lunes, 22 de diciembre de 2008

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A zapatazos con ellos

Qué alegría, qué alboroto, no salió la directiva de las 65 horas. Le hacen la ola al eurodiputado socialista Alejandro Cercas por liderar el No, y éste agradece su apoyo al franquista Mayor Oreja. Europe's living a celebration y la clase obrera va al paraíso -Rosa y Elio Petri en una misma frase, mis citas son de lo peor-. Ay, pero que nadie nos amargue la fiesta, que ningún malintencionado relacione este revés a los viles planes del capitalismo -"¡Viva el mal, viva el capital!"; la de la Bruja Avería sí es una cita inspirada, vale por todo el Manifiesto comunista- con el hecho de que pronto tengamos encuentro con las urnas europeas y el esclavismo no está bien visto entre los votantes; ni siquiera entre los de la derecha que organiza romerías contra el paro en Puerta Real con Javier Arenas disfrazado de sindicalista liberado.

A mí, más que la votación de las 65 horas, me sube la líbido ver a José María Fidalgo -el señor "Competitividad antes que mejoras salariales"- morder el polvo, aún asumiendo que Toxo ha sido su criado Picaporte en el viaje que va de sindicato de clase a agente social. Respecto a las 65 horas ya nos avisan de que ahora toca renegociar la reforma y el laborismo de Gordon Brown, al que nadie ha sugerido expulsar de la Internacional Socialista, sigue empeñado en que el tiempo de trabajo lo pacten "libremente" el empresario y el trabajador, como si dispusiesen de idéntica fuerza de negociación. Pasadas las elecciones se buscará el consenso -qué de atrocidades suelen agazaparse tras lo que se consensúa y qué liberadores son el conflicto y el desacuerdo-. Al final serán 60, o 58 horas, y aún quedarán cinco años de legislatura por delante para aprobar la jubilación a los 70 y el trabajo infantil. Por eso a las próximas europeas no hay que ir con papeletas, sino con zapatos: seguir el ejemplo de Mountazer Al Zaidi ante Bush y lanzarles a la cara a estos majaderos toda nuestra rabia, que aprendan a esquivar algo más que preguntas. A zapatazos con ellos.



Yo mismo quisiera arrumbar la libreta y el boli, llevar zapatos a las ruedas de prensa y probar mi puntería contra el ministro que anuncia regalitos fiscales a los banqueros, sus sobrinos, nietos y cuñados; zapatazo al director general que promociona al más tonto de su familia; zapatazo al parlamentario que ignora las cifras del paro; zapatazo al inútil con mando en plaza; zapatazo, y con puntera de hierro, a los fulanos con máster y sin rostro que Pérez Reverte llamaba amos del mundo en un profético artículo de hace diez años y que "tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos". Zapatazo en la boca a esos contertulios pijos de la Ser, que ante la hazaña de Al Zaidi se avergonzaban de que un periodista se comportara así, mientras yo al fin daba con el periodista al que quisiera parecerme.

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