Le ha costado tanto que casi rompe aguas en el intento, pero al final lo ha conseguido. Desde las elecciones adelantadas del 22 de marzo hasta que la socialista Susana Díaz obtuvo la investidura pasaron ochenta y cuatro días -Phileas Phogg habría perdido su apuesta-. Aunque el combate contra la corrupción fue la principal condición impuesta por Ciudadanos para brindarle su apoyo, en este tiempo de impasse Manuel Chaves no ha dimitido -Griñán lo hizo días después- y se han producido nuevas detenciones en relación al fraude de los cursos de formación. Para este viaje no hacían falta alforjas, diría la sabiduría popular.
El ya de por sí elevado coste electoral de este 2015 se vio elevado en 2015 en 430 millones de euros por la decisión de adelantar unas elecciones autonómicas que en Andalucía correspondía celebrar el año próximo, eso sin contar el coste de esta larga interinidad. La presidenta debe pensar que estamos para muchas alegrías económicas -se debe haber contagiado del optimismo de Guindos-; de un guindo debe pensar Díaz que hemos caído los andaluces si pretende que creamos que en un año de consejera y presidenta de Andalucía ganó lo mismo o menos que un médico del Servicio Andaluz de Salud. La justificación oficial del anticipo en su día fue la necesidad de mayor estabilidad, ya ven lo estable que fue el resultado -en serio no esperaría Díaz una mayoría absoluta ¿verdad?-; pero no era inestabilidad ni mareo sino patente incomodidad lo que la heredera del chavismo sentía en su asociación con Izquierda Unida. Salvo en el período de la inícuamente denominada pinza, cada vez que el Régimen de Chaves ha perdido la mayoría absolutista, a la hora de buscar acuerdos de gobierno ha preferido mirar a su derecha, donde se siente más a gusto; en alguna otra ocasión la deseada estabilidad sólo le costó ceder un par de consejerías al ambicioso clan de los Ortega del Partido Andalucista; ahora le ha tocado al agente naranja, pero no olvidemos que también lo intentó con el Partido Popular, aunque éste exigía a cambio el apoyo en los ayuntamientos a la lista más votada -siempre que ésta fuese la suya, claro; por fortuna se frustraron los aberrantes pactos a la contra en los que participaban los populares en Alcalá de Guadaira y otros municipios sevillanos. Todo se andará; volviendo al refranero, Dios los cría y ellos se juntan.
Vídeo: Napoleon Solo - Perdiendo el tiempo
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