domingo, 14 de agosto de 2011

Plaga de langostas


Entras en agosto desde Extremadura a Castilla-La Mancha y pasas bruscamente de la dehesa poblada de encinas al más duro secarral, como la fina línea divisoria entre la verde pradera y el desierto en los tebeos de Lucky Luke. Te sale el chiste fácil: “Hay que ver cómo lo ha dejado todo la Cospedal en tres días”... Claro, ni es eso ni la herencia de Barreda, pero por mucho maquillaje moderado que luzca Mariano Rajoy ante el 20-N, la derecha, suelta y sin vacunar, anda arrasándolo todo a su paso como plaga de langosta avanzando por la meseta.
No es tu menstruación... Es Cospedal

Lo de la presidenta manchega -y número dos, no lo olviden- es un continuo desmentido a la moderación: Que las farmacias hacen un cierre patronal para cobrar lo que la Comunidad les adeuda, ella responde a multazo limpio. Que hay que ahorrar, al diablo los órganos de control al poder político. En Valencia el gobierno de Fabra se estrena duplicando la factura de la basura a los ciudadanos, por si éstos no estuvieran ya suficientemente exprimidos.
Pero también la condesa Esperanza Aguirre anda tan crecida que el título de Grande de España le aprieta la sisa. En su programa oculto la derogación de los derechos de expresión y reunión es lo que más se transparenta, dado el empeño que ha puesto en que se prohíba a unos ciudadanos manifestarse contra la verbena católica de los próximos días en Madrid. Y casi lo logra, pues la Delegación del Gobierno aconfesional ha confinado la marcha laica a Lavapiés y Sol -que estos ateos se manifiesten en barrios de negros, moros y perroflautas, casi les oigo rumiar-. A la lideresa no le va a la zaga el alcalde Gallardón, censurando en las bibliotecas municipales el acceso a páginas web relacionadas con el 15-M.


La derecha no corre sin bozal sólo entre las filas de Rajoy. Artur Mas se afana en dejar claro que el nacionalconservadurismo catalán en liberalismo salvaje es el amo. La Generalitat ha emprendido sin tapujos el desmantelamiento de la sanidad pública cerrando centros de salud, eliminando urgencias y recortando horarios. Mas coincide con el presidente chileno Sebastián Piñera: “Nada es gratis en esta vida, alguien tiene que pagar”, dijo en respuesta a la demanda de una educación gratuita que mantienen los estudiantes en las calles de Santiago. Como si lo que ya pagamos con impuestos fuese gratis. Y así andan, enseñando los dientes y mordiendo por todo el planeta: En Portugal el gobierno derechista de Passos Coelho cuadruplica el IVA sobre la luz y el gas; En los EE.UU. el Tea Party está dispuesto a llevar el país a la suspensión de pagos con tal de imponer su fundamentalismo fiscal; David Cameron propone cortar Internet para que los malotes británicos no saqueen, arruinen y roben a la gente, práctica permitida exclusivamente a los especuladores y los mercados financieros, no a cualquier mindundi...

Tal vez de aquí a un año contemplemos campos devorados por las langostas y exclamemos: “Mira cómo lo ha dejado todo Rajoy en tres días”.

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