lunes, 30 de marzo de 2015

Si esto es la izquierda...



El Parlamento Europeo aprobó días atrás, durante un pleno celebrado en Estrasburgo, una resolución de condena a las violaciones de los derechos humanos en la Venezuela de Nicolás Maduro, con mención expresas a las detenciones del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma y el líder opositor Leopoldo López, éste un civil en manos de un tribunal militar, y al asesinato a manos de la policía de un adolescente de catorce años. El documento fue aprobado por una amplia mayoría y entre quienes se pronunciaron en contra estuvieron los eurodiputados españoles de Izquierda Unida, Podemos, Compromis e ICV. A la hora de justificar su negativa Javier Couso echó manos de un imaginario intento de golpe de estado contra Maduro y unos también fantasiosos jóvenes disparando a la policía con armas largas. Por su parte Podemos alegó, con razón, que la sugerencia a la Comisión de adoptar medidas lo es a estudiar sanciones, que es bien sabido que siempre las sufren el pueblo de los estados sobre las que recaen, y no se conoce ningún caso en el que hayan servido para solucionar una situación; habría que recordarles que toda propuesta es susceptible de enmiendas, modificaciones y vetos parciales durante su tramitación parlamentaria, y por tanto no hay por qué dejar sin censura alguna comportamientos antidemocráticos tan obvios como los del gobierno bolivariano, independientemente de quién proponga la condena y con qué espurios intereses.

Leopoldo López encarcelado en Muro Verde, Caracas
Por un lado he de decir que no me sorprende la actitud adoptada por IU en materias internacionales como esta, tras haber oído en ocasiones a algunos de sus dirigentes criticar al gobierno legítimo de Ucrania y defender a los separatistas prorrusos y conociendo sus simpatías declaradas por el castrismo; lo mismo pienso respecto al partido del círculo, dadas sus peligrosas amistades bolivarianas que podrían haber rellenado sus monederos; más me decepciona la actitud en esta cuestión de los representantes de ICV y Compromis, fuerzas a las que considero inequívocamente honestas y consecuentes y excelentes alternativas de gobierno en sus respectivos territorios. Por otra parte cada día estoy más habituado a la incultura histórica y política de la derecha mediática española, que se empeña en  hablar de la dictadura venezolana; no, tarugos, Venezuela no es una dictadura; es una democracia, de bajísima calidad, tendente al autoritarismo, pésimamente gestionada y  llena de arbitrariedades, pero que periódicamente celebra elecciones supervisadas por observadores internacionales que certifican su limpieza y su legitimidad; del mismo modo que el franquismo no fue un régimen totalitario sino autoritario, cuartelero y meapilas -hay que leer más historia-, y sé que esta analogía no gustará a nadie, como la Historia de la guerra civil de Eslava Galán. En fin, resumiendo, veo en estas materias algo despistadas a las izquierdas españolas. Y si esto es la izquierda, una de dos, o está desorientada o mi brújula ha perdido el Norte. Sólo sé que jamás se me  ocurriría buscar la Estrella Polar en el cielo de Caracas.

lunes, 16 de marzo de 2015

Los mundos (reales) de Art Spiegelman

Sin la sombra de las torres
Acaba de editarse en español Sin la sombra de las torres, la novela gráfica cuyo original publicó en 2004 el historietista neoyorquino de Queens Art Spiegelman. Spiegelman proviene del cómic underground o alternativo -eso que durante unos años se llamó en nuestro país cómix en jerga-; en ese ámbito hay que inscribir su obra de 1972 Prisionero del planeta Infierno, realizada a los veinticuatro años tras el suicidio de su madre, superviviente de Auschwitz y Dachau. Fue entre 1980 y 81 cuando publicó su obra maestra, Maus, el primer cómic que se alzó con el Pulitzer y obtuvo también un premio Eisner, considerado el Nobel de la historieta. Maus, dibujada a una sola tinta, está referida a la Alemania de Hitler y representa como ratones a los judíos, mientras los nazis son gatos sedientos de sangre; eso en su parte histórica, basada en lo que contó a Art su padre, un judío polaco emigrado a Estados Unidos; parte de la historieta se desarrolla en el Queens de los últimos setenta y se centra en las discusiones que padre e hijo mantenían durante su elaboración.
Berlín, ciudad de piedras
 y ciudad de humo
Temática y estilísticamente se emparenta con la trilogía incompleta del dibujante Jason Lutes de la que se han publicado hasta ahora Berlin, ciudad de piedras y Berlín, ciudad de humo, ambientadas en la República de Weimar.

