jueves, 3 de diciembre de 2015

¿Quién sembró vientos? (Ahora las tempestades las recogemos todos)




"Perdonar a los yihadistas corresponde a Dios,
 enviarlos con él es cosa mía"
(Vladimir V. Putin)


1. Asumiendo las propias responsabilidades

Era aún secretaria de Estado en la administración Obama cuando Hillary Clinton se enfrentó a su jefe a cuenta de la guerra civil en Siria; entonces ella defendía con vehemencia los ataques aéreos y bombardeos masivos para derribar el régimen de Bashar Al-Ásad y ayudar a toda la oposición, incluidas las facciones regionales de Al Qaeda. El presidente de los EE.UU. se negó entonces a hacerlo y probablemente fue esta oposición, y no los problemas de salud alegados, lo que motivó la salida del cargo de la exprimera dama. Ahora, cuando la única preocupación de Clinton es obtener la nominación de su partido para ser candidata a ocupar la presidencia -algo para lo que lo que importan son las propuestas y cuestiones internas-, se siente más libre para asumir errores y aciertos del pasado y se diría que hasta más lúcida y razonable en materias internacionales. Recientemente  ha reconocido que no eran los bombardeos, sino la financiación de los rebeldes moderados sirios lo que habría frenado la ex pansión del autoproclamado Estado Islámico y fue mucho más allá, repasando en una entrevista los graves errores históricos cometidos por la geoestrategia de Norteamérica y por extensión de Occidente, desde una atolondrada descolonización que llenó Asia Occidental de fronteras trazadas con tiralíneas, sostuvo corruptas dictaduras que servían dócilmente a los intereses occidentales, alimentó a la bestia armando a los muyahidines afganos -después talibanes- frente a la Unión Soviética -Nosotros creamos al Qaeda, viene a conceder-; y sigue con la destrucción total de la administración y el ejército iraquíes, que abonó el terreno para la aparición y el crecimiento del Dáesh.

La lista de meteduras de pata occidentales llega hasta hoy mismo: Arabia Saudí, amiga del alma de Occidente -y de los actuales monarcas borbónicos de España- es la mejor cliente de nuestra industria de armamento, tierra natal del clan Bin Laden y cuna del sunismo wahabista cuyo Islam rigorista es el mismo fanatismo religioso que mueve a los yihadistas que asesinan en Europa -¿seguro que no lo financian también?; Catar y los Emiratos Árabes Unidos patrocinan abundantemente -y hasta compran- clubes de fútbol europeos..¡Vaya! parece que el califato apesta más a petróleo que las playas gallegas tras el hundimiento del Prestige y que el mundo occidental no se limita a consumir ese petróleo y consentir a los jeques todos sus caprichos, sino que ha encendido algunas mechas del polvorín.

2. Islam contra Islam

En los terribles atentados que asolaron París el 13 de noviembre cayeron muchos musulmanes, y no me refiero a los terroristas; además hemos visto a menudo cómo la mayoría de las víctimas del terror islamista son también mahometanos. Hace décadas que asistimos a sangrientos enfrentamientos entre chiitas y sunitas en lo que se parece a una guerra civil árabe. En un documentado aunque opinable artículo publicado en el semanario Ahora, el experto francés en geopolítica Pascal Boniface mantiene que vencer el terrorismo de Dáesh pasa necesariamente por una intervención terrestre de los países suníes del entorno, y cita específicamente a los estados de la Península Arábiga y Turquía, pues los islamistas rentabilizarían la presencia de uniformes iraníes, rusos, estadounidenses o europeos presentándola como una agresión chií o una nueva cruzada.

¿Así se combate al Dáesh?
3. Más luces que bombas sobre Oriente Próximo

Bernard-Henry Levy describió en su ensayo de investigación Quién mató a Daniel Pearl el asesinato de un periodista judío setadounidense por parte de Al Qaeda y las alcantarillas de la inteligencia pakistaní -el siniestro IS de Pervez Musharraf -otro protegido de los Estados Unidos-, e igualmente citó a los Emiratos y Dubái como el paraiso para blanquear y coordinar la financiación del yihadismo mediante el sistema de trueque islámico tradicional, que no deja huellas. La historia fue llevada al cine en Un corazón invencible (A mighty heart. Michael Witerbottom, 2007)

