sábado, 12 de abril de 2014

Bolivarianos

Están por todas partes, pero no son una plaga; deben existir aunque a veces resulten molestos. Se lo dijo Joselito el Gallo a Ortega y Gasset cuando se enteró de cómo se ganaba la vida y éste le explicó por encima en qué consistía eso de la filosofía: Tié que haber gente pa tó. En el pensamiento político de estos primeros años del Siglo XXI,  y creo que en todas las épocas, proliferan las mentalidades que siempre anteponen la repetición de consignas aprendidas al razonamiento. Cuidado algunos porque voy a dar donde más os duele; ya veo acumularse los apesta en las casillas de valoración de la entrada de más abajo. Además os tranquilizaré diciendo que aquí se publican, sin censurar, todos los comentarios que no sean spam. Por otra parte estoy acostumbrado; no sería la primera vez que lo publicado en un artículo me lleva a perder una amistad.

Será que los otros están más acostumbrados a mis críticas, lo cierto es que en casos de desavenencias graves como he citado los golpes siempre me han venido por la izquierda por poner en duda alguna de sus verdades de fe. Los llamo bolivarianos porque suelen coincidir en una admiración acrítica hacia la supuesta revolución fundada por Hugo Chávez en Venezuela y los gobiernos amigos del caribeño. No dudarían en maquillar la realidad y, como Chávez, repintar los retratos del libertador para transformar a aquel tipo calvo y achaparrado que inspiró la creación del Partido Conservador de Colombia en un apuesto héroe del progresismo. Sin salir de dicho país en conflicto silenciarán o tacharán de manipulación capitalista los informes de Amnistía internacional que hablan de violencia organizada desde el poder y la oposición contra el pueblo de Venezuela. Tampoco creerán aquel reportaje de El País que denunciaba las condiciones de semiesclavitud de los médicos cubanos en Venezuela, trabajando por menos de doscientos euros al mes. Recientemente el líder bolivariano manchego Cayo Lara criticaba con dureza a la Unión Europea por firmar un acuerdo de asociación con el gobierno de Ucrania surgido, dijo, de un golpe de Estado. Triste es que un autoproclamado revolucionario confunda una revuelta popular con un punch militar, aunque tal vez los límites no sean muy nítidos 
¿Acaso no fue un golpe de estado -revolucionario- lo que hizo posibles todos los gobiernos democráticos portugueses desde el 25 de abril de 1974 hasta hoy? Hay bolivarianos nostálgicos del imperio soviético que ven con envidia a Putin empujando las puertas doradas del Kremlin.

Quedándome en el bolivarismo de aquí, permítanme recordar una fecha, el pasado 22 de marzo. Aquel día confluyeron en Madrid las llamadas Marchas de la Dignidad que todos sabemos como acabaron. Los organizadores que no se molestaron en organizar ni un servicio de orden no tardaron en desvincularse de los elementos de extrema izquierda y derecha que convirtieron el final de la manifestación en actos de terrorismo urbano en los que hubo intentos de matar policías. Pero se lavaron las manos de lo sucedido y acudieron a las puertas de los juzgados para exigir la liberación de unos detenidos bajo acusaciones muy graves, llamando provocadores a los antidisturbios, sin una palabra de condena de la violencia. En muchos medios de comunicación durante los días siguientes la obsesión fue desvincular una manifestación pacífica de la violencia posterior, pero, lo siento, yo esa desvinculación no la veo tan clara. Aunque comprenda y apoye las causas económicas y sociales de las marchas, me chirrían las consignas bolivarianas coreadas y escritas en las pancartas y sigo sin entender qué pintaban allí las banderas cubanas. Los tentáculos de esa clase de izquierda llegan a todos los rincones. Buena la ha montado la bolivariana consejera andaluza de Fomento y Vivienda saltándose las listas de espera para conceder viviendas sociales a los okupas de la llamada Corrala Utopía, un acto mucho más demagógico y mediático que ocuparse de unos pobres anónimos y sin cara. La broma le ha costado un susto a la coalición de perdedores que gobierna Andalucía. Ya se sabe: quien con niños se acuesta...

 Yo por mi parte me aplico la consigna cantada por Kiko Veneno: Yo lucho, y después siempre me ducho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto es lo que hacen tus amigos en Ucrania:
http://www.principiamarsupia.com/2014/06/03/atrocidad-aerea-contra-civiles-en-europa-videos-y-analisis/
A ver si te atreves a publicar el comentario, ¡¡¡¡CENSOR!!!!