Sin la sombra de las torres, cómic dibujado a todo color,  se sitúa en los días que siguieron a los atentados de Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001. A partir de traumas y vivencias personales de incredulidad, desorientación y búsqueda de seguridad, Spiegelman reflexiona sobre la destrucción del sueño americano, la paranoia que se instala en la población y no ahorra críticas a la administración Bush. Es otra manifestación de cómo Spiegelman propone el arte como la mejor herramienta para superar los traumas de la catástrofe y la guerra. Las novelas gráficas e historietas de Art Spiegelman son  mucho más que entretenimiento; sus historias son historias de la Historia con mayúscula.
Maus

domingo, 15 de marzo de 2015

El retorno de los putrefactos

 Los putrefactos fue uno de los escasísimos trabajos conjuntos de Salvador Dalí y Federico García Lorca, realizado durante la época en que ambos convivieron, junto a Luis Buñuel y Pepín Bello entre otros, en la Residencia de Estudiantes de Madrid. En aquel momento el libro no llegó a ver la luz, pues si bien el pintor entregó las ilustraciones y caricaturas que le correspondían, el poeta granadino se limitó a completar los textos y comentarios que las acompañaban y no escribió el prólogo al que se había comprometido. Fue ya en 1995 cuando la mentada institución y la Casa Museo Federico García Lorca de la Huerta de San Vicente publicaron al fin la obra y organizaron una exposición de originales y documentos que pudo visitarse en Madrid y Granada. En aquella edición incluyó la directora de la Huerta de San Vicente la dedicatoria que aquí reproduzco.


Dedicatoria de Los putrefactos por Laura García Lorca
Según la despiadada -más que irónica- visión de Lorca y Dalí, putrefactos son los anticuados, cursis, retrógrados, blandos y patéticos -los que hoy  llamaríamos casposos-. Por eso mismo el título de este artículo no es adecuado: los putrefactos no han regresado ni están de vuelta, porque nunca se han ido; siempre han estado entre nosotros. Putrefacta entre putrefactos fue la España de la dictadura franquista, un régimen asentado en la corrupción y el robo, que apestaba a cerrado y sacristía -como la definió y la anticipó Machado-, a pies de gris -como se quejaba el Jarabo que interpretó Sancho Gracia para Juan Antonio Bardem y Pedro Costa; aquella España con los hombros cubiertos de caspa de militar chusquero, embadurnada de beatería y del conservadurismo interesado de quienes tenían muchos privilegios heredados que defender.    También esta democracia de hoy está plagada de putrefactos; cada mañana desayunamos con nuevos casos de putrefacción de todos los colores, sean populares valencianos y mallorquines o socialistas andaluces ERE que ERE, con cospedales y blesas, con Betis y Osasuna, estamos lo bastante entretenidos para no precisar echar la vista atrás, ni acordarnos de Soficos, Matesas o aceites de Redondela; para ilustrarnos nos bastan las fotografías de prensa o las imágenes de los noticieros; no nos hacen falta aquellas caricaturas de  trovadores cubistas y lectores de La Veu de Catalunya, pero ¡que grande es repasar tanta genialidad y mala uva!
Ni Picasso se libró de las puyas de Lorca y Dalí