteligente no tarda en darse cuenta, aunque sienta cierta empatía hacia el personaje, como el propio autor fomenta. Ciento cincuenta años después en este rincón de Occidente la práctica de quienes nos gobiernan se asemeja bastante a la de Oblómov. La indolencia y la vagancia son señas de identidad del gobierno de Mariano Rajoy, que sólo sale de la inactividad cuando le azuzan desde fuera. Del mismo modo que a Oblómov su paisano Tarántiev  y el hermano de su casera, compinchados, le estafan y le hacen firmar documentos que no le dejan leer antes, este gobierno sólo se sacude la pereza bajo presión; la codicia de las empresas privadas de vigilancia les hace aprobar leyes de seguridad que bordean lo inconstitucional; las ambiciones de empresas de servicios están detrás de una reforma de la administración local privatizadora; de igual forma las indicaciones de la Unión Europea sirven de excusa a recortes económicos y de derechos.
Oblomovismo
El miedo a una sangría de votos por la derecha lleva a la contrarreforma de la Ley del Aborto y a los arrebatos ultracatólicos del ministro de Interior que se pretenden imponer a toda la sociedad. Ante cualquier cosa que considera amenazante el presidente enarbola la Constitución de 1978 como si fuera el sí nupcial de un matrimonio indisoluble e inmutable. No caen en la cuenta de que negar los cambios, bien por pereza o bien por temor al propio cambio, es puro oblomovismo.


A mi amigo José Luis Mendoza, Polín, que, aunque es lo opuesto a Oblómov, fue quien me descubrió la novela.

No hay comentarios: