Órgiva y El Carrizal hoy |
Antonio López era electricista en Lanjarón; en febrero de 1936 fue elegido alcalde por el Partido Socialista. El 11 de agosto los rebeldes franquistas se llevaron a Antonio y dos de sus siete hijos junto a muchos de sus vecinos. Le obligaron a ver morir a Felix y Antonio, aquellos dos hijos, antes de fusilarle y sepultar su recuerdo junto a sus cuerpos fríos en el barranco del Carrizal. Unas semanas antes otro de sus hijos, Miguel, había sido asesinado en Torvizcón. La rabia homicida de los vencedores no se sació y persiguió a la familia hasta que seis años después de acabada la Guerra Civil otro hijo de Antonio, José María, fue acribillado a balazos en las tapias del cementerio de San José de Granada. Los asesinos robaron sus vidas y también sus pobres pertenencias: su pequeño taller de Lanjarón fue saqueado. Algunos de los muertos dejaron hijos, y al frente de la familia quedó la valerosa Dolores Mingorance, que tras sufrir años de prisión se fue consumiendo lentamente. Maribel, su nieta, cuenta que cuando murió Dolores no llegaba al metro de altura, encorvada bajo el peso del holocausto familiar. De pena no se puede morif -decía- si yo he sobrevivido al asesinato de un marido y cuatro hijos.
Los López Mingorance |
El barranco del Carrizal, donde yace lo mejor de la Alpujarra, guarda, siempre según estimaciones, unos cuatro mil cuerpos, muchos hoy cubiertos por olivares y tierras de labor, entre víctimas de la comarca y otras de la Desbandá de Málaga. Las instituciones andaluzas se comprometieron a impulsar la búsqueda e identificación de los represaliados de la Guerra Civil cuando lo soliciten los familiares; de eso se ha hecho bien poco, y menos desde que el gobierno Rajoy puso en en vía muerta la Ley de Memoria Histórica. Al menos este año la Junta de Andalucía señalizó el barranco como Lugar de Memoria e instaló un monumento conmemorativo en el lugar de la vieja cruz, que unos vándalos pintarrajearon: ¡ROJOS NO!.
Peor han sonado los insultos a los muertos escupidos recientemente por cargos del Partido Popular: el senador Villarrubias asegurando que no quedan más fosas que descubrir, o las barbaridades que les han costado sendas demandas a Pablo Casado y Rafael Hernando... Puedo entender a Javier Cercas cuando en su reciente El impostor califica el término memoria histórica como un oxímoron porque -dice- mientras la memoria es individual y subjetiva la Historia es colectiva y aspira a ser objetiva. De acuerdo, pero los recuerdos, el dolor y los sentimientos de un individuo o individuos pueden ser más importantes que toda la Historia.
A aquellos individuos, los López Mingorance, sus parientes y sus vecinos, les queda poco más que las viejas fotos; las he visto, son rostros de miradas serenas, no feroces, pero que acusan a un régimen de muerte y terror que nos gobernó durante interminables décadas y al que sólo se puede sepultar enterrando el olvido, dejando que las tumbas cuenten su historia.
Actualización de un artículo publicado el Granada Hoy en octubre de 2003
A aquellos individuos, los López Mingorance, sus parientes y sus vecinos, les queda poco más que las viejas fotos; las he visto, son rostros de miradas serenas, no feroces, pero que acusan a un régimen de muerte y terror que nos gobernó durante interminables décadas y al que sólo se puede sepultar enterrando el olvido, dejando que las tumbas cuenten su historia.
Actualización de un artículo publicado el Granada Hoy en octubre de 2003
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