lunes, 18 de octubre de 2010

Pobres de pedir


Un seis por ciento se recortan los presupuestos para Andalucía en 2011. Pero muchos no lo van a notar. Son aquellos que nunca se enteraron de que hubo un tiempo en que las vacas andaluzas eran gordas y los perros, sobre todo si eran mascotas
de cargo público, se ataban con longanizas. En plena crisis medio millón de andaluces (el 4'5% de la población) viven en condiciones de pobreza extrema, pero es exactamente la misma cantidad que en los años de bonanza. Pero además el 30% de la población padece pobreza relativa y malvive en un fin de mes de cuatro semanas, y en esto hemos ido a peor, porque si grave era que tras casi treinta años de gobiernos socialistas en Andalucía un 28 por ciento de la población estuviese en el umbral de la pobreza, más grave es que en los dos últimos años esa tasa haya incluso subido dos puntos. No cabe fracaso mayor de una ideología que se proclama defensora del débil.



En una de las cartas que se pueden ver en la exposición "Matisse y la Alhambra" el pintor le hablaba a su mujer de la andalucía de 1910: "una región pobre, donde los pobres de los pueblos se apiñaban para mendigar alrededor del tren, dondequiera que éste parara". Un siglo después el crecimiento de la pobreza se ha cebado con sectores que anteriormente no estaban empobrecidos. El nuevo pobre de pedir (término que osó atribuirse la condesa Esperanza Aguirre) ha perdido el empleo y todas las prestaciones, es carne de desahucio, cortes de luz y agua, aguarda a que los supermercados dejen en los contenedores de basura los alimentos a punto de caducar, y acaba por no poder cubrir las necesidades básicas de sus hijos: La ONU critica que España ha puesto “un énfasis muy limitado en combatir la pobreza infantil” y uno de cada cuatro niños, según Eurostat, sufre algún tipo de pobreza (infravivienda, mala calidad de la educación, sanidad ineficiente, desempleo de madres y padres…). Y hay quienes aún están peor, pues entre los inmigrantes no europeos la pobreza extrema afecta a uno de cada cuatro.

Mientras cada día son más las parejas con hijos que dependen de la pensión de los abuelos para subsistir, mientras lo peor está por venir (aún falta sumar a las víctimas de los despidos exprés y a los becarios treintañeros), sobre toda esta mugre, sobre los gusanos en el catering de los colegios y las guardias de 36 horas en los hospitales, se mantiene inamovible la superestructura de directores generales, profesionales del cargo a quienes heredan sus hijos, como Kim Jong-Un hereda a Kim Jong Il; ferias, observatorios, subcontratas, propagandistas, coches oficiales, pelotas oficiales y quitapelusas oficiales. Quitemos, si acaso, un convite aquí y recoloquemos a un alto cargo allá donde se vea menos para dar ejemplo de austeridad, pero no hay que regatear medios, dietas de viaje y figurantes para conseguir una capitalidad cultural o un Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, prioridades inexcusables para que ese medio millón de pobres de pedir (cuyo patrimonio también es inmaterial) que pueblan Andalucía puedan sacarse unos cuartos tocando palmas ante la Unesco. Total, llevamos siglos de palmeros de la Casa de Alba, los jeques de Arabia o los presidentes de la Junta.

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