Sólo con recorrer un kilómetro cuadrado tienes a tu alcance las mayores firmas de moda,
decoración y joyería. Es la “Milla de Oro”, en el corazón del Barrio de Salamanca.
Ideal para ir de compras, pero también para pasear o tomar algo en plan chic.
¡Un lujo asequible! Joyerías, zapaterías, tiendas de ropa y complementos,
todo en el centro de Madrid.
Si paseas por las calles Serrano, Ortega y Gasset, Velázquez, Lagasca, Ayala y
Claudio Coello, encontrarás las firmas más prestigiosas nacionales e internacionales.
En ellas, también encontrarás tiendas de antigüedades y galerías de arte
que harán que tu día de compras sea perfecto.
Si te apasiona la moda podrás sumergirte en las tiendas de las grandes firmas
de moda españolas. Destaca Loewe, una de las firmas de accesorios más reconocidas
a nivel mundial que hace la delicia de todo el que entra en ella, Manolo Blahnik,
Amaya Arzuaga, Kina Fernández, Adolfo Domínguez, Agatha Ruiz de la Prada,
Roberto Verino o Ángel Schlesser que comparten espacio con los principales diseñadores
como Chanel, Armani, Valentino o Louis Vuitton.
También dispones de las mejores joyerías, en las que encontrarás las piezas
más exclusivas o accesorios a la última en tiendas como Bulgari, Cartier, Tous o Tiffany,
que exhiben los más preciados diamantes y brillantes en sus escaparates.
(de la web de Madrid Turismo. 2017)
Quisiera encontrar, mas no puedo, las siete diferencias del juego de atención entre el enmascarado de la fotografía de la derecha con aquellos que hace más de una década volcaban contenedores e incendiaban autobuses en lo que en un rincón del norte de España se conoció como kale borroka. Casi sería necesario recurrir a los metadatos de la imagen para comprobar que el señor encapuchado con gorra a lo comisario Villarejo y bandera de España al cuello no está montando el pollo en Hernani sino que es un respetabilísimo señor que se manifiesta en la calle Núñez de Balboa de la capital del reino -tras encontrar dónde guarda el servicio las cacerolas- por la libertad que este gobierno socialcomunista hurta a los habitantes del céntrico barrio fundado por el catatónico marqués de Salamanca.
Comenzó a las nueve de la noche del miércoles 13 de mayo en la estrecha calle que lleva los apellidos del explorador extremeño que fue el primer europeo en divisar el Océano Pacífico, aunque desde entonces los amontonamientos de Cayetanos y Pilucas se han extendido a otros barrios pudientes de Madrid y otras capitales en las que abunda la gente de-derechas-de-toda-la-vida. Es esta una revolución callejera de gente guapa llena de pulseras, banderas y cositas de Loewe, arremolinados en las esquinas.
Ellos y ellas, que construyeron en el madrileño barrio de Salamanca sus modestas viviendas con tres salones y sin calefacción para el servicio, para qué tanto gasto, claman libertad como papagayos, pues solo vociferan lo que oyen y leen a los zánganos de la caverna, sin darse cuenta de que en realidad lo que quieren es impunidad, esa caduca regalía que siempre han utilizado para circular por el mundo como los señorones que son, que "usted no sabe con quién está hablando". Cierto que algunos se indignan, otros nos debatimos entre la risa y la pena, pues estos petimetres amontonados que tienen asistencia asegurada en clínicas privadas ponen en peligro la salud pública animados por incendiarios como Díaz Ayuso, Abascal y sus palmeros mediáticos mientras, como puede observarse en la viñeta de la izquierda, los virus se frotan las coronas.
Del mismo modo que en Alemania las manifestaciones contra el confinamiento unen ¡demasiado cerca! a extrema derecha, extrema izquierda y antivacunas, en la milla de oro madrileña se escuchan hasta a negacionistas de la pandemia cacareando argumentos de la solidez científica de un Paracelso
Vale, no es el Barrio de Salamanca en 2020, es la plaza de Mayo de Buenos Aires en 2012, pero antes de gritar ¡bulo! sigan leyendo a la izquierda. |
No hay tanta diferencia en que sea en Colorado con rifles al hombro, en Argentina sacando a la mucama indígena con su uniforme para que haga sonar la cacerola sin que su señora se canse o que en el barrio de Salamanca salgan armados con palos de golf a protestar porque Pedro Sánchez y el sincorbata Fernando Simón no les dejen ir a gastar en Bulgari, con lo cerca que lo tienen. Siempre son pocos, privilegiados,están muy cabreados y pueden ser peligrosos. Con el consiguiente cabreo de las cloacas mediáticas ya alguna juez que ha calificado a esta gente tan distinguida como una amenaza para la democracia (amenacilla¿no?.
Claro, que cuando los cayetanos salen de su zona de confort y se adentran en territorio enemigo pueden perder los papeles y buena parte de su exclusiva educación de colegios de élite. Si eres una vecina de la calle de Ferraz, donde tiene su sede el PSOE, y se te ocurre recriminarles que en alguna de sus algaradas no respeten las distancias de seguridad, te responderan con palabras tan hermosas como "basura comunista, lavate", iros a Vallecas" “puta roja”, vete a fregar, “perros judíos”, “os quedan dos días” o “estamos cavando vuestras putas tumbas”.
Hay que entenderlos: no están acostumbrados a cumplir órdenes, sólo a darlas. Total, estos pobres oprimidos no tienen la desfachatez de pedir que les den de comer gratis como los de las colas de Aluche; solo piden libertad. “Libertad” significa la posibilidad que han de tener ellos de hacer lo que les dé la puta gana y “libertinaje” es lo mismo, pero referido a los demás.
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