domingo, 8 de abril de 2012

Cambio de régimen o coche oficial (IU ante la gobernabilidad de Andalucía)

La victoria parcial, fracaso total -como con muy mala baba titulaba el ABC de Sevilla- de Javier Arenas en las elecciones del 25 de marzo, dejó a la -autodenominada- izquierda tan feliz como descolocada. El perdedor José Antonio Griñán podía citar aquel glorioso número de Faemino y Cansado sobre Carlos Sainz, “mola mucho más ser subcampeón que campeón”, y quienes podían tirar cohetes eran los de Izquierda Unida, con unos resultados que les permiten duplicar su representación parlamentaria, pero que siguen estando muy por debajo del techo que marcó Julio Anguita.
Las direcciones nacional y regional de Izquierda Unida han dejado claro que no se va a permitir un gobierno en minoría del Partido Popular, como ocurrió en Extremadura tras las elecciones de mayo de 2011. Se impone, por tanto, negociar, sea investidura, acuerdo de legislatura o gobierno de coalición entre socialistas e IU. Al PSOE le toca dejarse querer y ceder en la negociación; es a Izquierda Unida a la que le corresponde adoptar las decisiones más delicadas y trascendentales para su futuro. Con todo el escepticísmo que uno quiera aplicar -mucho en mi caso-, este acuerdo, sea cual sea la forma que adquiera, abre un panorama de cambio esperanzador si lo comparamos con el cambio hacia atrás que proponía Arenas, y la posibilidad de hacer políticas más cercanas a las de la izquierda real, respondiendo a la crisis de manera opuesta a como lo hace el gobierno de Mariano Rajoy. Sin embargo se empiezan a ver síntomas muy preocupantes en la forma en que se está llevando el proceso de negociación, en el que Izquierda Unida corre el riesgo de dilapidar su crédito y traicionar la confianza que le ha sido dada.

Las opciones de IU

Las alternativas para Izquierda Unida son básicamente cuatro: Entrar a formar parte de un gobierno de coalición presidido por José Antonio Griñán; quedar fuera del gobierno y alcanzar un pacto de legislatura estable para sacar adelante los presupuestos y las principales leyes dotándolas de una impronta de izquierdas; apoyar la investidura de Griñán y retirarse a la oposición alcanzando acuerdos concretos; y la cuarta, abstenerse, lo que permitiría a Javier Arenas gobernar en minoría el tiempo suficiente para comprobar la insostenibilidad de su Gobierno y convocar nuevas elecciones o volver a lanzarle el anzuelo al PSOE. La asamblea de bases celebrada en Sevilla esta Semana Santa -y controlada por la CUT de Sánchez Gordillo y el SAT- ha rechazado toda opción que no sean estas dos últimas, pero no parece que esa vaya a ser la opinión de la mayoría en el conjunto de Andalucía.
 
El gobierno de coalición es una posibilidad sin duda arriesgada, pues el votante de IU no quiere ver a la formación como muleta que apuntale al PSOE -esa ha sido precisamente la advertencia hecha por Sánchez Gordillo- , pero asumir por primera vez responsabilidades en el Gobierno de Andalucía y hacerlo bien demostraría que es una opción de gobierno menos quemada por la corrupción y el apoltronamiento que el PSOE y demostrar también que son posibles y más efectivas políticas más de izquierda en tiempos de crisis; sería fundamental hacerse con consejerías como la de Medio Ambiente, cerrando el vergonzoso caso del Algarrobico, encargando el  aplazado durante décadas e imprescindible estudio epidemiológico sobre la industria química onubense y plantando cara al modelo turístico de golf y puertos deportivos que han promovido los consejeros socialistas malagueños; o aquellas que permitan realizar políticas sociales y redistributivas, caso de Igualdad y Bienestar Social o Agricultura.

El pacto de gobierno o de legislatura sólo beneficiaría al PSOE, aliviado de no tener que compartir Consejo de gobierno, y pone en bandeja volver a la retórica, falsa y victimista, de la pinza. La abstención, dejando paso a un Gobierno del PP es sencillamente inadmisible, y marcaría el suicidio y la ruptura total de IU, y no porque el PSOE no se la merezca, sino primero porque desde el principio se vendería como un pacto entre populares e IU, como ocurre en Extremadura donde, aunque tal acuerdo no existe y lo que ha hecho IU es dejar gobernar al más votado, es esa la imagen que se da. Segundo, porque la posibilidad de un poder absoluto del PP en toda España, Andalucía incluida, es aterradora, y tercero porque la derecha podría gobernar con normalidad Andalucía, es simple alternancia, pero no justo  ahora; las recetas del PP en la actual situación económica y social de la comunidad solo traerían la ruina y el hambre.

