domingo, 26 de febrero de 2012

¡Viva Las Vegas!

 
En el Sands Casino de Las Vegas Frank Sinatra grabó en 1966 un memorable directo junto a la Orquesta de Count Basie y con la dirección musical de Quincy Jones. Frankie, además de cantante excepcional y solvente actor, era un mafioso, como los dueños del Sands. Hoy los Sands se extienden por el mundo dirigidos por el magnate Sheldon Adelson, benefactor del ala más extremista del Partido Republicano, que ha fijado su mirada de halcón en España para obsequiarnos con su macroproyecto Eurovegas. Madrid y Cataluña se disputan el regalito.

17.000 millones de euros en inversiones y doscientos mil empleos son una bicoca, y la inefable Pilar Rahola se queja de que desconfiemos y de que este país sea “así de estupendo, cuanta más hambre tiene, más ata los perros con longanizas”. No aprendemos: Ni 15-M, ni corrupción a saco en los telediarios, ni burbujas y pelotazos, ni el cacareado cambio de modelo productivo; nada detiene al burro cuando le ponen la zanahoria delante, se apellide el pollino Aguirre, Mas o Sebastián. Con ellos, el respetable, que sigue en el todo vale por un empleo, sea un cementerio nuclear en terreno inundable o esta alianza entre las instituciones públicas y el crimen organizado. Crimen organizado, sí. Un dato: Los casinos de Adelson en Macao están controlados por intermediarios directamente relacionados con la triadas mafiosas. Roberto Saviano, que de mafias algo sabe, ha advertido de que “Si aprueban el Eurovegas, Cataluña (o Madrid) se convertiría oficialmente en el centro del reciclaje mafioso de Occidente”.



Lo que nos trae Mr. Adelson es una zona franca del juego al margen de toda norma. Lo deja claro en la docena de exigencias que plantea. Lo de menos es el que se permita fumar o la entrada de menores y ludópatas. Es no pagar impuestos o Seguridad social durante años, es suelo público sin Ley del Suelo, es que el Estado avale los créditos que pida. Es que no haya convenios colectivos, es cambiar la Ley de Extranjería – y aún hay ilusos que creen que darán trabajo a españoles-. Son infraestructuras a cargo de la Administración y manga ancha para el blanqueo de capitales. Combatiendo el dinero negro y el fraude fiscal escaparíamos a la crisis, pero lo que nos venden es corrupción a la luz del día y con fuegos artificiales que la celebren.

Por el aro de Adelson sólo pueden pasar tontos del culo o sinvergüenzas, o quienes son ambas cosas a la vez. Miguel Sebastián, paradigma de la falta de escrúpulos en los gobiernos de Zapatero, fue el primer impulsor. Ana Botella advierte de que sólo se apuntará si en el proyecto se implica y lo lidera el gobierno Rajoy y no se traspasan determinadas líneas rojas, pero es un íntimo colaborador de su marido en FAES, el secretario de Estado de Comercio Jaime García-Legaz, quien representa al Gobierno en las negociaciones. Para Esperanza Aguirre todo es negociable, se cambian las normas que haya que cambiar y se crea una isla legislativa y fiscal. Una ciudad sin ley dentro de España. Para Artur Mas, es un proyecto que atraería a Cataluña "turismo de calidad", muy diferente del "turismo de borrachera" y dispuesto a dejarse mucho dinero. Sólo hay que ir a Las Vegas –o ver el cine que la retrata- para descubrir la calidad de los borrachos que atrae. Cierto es que el modelo intenta atraer a los millonarios chinos y rusos, pero con ellos también vienen los negocios más oscuros.

Políticos, gacetilleros y todo el comité de recepción de Mr. Marshall aplauden la creación de empleo, aunque sea un empleo basura que convierte la reforma laboral de Rajoy en el no va más de los derechos laborales. Se han llenado la boca defendiendo la cultura del esfuerzo para ahora sacralizar la ruleta y el blackjack. Han elevado a los altares la familia tradicional para que ahora veamos a Aguirre o Mas como madames de los innumerables establecimientos de prostitución que sin duda incluirá Eurovegas. Seremos putas o esclavos pero contentos de corear junto a imitadores de Elvis el “Viva Las Vegas”.


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