viernes, 21 de noviembre de 2014

Truman Capote, el chafardero indomable

Unánimemente se considera al escritor norteamericano Truman Capote (1924-1984) un maestro que en la novela y el relato dominó por igual los resortes de la ficción y la no-ficción que, sobre todo con su más famosa obra, A sangre fría, sentó las bases del conocido como nuevo periodismo, ese terreno pantanoso donde reportaje y novela llegan a confundirse, a veces con resultados asombrosos en literatura, como algunas novelas -no todas- de Tom Wolfe y casi toda la obra de Gay Talese, y otras veces fallidos -Nuestra pandilla de Philip Roth-.

Truman Capote podía ser un transgresor -en lo estilístico con A sangre fría o en lo moral con Plegarias atendidas-, pero también un cotilla de muy mala baba, como demuestra en lo más parecido a unas memorias que escribió, Los perros ladran: Personajes públicos y lugares privados. En la actualidad es frecuente que los programas televisivos de cotilleo tengan como invitado, o incluso como presentador, a un homosexual que hace las veces de bufón de una corte de famosos y famosas a quienes a veces no duda en destripar verbalmente, para regocijo del público, aunque sin hacer demasiado daño a un establishment en el que en el fondo se mueve  encantado como pez en el agua. Boris Izaguirre y Jorge Javier Vázquez son dos buenos ejemplos en este país. Pero hay que tener en cuenta que hasta Capote el chafardeo en los media se iba a los dos extremos: por un lado la prensa amarilla -e incluso extorsionadora- y por otro esos programas de radio extremadamente light que Woody Allen rememoraba en Radio days (1987) en los que un pretendido matrimonio comentaba las fiestas y merendolas con la alta sociedad y el famoseo a las que decían haber asistido el día anterior, lo guapa que iba fulanita o la elegancia y simpatía de menganito, algo así como hoy el programa Corazón pero sin divorcios ni disputas por herencias. Pero no se engañen, Los perros ladran no es un libro de cotilleos; contiene memorias de infancia y juventud, relatos de viajes centrados en el costumbrismo y momentos tan hermosos como el encuentro del autor con Collette; su faceta más cotilla la concentra en el capítulo de dicado a Hollywood. Capote no cita los nombres sino las iniciales de actores y actrices y aprovecha para burlarse del culto al dinero de los norteamericanos, que miden el valor de las cosas por su precio, y de una ciudad tan artificial que parece diseñada por y para niños pero en la que no se ven niños. Truman Capote sabía convertir el cotilleo en arte.
Portada de Los perros ladran

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Hagamos mucho ruido para que no se oiga lo que dice la gente (Nuevo homenaje a Cataluña, y a Canarias ya que pasaba por allí)

Se me recriminará opinar a toro pasado, no hablar hasta varios días después de lo ocurrido el 9 de noviembre, pero creo que no tenía por qué hacerlo. No soy catalán, ni residente ni en la diáspora, ni estoy en las filas de los poderosos que podían -debían- sentirse aludidos. Creo que lo sucedido el domingo en Cataluña fue una fiesta de participación aunque no se parecía ni de lejos a lo que debía haber sido: un referéndum con todas las de la ley como el de Escocia hace unas semanas y como los realizados antes en Québec, con todas sus consecuencias jurídicas. Pero la intransigencia de un poder central que esgrimía la Constitución y el statu quo  de 1978 como si fueran tablas de la Ley -y con ese poder me refiero al bipartito, que tanto monta...- impidió que fuera así, apoyados en esa cámara de horrores que es el Tribunal Constitucional, perros cancerberos del inmovilismo de las leyes nombrados por los partidos que las dictaron.

