Monumento a la Serrana de la Vera, en las afueras de Garganta la Olla |
En la alta Extremadura, por Miravete y la Vera,
se pasea una serrana muy calada en su montera.
Ha encontrado un pastorcillo que jugaba a la rayuela -"Pastorcillo, pastorcillo, pacen bien hoy tus ovejas."
Si pacen bien o no pacen, qué cuidado tiene ella, que engañado lo ha cogido, que arrastrando se lo lleva,
pero no por un camino ni tampoco por veredas, que lo lleva por un monte más espeso que la selva.
Al llegar aun cerro alto, toparon seco a la cueva, y al llegar vio el pastorcillo mil huesos y calaveras.
-"Cuyos son aquestos huesos, por ende estas calaveras, de varones que he matado por estos valles y sierras,
como contigo he de hacer cuando mi voluntad sea."
Entretanto la serrana le mandó cerrar la puerta y el pastor, como era diestro, la dejó un poco entreabierta.
Se pusieron a cenar y la serrana dijera "Pastorcillo, pastorcillo, ¿sabes tocar la vihuela?"
"¿Qué no ha de saber tocar? y un rabel si se me diera", y en vez de quedar dormido, se quedó dormida ella,
y mirándola el pastor se echó de la puerta afuera.
Ya despierta la serrana, daba brincos cual gacela, y le aulla "pastorcillo, que la montera te dejas"
-"En mi pueblo hay mucho paño para hacer otra más nueva."
-"Pastorcillo, que tu cayada se queda" -"En Monfragüe hay mucho árbol para hacerme de otra buena."
-"Pastorcillo, pastorcillo, que te dejas una oveja." -"Aunque veinte me dejara, a por ellas no volviera, que vos sois un bicharraco cual cien víboras que uniera."
Con una piedra en una honda que pesaba libra y media, fue a buscar al pastorcillo, que una encina lo escondiera.
La serrana, que era hija de un pastor y de una yegua, sembró de miedo la tierra porque un noble la ofendiera.
Romance de la Serrana de la Vera (Anónimo)
Pero entre las tradiciones de esta comarca cacereña destaca el mito medieval de la Serrana de la Vera, aunque el romance que narra sus desventuras se extendió por toda la Península Ibérica en distintas versiones y aparece recogido repetidamente en la literatura, especialmente en el Siglo de Oro pero ya incluso el Arcipreste de Hita cita leyendas de serranas o mujeres montaraces.
La tradición atribuye la historia de la Serrana al pueblo de Garganta la Olla, uno de los más occidentales de la Vera. Se trata de una población de arquitectura muy bien conservada que en la actualidad no alcanza las 1050 almas. Destacan en sus calles la parroquia de San Lorenzo Mártir, del Siglo XVI, en cuyo coro puede contemplarse una poco habitual talla de María Magdalena, el barrio de la Huerta, la Casa de la Peña, un interesante Museo de la Inquisición y la Casa de la Muñeca, llamada así por el bajorrelieve de una muñeca esculpido en el arco de entrada. Fue ésta un burdel frecuentado por la guardia de Carlos V cuando el emperador se retiró al Monasterio de Yuste, situado a sólo una legua. Se distingue por el color añil de su fachada; es curiosa su proximidad, casi íntima vecindad, con la Casa Parroquial y en la actualidad esta vieja casa de lenocinio se dedica a la venta de productos autóctonos.
