lunes, 11 de agosto de 2014

La escuela de los vicios

Mal oficio es mentir, pero abrigado;
eso tiene de sastre la mentira,
que viste al que la dice, y aun si aspira
a puesto el mentiroso, es bien premiado.
Francisco de Quevedo


Este mes de agosto he tenido ocasión de asistir, en el Festival Castillo de Niebla, a la representación de La escuela de los vicios, un espectáculo creado por Morfeo Teatro a partir de sonetos, escritos políticos y sátiras de Francisco de Quevedo. En la comedia un diablo -por supuesto cojuelo- capta a dos ambiciosos necios para que aprendan en su escuela de los vicios, la única en la que te pagan por estudiar y se obtienen títulaciones como bachiller en mentir, licenciado en engañar, doctor en hurtar y catedrático en medrar.

Con un tono que une el vodevil, un programa de El Intermedio y una chirigota de carnaval, el texto que Francisco Negro ha construido sobre las reflexiones de Quevedo no puede ser más vigente pues habla sobre la eterna presencia de la corrupción y el engaño en nuestras vidas y cómo estos vicios constituyen los cimientos y la argamasa del poder político y económico, si e que existen diferencias entre ambos poderes. Los protagonistas acaban por convertirse en ministros, magistrados y banqueros; se citan explícitamente el euro, la troika, la patria suiza del dinero y la tacañería de quienes negocian con el crédito, pero, lejos de acudir a chistes coyunturales, lo que encontramos son ácidas reflexiones sobre problemas y debilidades persistentes en el tiempo, no sólo en nuestro país aunque las referencias a España y su monarquía -la de los tiempos de Quevedo y la actual, el rey siempre se llama Felipe- son frecuentes. Al final se abren ventanas a la esperanza, mencionando un horizonte en el que el pueblo se adueña de su destino y se libra de sus poderosos parásitos.

El banquero
Puede parecer una obviedad pero la Historia y el presente de España ha estado y está en manos de aplicados alumnos de La escuela de los vicios, cuando no se han convertido ya en avezados licenciados, doctores y catedráticos de las artes del mentir, el robar y el medrar. De hecho exportar el modelo de La escuela de los vicios puede ser más rentable que cualquiera de las reformas y contrarreformas educativas con las que malgastamos tiempo, tinta y saliva. 
El  magistrado
Cada día desayunamos con una nueva corruptela, una vieja cacicada, una estafa o un abuso bancario. Quevedo nos explique con claridad como funcionan los engranajes de la máquina.
La ministra
Pero aunque sean historias bien conocidas no viene mal que una sabiduría como la de


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