¿Qué hacer entonces? Lo primero que ha de asumir la coalición que lidera Diego Valderas es que no puede ser la misma después del 15-M. De hecho ante las citas electorales que han venido después de aquellas movilizaciones y acampadas, la formación ha querido abanderar aquél descontento y llevar a las cámaras legislativas la demanda popular de más democracia, más representatividad directa, limpieza y otras formas de hacer política. Es lo que, sin duda, le exigen muchos de sus votantes, y probablemente en su creciente cosecha de votos hay mucho 15-M. No puede, por tanto, mostrarse ni comportarse como un partido convencional, y eso condiciona la forma de pactar con un partido como el socialista que ha practicado y defendido políticas neoliberales, se ha aferrado a un sistema electoral injusto, ha blindado los privilegios de la clase política y del poder económico y ha albergado en su seno un insostenible poso de corrupción. A Izquierda Unida -y al PSOE si se convierten en socios- corresponde demostrar que las fórmulas liberales contra la crisis ni son las únicas posibles ni son las adecuadas, y callar a quienes interesadamente tildan de demagógico y utópico todo lo que se salga del catecismo del mercado, pero debe también asumir que su programa contiene propuestas cargadas de buenrollismo imposibles de llevar a la práctica.

Los políticos de siempre

¿Están los líderes andaluces de Izquierda Unida preparados y capacitados para ese cambio? En principio debía ser una buena señal el que Izquierda Unida anunciara la celebración de asambleas abiertas no sólo a su militancia, sino a quienes les dieron su voto el 25 de marzo, para que se pronuncien sobre el posible acuerdo con el PSOE para gobernar Andalucía. Lo malo es que esas asambleas en la mayoría de los territorios no se estén celebrando aún y sí ha comenzado la negociación por arriba, entre Valderas y Griñán. Se corre el riesgo de dar a militantes y simpatizantes un acuerdo ya hecho para que su opinión sea simplemente un plebiscito sobre los cambalaches que la élite dirigente haya hecho con el PSOE.
 
Y lo malo es que de esas negociaciones ya se han conocido algunos aspectos que hablan bastante mal de Diego Valderas y los suyos. Algunos medios han revelado que en un hipotético gobierno de coalición, IU aspira a conseguir tres consejerías, además de la Presidencia del Parlamento andaluz, una cuota de poder en Canal Sur y sobre todo manos libres para la contratación de personal en los departamentos que controle. Si esto es cierto, Valderas está jugando al mismo juego que ha hecho a buena parte de la sociedad abominar de la política y los políticos. Si Valderas tiene sueños de moqueta y coche oficial, si los suyos maniobran para disfrutar de los oropeles del poder, es que nos han engañado. En Granada tenemos una mala experiencia en la coalición IU-PSOE que hasta mayo pasado gobernó la Diputación,a la que no se le conocieron verdaderas políticas de izquierda, que sólo sirvió para usar y abusar de dietas y coches oficiales, colocar a un centenar de militantes de IU en el organismo, enredarse con asuntos como el legado de José Guerrero, y acabar bajo la sombra de la corrupción, con el turbio asunto de las facturas dobles de una feria comercial en Marruecos que puede acabar con algún dirigente del PCE imputado, y no olvidemos a Torrijos y Mercasevilla, o la alcaldesa de Manilva, tan amiga de sus amigos y familiares y tan suelta con la Visa.

Puede que el problema sea que Izquierda Unida sigue orbitando en torno a un partido a la vieja usanza, el PCE, que atesora los mismos vicios que hizo a la calle clamar la pasada primavera contra los partidos. Que Diego Valderas es un político convencional, que hace décadas que no vive de otra cosa que de la política y que no tendría de qué vivir fuera de la poliítica; que él y otros dirigentes no sirven para estos tiempos. Al margen de que esté o no en el próximo gobierno andaluz, Izquierda Unida en Andalucía debe plantearse a muy corto plazo un relevo de dirigentes y de formas de hacer política.

Izquierda Unida no debe entrar en el Gobierno Andaluz para meter a toda su tropa dentro, inflando aún más una administración que padece obesidad mórbida. Adelgazar la administración, corregir las duplicidades, hacer una poda sin piedad de altos cargos y de sus sueldos es impresicnidible y es más de izquierdas que engordar lo público sin ton ni son, porque lo que se ahorra en asesores, directores generales, delegados y sus respectivas cortes es dinero que puede ir a políticas sociales, a salud, a investigación... Eso que aseguran propone Valderas de mantener tal cual la tela de araña de agencias públicas es suicida.
Hay que simplificar, desburocratizar. ¿Crear empleo desde la administración? Sí, pero un empleo que sirva para algo, que produzca bienes y bienestar para los andaluces;  no lujosas revistas de autobombo con veinte fotos del consejero de rigor por número para tenerlas muertas de risa en los despachos; no productoras de televisión siguiendo a sol y sombra al consejero; no jefes de prensa, asesores, conductores... No se sostiene Andalucía con cuarenta mil teléfonos móviles en manos de personal de la Junta. Me temo que en Izquierda Unida ni siquiera se están planteando esa necesidad de adelgazar lo superfluo de la administración para reforzar su papel de reactivar la economía productiva, sino todo lo contrario. Una prueba la hemos visto en que en Granada IU se alineara con el PP y los empresarios de la capital para criticar el cierre adelantado de la temporada de esquí en Sierra Nevada, que bastante ha aguantado ya en un año de sequía. Lo pide en nombre de mantener unas semanas más unos empleos, es decir, dar trabajo desde una empresa pública porque sí, a costa de crear graves pérdidas en dicha empresa. Se dice defender lo público mientras se lo perjudica. Extrapolándolo a la macroeconomía, no se puede dar la espalda al control del déficit, se trata de no convertir el control del déficit en la medida de todas las cosas, pero sin que se nos vaya de las manos.

