En la romería del Rocío que acaba de terminar,la de 2015, se han empleado más de dos mil caballos, burros y bueyes. Se ha sabido de la muerte de un número de caballos sin determinar, según distintas fuentes de diez a veinte
Un caballo de la Hermandad de Huelva que no llegó a El Rocío |
Es a la Junta de Andalucía a quién corresponde velar por el cumplimiento de su propia Ley de Protección Animal a través del Plan Romero, que no sólo sirve para garantizar la seguridad de peregrinos y visitantes y la limpieza posterior de los caminos que transitan. Siempre son los más débiles e indefensos quienes pagan el pato de unas tradiciones festivas y religiosas que no tienen en cuenta que parte de su vistosidad y atractivo se la deben a ellos, lo que, por lo menos, les hacen merecedores de cuidados y respeto. Triste es que mueran caballos -tomo prestada una reflexión que no es mía, la he leído y la comparto por completo-, pero también es desalentador que algunos tarados que van encima vuelvan a casa sanos y salvos.
El eterno -hasta el pasado 24 de mayo- Perico Rodri despidió caballos y carretas onubenses en su vigésimo año como alcalde de Huelva y las recibió en la vuelta como alcalde saliente, aunque se ahorró el triste espectáculo de la muerte por desfallecimiento en la misma puerta del ayuntamiento de un caballo que regresaba de la romería, hecho que sí ocurrió en una ocasión anterior. Las dos hermandades onubenses regresaron sin sus hermanos mayores, ambos enfermos; la de Emigrantes había sufrido una fuerte subida de presión tras tener que mediar y poner paz en peleas a puñetazos entre romeros beodos. Fue el penúltimo acto de Rodri en la alcaldía antes de entregar el bastón de mando; el último fue la destrucción masiva de documentos municipales. Su incruento sacrificio, como el de Barberá, el de Aguirre, el de Cospedal, sí es necesario; el cruel sacrificio de las pobres bestias no lo es.
Fila de contenedores llenos de papeles comprometedores |
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