Y si unos con sus amenazas y su legalismo a ultranza negaron a la ciudadanía catalana su derecho a decidir su futuro, desde la otra trinchera, con tal de salvar la cara, lo redujeron a una pantomima sin más valor que el simbólico y sin garantías, simple derecho al pataleo. Todos han intoxicado con mentiras y medias verdades: desde el nacionalismo español identificando el ansia de decidir con el independentismo -con ello alimentaban al segundo, pero eso lo negarán y lo interpretarán como daño colateral-; obvian así que cabían posicionamientos personales como el de Duran i Lleida y como el de la veterana Mercè Bel. Ambos son pruebas de que la doble pregunta y la variedad de opciones hacían al referéndum catalán más democrático que el escocés. Cuando el president Lluis Companys proclamó el stat Catalá lo inscribía dentro de una República Federal Española que nunca existió, fíjense si había alternativas diferentes,  Desde el otro lado se utilizó el victimismo, el agravio y el Espanya ens roba.

En los
dos bandos se trataba de hacer ruido, ruido nacionalista para silenciar el paro, los recortes y los Pujoles, y ruido españolista para que no se constate la corrupción y la descomposición de un régimen moribundo. Mucho me temo que todo este ruido no ha cambiado nada. Como días antes, días después se sigue dinamitando cualquier posible avance. El govern de la Generalitat no sabe por donde tirar y agita el espantajo de unas elecciones adelantadas en las que triunfará la secesión -yo no tengo nada claro que las fuerzas independentistas sumen una mayoría suficiente que además deje de lado la lucha de clases-; mientras tanto una fiscalía dirigida desde el poder prepara acciones punitivas contra el president y los consellers al igual que las fuerzas de la Una, Grande y Libre -UPyD, ciutadan's, Vox, sectores del PP y la prensa heredera de El Alcázar- se quejan de que la policía no se incautara de las urnas y de que los tanques no entraran por la Diagonal -antes Avenida del Generalísimo-. Su actitud se asemeja a la de los protagonistas del único incidente del 9-N, los neofascistas encapuchados que entraron en un centro de votación de Girona para destrozar urnas y papeletas. Yestá también el caso de Canarias, donde el gobierno de Rajoy y los jueces guardianes de las esencias se han lanzado en tromba para impedir que la ciudadanía decida entre su modelo turístico y ambiental y las prospecciones petrolíferas promovidas por Repsol y su ministro amaestrado. ¿Por qué tanto miedo a la gente y a que ésta se exprese libremente? Ya se está impartiendo formación al ejército para sofocar revueltas ciudadanas,  pero a algunos no les basta ¡donde se ponga una guerra civil como Dios manda!

lunes, 3 de noviembre de 2014

Este blog lo hizo años antes que "La Tuerka"



Menuda se ha montado con la aparición en La Tuerka, la televisión del eurodiputado Pablo Iglesias, que según tengo entendido sólo se capta en Vallecas, por la emisión de una parodia de supuesta disolución de un PP carcomido por la corrupción con pasamontañas y la puesta en escena de los antiguos comunicados de ETA. Los populares y las víctimas más victimistas, como Ortega Lara están que trinan por lo que consideran insultos intolerables a los asesinados, sus familias y un partido democrático. A estos nuevos indignados -antisistema los llamaría Elvira Lindo- les diré dos cosas: Primero, aunque no me cae bien La Tuerka y todos esos modernos tan antiguos que cambian la C por K, la parodia me  parece divertida y oportuna. Les recuerdo que algunos de los detenidos en la Operación Púnica están imputados por pertenencia a organización criminal, y no cuesta extender el concepto de banda de malhechores a los partidos a los que pertenecen y a que éstos no hayan querido incluir  en el Código Penal el delito de financiación ilegal, sus motivos tendrán. Y segundo, en este mismo blog publiqué hace casi tres años esta entrada, presidida por un fotomontaje en el que identificaba la lectura de un comunicado etarra con las ruedas de prensa posteriors a los consejos de ministros, siempre anunciantes y preludios de calamidades. Yesoy seguro de que de aquel artículo y de la sátira de La Tuerka no puede deducirse falta de respeto alguno a las víctimas del terrorismo.
Captura del sketch de la polémica
En cuanto al Partido Popular, a quien le pique que se rasque.