Hablo de un giro a lo práctico, de fórmulas que saquen a Andalucía del pozo. No se trata de un giro a la derecha o a la realpolitik. En determinados aspectos -no evidentemente en lo que se refiere a la cháchara castrista y chavista- Marinaleda -que representaría el ala más radical- es un ejemplo a seguir: Cómo han recuperado la tierra para ponerla a producir, su sistema de autoconstrucción de viviendas, el control de todo el proceso de producción, distribución y comercialización de los productos del campo no son ninguna utopía, son una realidad tangible y extrapolable a otros lugares; sin llegar a su modelo asambleario -además de nada operativa, la asamblea es el método más refinado de aplastar al disidente, como demostró la Revolución Cultural China-, es posible avanzar en una mayor representatividad. Ignoro si tiene la Junta de Andalucía capacidad de legislar una norma electoral para su territorio pero sería una posibilidad -recogida en el programa de IU- a contemplar.


La carta de compromisos firmada por los candidatos de IU antes de las elecciones andaluzas es un documento de propuestas posibles, razonables y necesarias, que el PSOE podría asumir. Yo me saltaría el primero de los puntos, toda esa pamplina andalucista e identitaria, pero la renta básica es imprescindible en la actual situación y es además un imperativo del Estatuto de Autonomía; la creación de una banca pública puede ser más útil en Andalucía que en cualquier otro territorio para que se mueva el crédito, siempre que su gestión sea profesional -que no quiere decir privada- y no se repita el nefasto modelo politizado y clientelar de las cajas de ahorros. La propuesta de eliminar las diputaciones también es positiva, otra cosa es que pueda hacerlo una comunidad autónoma. Lo son la presión impositiva sobre las viviendas vacías, el refuerzo de la inspección tributaria contra el fraude, dejando sin efecto en la medida de lo posible la amnistía fiscal como se ha hecho en el País Vasco, y, por supuesto, el obligado cumplimento de un código ético frente a la corrupción que comience por dejar fuera de la administración a todos los implicados en el fraude de los EREs. Sólo con que en el Parlamento puedan constituirse comisiones de investigación se habrá dado un golpe de muerte a un régimen caduco. Otra aportación que se le debería pedir a Izquierda Unida es la expulsión de la enseñanza de la religión de la escuela pública, ahora que el gobierno en funciones pretende que, junto a la católica, más confesiones entren en los colegios públicos, obligando a efectuar un gasto añadido en detrimento de la calidad de la enseñanza. Y respecto a la radiotelevisión pública es urgente poner de patitas en la calle a la actual dirección de Canal Sur, para acto seguido hablar con los profesionales sobre un modelo de televisíon y radio que en lo informativo esté libre de presiones políticas, en lo que a entretenimiento se refiere destierre lo chabacano y refuerce los valores culturales y formativos y que en cuanto a la gestión acabe con la dependencia de las productoras privadas y adelgace la empresa sobre todo por arriba, en directivos, sueldos y gastos supérfluos. No se trata de repartirse cuotas de influencia y poder. Ya tuvimos bastante en los gobiernos de coalición con el PA teniendo que seguir los antojos de los consejeros coaligados.

En cambio no pasa nada si a la hora de negociar con los socialistas IU se va olvidando de eso del banco de tierras -cuando bastaría con freir a impuestos los campos baldíos-, la legalización del cannabis y el cierre de bases americanas como si pudieran hacerse por cuenta y riesgo de Andalucía. Se puede prescindir de esa calderilla altermundista ante la posibilidad de hacer una política de izquierdas de verdad, gobernar una Junta de Andalucía más pequeña y cercana, ensayar fórmulas keyneisanas frente a la crisis, y no pensar en dónde coloca uno a los suyos. Mi temor es que para guiar ese camino la actual dirección de Izquierda Unida no sirve.

1 comentario:

MDF dijo...

Spain. 19 de Germinal, día de los rábanos:

Otro paso más para militarizar Ourense. Salir del Euro, de la UE y de la OTAN. El PCE aceptó la monarquía en 1977 por presiones militares. ¿Marxismo anticuado?. ¿Por qué es más bien Marx y no Keynes quien regresa?. El negro futuro de la economía española. Solo el 26% de los votantes del PP confía en Rajoy. Se busca a dos guardias civiles. ¿Quién debe pagar las deudas?. El BCE tampoco compra deuda española esta semana. Los directivos de Seat se duplican el sueldo mientras tienen pérdidas... Pulsar "Entrar" en:

http://aims.selfip.org/spanish_revolution.htm