El Parlamento Europeo aprobó días atrás, durante
un pleno celebrado en Estrasburgo, una resolución de condena a las violaciones de los derechos humanos en la Venezuela de
Nicolás Maduro, con mención expresas a las detenciones del alcalde de Caracas,
Antonio Ledezma y el líder opositor
Leopoldo López, éste un civil en manos de un tribunal militar, y al asesinato a manos de la policía de un adolescente de catorce años. El documento fue aprobado por una amplia mayoría y entre quienes se pronunciaron en contra estuvieron los eurodiputados españoles de Izquierda Unida, Podemos, Compromis e ICV. A la hora de justificar su negativa
Javier Couso echó manos de un imaginario intento de golpe de estado contra
Maduro y unos también fantasiosos jóvenes disparando a la policía con armas largas. Por su parte
Podemos alegó, con razón, que la sugerencia a la Comisión de
adoptar medidas lo es a
estudiar sanciones, que es bien sabido que siempre las sufren el pueblo de los estados sobre las que recaen, y no se conoce ningún caso en el que hayan servido para solucionar una situación; habría que recordarles que toda propuesta es susceptible de enmiendas, modificaciones y vetos parciales durante su tramitación parlamentaria, y por tanto no hay por qué dejar sin censura alguna comportamientos antidemocráticos tan obvios como los del gobierno bolivariano, independientemente de quién proponga la condena y con qué espurios intereses.
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Leopoldo López encarcelado en Muro Verde, Caracas |
Por un lado he de decir que no me sorprende la actitud adoptada por IU en materias internacionales como esta, tras haber oído en ocasiones a algunos de sus dirigentes criticar al gobierno legítimo de Ucrania y defender a los separatistas prorrusos y conociendo sus simpatías declaradas por el castrismo; lo mismo pienso respecto al partido del círculo, dadas sus peligrosas amistades bolivarianas que podrían haber rellenado sus
monederos; más me decepciona la actitud en esta cuestión de los representantes de ICV y Compromis, fuerzas a las que considero inequívocamente honestas y consecuentes y excelentes alternativas de gobierno en sus respectivos territorios. Por otra parte cada día estoy más habituado a la incultura histórica y política de la derecha mediática española, que se empeña en hablar de la
dictadura venezolana; no, tarugos, Venezuela no es una dictadura; es una democracia, de bajísima calidad, tendente al autoritarismo, pésimamente gestionada y llena de arbitrariedades, pero que periódicamente celebra elecciones supervisadas por observadores internacionales que certifican su limpieza y su legitimidad; del mismo modo que el franquismo no fue un régimen totalitario sino autoritario, cuartelero y
meapilas -hay que leer más historia
-, y sé que esta analogía no gustará a nadie, como la
Historia de la guerra civil de
Eslava Galán. En fin, resumiendo, veo en estas materias algo despistadas a las izquierdas españolas. Y si esto es la izquierda, una de dos, o está desorientada o mi brújula ha perdido el Norte. Sólo sé que jamás se me ocurriría buscar la Estrella Polar en el cielo de Caracas.
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