3. El enemigo en casa

Entre esos países a los
que Boniface anima a participar en una coalición de estados musulmanes suníes para enviar tropas a Siria hay uno que parece muy poco fiable para combatir al Estado Islámico. En el extremo occidental de la OTAN y llamando a las puertas de la Unión Europea está una Turquía cada día más parecida al viejo Imperio Otomano. Hasta ahora sus únicas aportaciones al conflicto han sido comprar petróleo al Dáesh para a continuación revenderlo, perseguir con saña a la única fuerza que lo combate con eficacia -los pashmergas kurdos-  y derribar un cazabombardero ruso que apenas rozó su espacio aéreo cuando atacaba a los yihadistas. Uno de los tripulantes de aquel avión sobrevivió y fue salvajemente asesinado por grupos de turcomanos, una minoría iraquí y siria que se concentra en torno a Mosul, el nucleo más poblado en manos de los terroristas. De todo ello cuesta poco concluir que la Turquía del sultán Tayyip Erdogan en realidad es aliada y cómplice de Dáesh.

La vida en Mosul

4. Ciberterrorismo (y otras tácticas) vs. terrorismo

Ya hemos oido a menudo que hay tácticas mucho más efectivas que los bombardeos para frenar a los yihadistas de Siria e Irak y se suele hablar de su afixia económica y de la eliminación de sus fuentes de financiación. Algo se hace en ese sentido desde los aviones que han atacado sus pozos y refinerías y a los camiones que transportan su petróleo. Pero habría que ir mucho más allá, frenando la venta de armas e incluso imponiendo un embargo en toda la zona y haciendo un vacío comercial a las naciones sospechosas de financiar y apoyar la yihad -eso también va por el amigo saudí-.

Claro que no es sólo una batalla económica. El Dáesh tiene en su dominio de Internet y las redes sociales una de sus mejores armas de propaganda, captación, amenaza y miedo; tendremos que dar les batalla también en ese terreno. Recientemente la agrupación de hackers Anonymous anunció inminentes ataques a las webs y cuentas de Twitter y Facebook vinculadas a Dáesh. Espero que los gobiernos se lo hayan tomado en serio.  No sólo contamos con los muchachos de la máscara de Guy Fawkes en un posible ataque de ciberterrorismo; sin ir más lejos nuestro CNI tiene una unidad experta en el tema. Además no debemos olvidar la forma en que se venció a ETA: los golpes policiales, la infiltración en sus filas -aunque no sería nada fácil colar lobos en el califato- y la colaboración con Francia. Conviene recordar esto último ahora que el gobierno español tacañea con la ayuda que Francia demanda y prefiere no comprometerse hasta después de las elecciones.

En Europa se habla por fin de crear una especie de FBI de la Unión, y pocas cosas puede haber más efectivas en esta lucha que la constitución de una inteligencia europea única y coordinada, lástima que de inteligencia no anden sobrados los líderes europeos.


5. ¿Es esto una guerra?

Inmediatamente después de los atentados del 13 de noviembre en París Manuel Vals, primer ministro francés, proclamó urbi et orbe que Francia estaba en guerra. Parece obvio que la matanza perpetrada por un grupo de fanáticos con múltiples conexiones religiosas y políticas no cabe en las acepciones de la palabra crimen,  pero no es tan simple: es imposible dudar de que Siria vive desde hace años una guerra, y de que de uno de los bandos que combaten en ella salió la decisión de asesinar a los asistentes a un partido de fútbol, a quienes salían, comían y se divertían en los alrededores de la Plaza de la Bastilla y a quienes seguían un concierto de rock en Le Bataclan, pero ni Francia ni Europa son Siria, ni sus ciudadanos huimos de un frente bélico; ni el Estado Islámico es un estado ni sus comandos asesinos son soldados, por muchas bombas y kaláshnikovs que usen. Por lo tanto, denominar guerra a estas matanzas no pasa de ser una metáfora propagandística e interesada. Hablar de un atentado terrorista y no de un acto de guerra en casos como éste es más riguroso; lo contrario es dar la razón a quienes pretenden estar haciendo una guerra santa contra infieles y herejes.

