Denme una idea
Denme una idea, el diccionario de sinónimos ya no me sirve. No puedo aplicar la palabra ladrón, o sinónimos como cuatrero, manilargo, ratero, estafador, bandido, salteador, maleante, amigo de lo ajeno, a determinados sujetos sin arriesgarme a ser empapelado por los mismos individuos o sus abogados. Por más vueltas que le doy no hallo el término que defina ciertas conductas y actuaciones sin riesgo de que plasmarlo en un artículo le siente a uno delante de un juez. ¿Quién fue el listo que dijo aquello de al pan, pan y al vino, vino?
Ayúdenme, necesito el sustantivo que defina o el adjetivo que complemente a los señores Emilio Botín, presidente del holding Santander, y Julio Segura, responsable de su filial Banif Inmobiliaria. ¿Qué glosario hay que desplegar para quienes ensayan en España el corralito que la Banca argentina hizo símbolo de la desvergüenza de los poderosos? Al negarse a reembolsar -ante la avalancha de solicitudes de devolución- el capital que los inversores pusieron en sus manos, el fondo inmobiliario del poderoso banco se apropia de algo que no le pertenece, retiene una propiedad contra la voluntad de su dueño. Los inversores intentan recuperar de golpe el equivalente al ochenta por ciento de los activos de Banif porque la entidad presidida por Segura no les ofrece ni rentabilidad ni seguridad, es decir, justo lo que es lógico exigirle; pero el Santander se niega a hacerlo hasta que el análisis de riesgos lo aconseje. Necesito un adjetivo que no sea el de marras.
Sé que se lo pongo difícil pero hagan un esfuerzo y, para la serie de personajes que van desde José Manuel Entrecanales al último de sus directivos en Endesa, denme un calificativo común que, definiendo apropiadamente el cobro masivo de facturas por el suministro eléctrico irregulares e infladas a millones de usuarios durante los dos últimos meses, no me lleve a la silla eléctrica por aplicar el adjetivo a los mentados y que además facturen la electrocución a mis herederos. Porque si, según las asociaciones de consumidores, durante este mes de febrero, semanas después de estallar el escándalo, se sigue facturando irregularmente a los clientes -de un mercado sin alternativa ni competencia- energía consumida a finales de 2008 con tarifas de 2009, un 5,6% más caras; si ha tenido que intervenir la Administración para obligar a la compañía a devolver de oficio lo cobrado de más; si está aún por ver que Endesa obedezca sin regatear una diferencia que los consumidores cifran en el cuarenta por ciento, parece obvio que ha habido ánimo de cometer irregularidades, de ocultarlas y no enmendarlas después; o lo que es lo mismo, puede haber existido un delito doloso contra la propiedad. Pero no seré yo quien llame delincuente al señor Entrecanales o a cualquiera de sus directivos. Venga otro a ponerle el cascabel al gato.