Judas
En “La música contada” el cantante Javier Corcobado hablaba de la versión española del musical Jesucristo Superstar estrenada en 1975. Cuando recordó que el papel de Judas estaba interpretado por Teddy Bautista -hoy don Eduardo, capo dei capi de la SGAE- estalló una carcajada en el Teatro Alhambra. Maliciamos que las entidades de gestión de derechos y las corporaciones culturales están amenazando la libertad y especialmente el derecho a la información; pero hay quien hoy hace méritos para suceder a don Eduardo en la piel de Judas, ya que al frente de la cruzada contra las libertades que culminará con la próxima presidencia española de la Unión Europea quien está es el ministro de Cultura del Gobierno Zapatero, César Antonio Molina.
Pocas veces la agenda del Gobierno había estado tan ligada a los intereses particulares. Molina ha creado una Comisión Intersectorial que debatirá el acceso a Internet de todos los españoles. Es una fotocopia de la –privada- Coalición de Creadores e Industria de Contenidos en la que junto las entidades de gestión y los representantes de la industria cultural está representado el lobby de las distribuidoras de cine norteamericanas. Los usuarios no están. España capitaneará en Europa el ataque frontal a las redes de intercambio, comenzando por forzar a las operadoras a controlar el tráfico de archivos en Internet cortando el acceso a los usuarios rebeldes. Quienes viven de los dividendos de la industria cultural decidirán qué puede o no circular en Internet.
Desde la Ley Corcuera no ha habido un ataque mayor a las libertades. El destino del libre acceso a la Red está a expensas de lo que denominan persecución de delitos contra la propiedad intelectual en Internet. Hoy en Youtube se censuran y eliminan constantemente vídeos y quien decide es una empresa, no un juez. Ese es el futuro que nos preparan. Molina tiene una hoja de ruta. La Presidencia española cerrará la tarea emprendida por la Presidencia francesa –Sarkozy no quería que a su señora le copiasen los discos-. Desde que llegó a Cultura pone a la Policía al servicio de entidades privadas como fuerza de choque antipiratería, cercena el derecho de cita con reformas legales, y malgasta dinero público en campañas cargadas de demagogias y falsedades: Seiscientos mil euros para propaganda en los colegios contra el uso de las muy legales redes P2P. Se enseña a los niños que compartir es malo, en lugar de darles acceso a Internet y enseñarles a usarlo.
Judas no protege la Cultura, sino la industria del ocio; embrolla creación con explotación comercial de los derechos. Habla de piratas y saqueadores y se refiere a todos nosotros, la sociedad civil, los millones de ciudadanos que usamos Internet, que defendemos nuestros derechos y creemos que el progreso tecnológico debe hacernos más democráticos y más libres.
Pocas veces la agenda del Gobierno había estado tan ligada a los intereses particulares. Molina ha creado una Comisión Intersectorial que debatirá el acceso a Internet de todos los españoles. Es una fotocopia de la –privada- Coalición de Creadores e Industria de Contenidos en la que junto las entidades de gestión y los representantes de la industria cultural está representado el lobby de las distribuidoras de cine norteamericanas. Los usuarios no están. España capitaneará en Europa el ataque frontal a las redes de intercambio, comenzando por forzar a las operadoras a controlar el tráfico de archivos en Internet cortando el acceso a los usuarios rebeldes. Quienes viven de los dividendos de la industria cultural decidirán qué puede o no circular en Internet.
Desde la Ley Corcuera no ha habido un ataque mayor a las libertades. El destino del libre acceso a la Red está a expensas de lo que denominan persecución de delitos contra la propiedad intelectual en Internet. Hoy en Youtube se censuran y eliminan constantemente vídeos y quien decide es una empresa, no un juez. Ese es el futuro que nos preparan. Molina tiene una hoja de ruta. La Presidencia española cerrará la tarea emprendida por la Presidencia francesa –Sarkozy no quería que a su señora le copiasen los discos-. Desde que llegó a Cultura pone a la Policía al servicio de entidades privadas como fuerza de choque antipiratería, cercena el derecho de cita con reformas legales, y malgasta dinero público en campañas cargadas de demagogias y falsedades: Seiscientos mil euros para propaganda en los colegios contra el uso de las muy legales redes P2P. Se enseña a los niños que compartir es malo, en lugar de darles acceso a Internet y enseñarles a usarlo.
Judas no protege la Cultura, sino la industria del ocio; embrolla creación con explotación comercial de los derechos. Habla de piratas y saqueadores y se refiere a todos nosotros, la sociedad civil, los millones de ciudadanos que usamos Internet, que defendemos nuestros derechos y creemos que el progreso tecnológico debe hacernos más democráticos y más libres.
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