Además los bombardeos aéreos no son la respuesta que la amenaza de Dáesh demanda; más que responder, posponen la respuesta: una declaración formal de guerra obligaría a emplear tantos recursos militares como fueran necesarios para ganarlos, y los bombardeos son cualquier cosa menos eso.

En unas declaraciones televisivas, el profesor Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios Sobre Conflictos Y Acción Humanitaria, coincidía en que, hoy por hoy, la sola acción militar sólo logra aplazar la necesidad de plantar cara al problema y en que las intervenciones militares puntuales han de ir acompañadas de soluciones políticas, económicas y de coordinación de las inteligencias nacionales.

y 6. ¿Asumir también responsabilidades ajenas?

En el primer apartado de este artículo me refería a la responsabilidad que las políticas que Occidente ha aplicado en Oriente Próximo durante en el último siglo tienen en la creación, crianza y engorde de los monstruos que ahora quieren devorarnos. Ha habido errores garrafales e imperdonables, pero basta de flagelarnos y atribuirnos las culpas de otros. Los responsables del terrorismo son los terroristas.
Como era previsible, las reacciones tras la matanza de París han sido de todos los colores, muchas tan lamentables como previsibles: la de Xabier García Albiol es ambas cosas: para él la culpa de todo la tienen la inmigración y el multiculturalismo. Respecto a este último concepto incluso puedo coincidir con el líder del PP de Cataluña; pero creo que al concepto progre de multiculturalismo -que implica tolerancia con separación en guetos- debemos oponer interculturalidad -mezcla en la igualdad y el respeto- y no absorción como él plantea.  En el extremo contrario, el de la lucidez, destacaría las declaraciones al programa El Intermedio del rector de la mezquita Evry-Courcournnes, Khalil Merroun. En un perfecto español Merroun negaba que las mezquitas, incluso las de barrios conflictivos, sirvieran de imán para atraer a jóvenes al terrorismo: "esos jóvenes no van a escuchar las prédicas de la mezquita; se ven atraidos por el imán Google" dice. "Si vienes con nosotros no te faltará nada; y si mueres, te garantizamos el paraíso". El rector llama a los suyos a que, si se sienten atacados o insultados recurran a la Justicia del estado de derecho en el que viven, no intenten hacer justicia por su mano. Yjustifica las  decisiones del presidente Hollande: "Si mi pueblo es atacado, debo responder. Estaré haciendo una yihad, que sigifica un esfuerzo"". Le da una lección de patriotismo a todos los Lepen sin hablar de4 freno a la inmigración o cierre de fronteras.
¿No a la guerra?, un artículo de Rubén Amón publicado días atrás en El País se refería al buenismo del manifiesto de varios intelectuales y alcaldes de la órbita podemita y las manifestaciones que, bajo el lema No en nuestro nombre, se celebraron en toda España el 28 de noviembre defendiendo que "la pedagogía del peace and love no puede extrapolarse a la emergencia que representa la voracidad del califato islámico en su expansión ideológica, propagandística y territorial".

 El periodista británico John Carlin lo denunció hace poco en un artículo que comenzaba citando una escena de la comedia fantástica Mars attacs! (Tim Burton, 1996): Con medio mundo liquidado por los invasores marcianos, su líder y dos guardaespaldas se encuentran frente al presidente estadounidense -Jack Nicholson- éste, acorralado en su despacho, apela al buen rollito universal, "¿Por qué no podemos llevarnos todos bien?".Entonces el jefe marciano lo fulmina con su pistola de rayos, se acerca al cadáver y lo despacha con un burlón saludo militar. Carlin continúa imaginando al superprogre líder laborista británico Jeremy Corbin actuando igual que el presidente Nicholson en caso de verse arrinconado por un terrorista del Dáesh; incluso le invitaría a tomar el te. Y extiende esta hipotética actitud agran parte de esa progresía de discurso antiimperialista maniqueo que sólo ve la culpa de estos males actuales en los errores occidentales anteriores. ¿Para qué hacerse preguntas más complicadas pudiendo echar mano de respuestas más simples?. De acuerdo, algunos de aquellos vientos los sembramos nosotros, pero otros salieron de mezquitas, madrazas y campos petrolíferos. Va siendo hora de que otros recojan las tempestades, y no me rfiero a ninguna tormenta del desierto.




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