Se suele identificar a la Serrana con Isabel, la hija del potentado don Pedro de Carvajal, vecino de Garganta la Olla. Iba a casar Isabel con un sobrino del obispo de Plasencia, pero antes de la boda el joven la deshonró. No explica la historia si por deshonra se entiende una violación o si, como parece más creíble el joven la abandonó para que la relación entre ambos no obstaculizara la carrera eclesial que pensaba emprender. Las influencias del muchacho permitieron que su afrenta quedase impune e Isabel de Carvajal, desengañada de la justicia y desesperada, renunció a su vida acomodada y, literalmente, se echó al monte. Entonces surge el mito de la Serana, una temible amazona que encontró refugio en una cueva de la Sierra de Tormantos, al Norte del pueblo. Armada de una honda, o una ballesta o un trabuco, según la versión que se elija, la Serrana acechaba a pastores, arrieros, soldados o a cualquier varón que se aventurara por aquellos pagos, lo engatusaba con sus encantos o con zalamerías y lo levaba hasta su cueva, donde lo gozaba, lo emborrachaba y finalmente lo asesinaba para guardar sus huesos en la cueva. Algunas fuentes sostienen que la Serrana llegaba a devorar a sus víctimas, pero esta versión es muy marginal; en lo que todos coinciden es en que el hallazgo en la gruta de calaveras y huesos humanos fue la prueba de cargo que sirvió al Santo Oficio para condenar a Isabel a morir en la horca. Su infortunio comenzó en la ocasión en que se topó con un pastorcillo que llevaba un hato de leña. Procedió como habitualmente y lo acompañó a su guarida, pero el muchacho, muy avispado, dejó una puerta entreabierta mientras hacían el amor, no se dejó emborrachar y fue él quien durmió a la mujer, momento que aprovecho para escapar, perseguido por la Serrana pero desoyendo sus amenazas y súplicas. La gruta de la Serrana estaría en las inmediaciones del Salto del Gitano, entre Garganta y Piornal, donde fue prendida.
Evidentemente que se tratara de una criatura híbrida de hombre y yegua y tuviera fuerza sobrehumana es pura fantasía, pero cualquier
gargantino mantendrá que la de la Serrana fue una historia real, e incluso te mostrará la Casa de los Carvajal, en el barrio de la Huerta. Cada primera semana de agosto, durante las fiestas locales, en la Plaza Mayor de Garganta la Olla se representa el mito de la Serrana de la Vera en distintas formas, un año con la simple lectura del romance, otros con completas dramatizaciones de la leyenda.
Para muchas feministas Isabel es un ejemplo de rebelión contra las instituciones patriarcales y la Serrana de reivindicación del derecho a decidir sobre el propio cuerpo y a elegir las relaciones con los hombres, aunque sólo las más radicales aplaudirían su conducta de mantis religiosa. Realidad histórica mitificada o mito transformado en realidad historificada, sea como fuere no me negarán que es una bonita historia.
Casa de la Muñeca en Garganta la Olla |
Se suele identificar a la Serrana con Isabel, la hija del potentado don Pedro de Carvajal, vecino de Garganta la Olla. Iba a casar Isabel con un sobrino del obispo de Plasencia, pero antes de la boda el joven la deshonró. No explica la historia si por deshonra se entiende una violación o si, como parece más creíble el joven la abandonó para que la relación entre ambos no obstaculizara la carrera eclesial que pensaba emprender. Las influencias del muchacho permitieron que su afrenta quedase impune e Isabel de Carvajal, desengañada de la justicia y desesperada, renunció a su vida acomodada y, literalmente, se echó al monte. Entonces surge el mito de la Serana, una temible amazona que encontró refugio en una cueva de la Sierra de Tormantos, al Norte del pueblo. Armada de una honda, o una ballesta o un trabuco, según la versión que se elija, la Serrana acechaba a pastores, arrieros, soldados o a cualquier varón que se aventurara por aquellos pagos, lo engatusaba con sus encantos o con zalamerías y lo levaba hasta su cueva, donde lo gozaba, lo emborrachaba y finalmente lo asesinaba para guardar sus huesos en la cueva. Algunas fuentes sostienen que la Serrana llegaba a devorar a sus víctimas, pero esta versión es muy marginal; en lo que todos coinciden es en que el hallazgo en la gruta de calaveras y huesos humanos fue la prueba de cargo que sirvió al Santo Oficio para condenar a Isabel a morir en la horca. Su infortunio comenzó en la ocasión en que se topó con un pastorcillo que llevaba un hato de leña. Procedió como habitualmente y lo acompañó a su guarida, pero el muchacho, muy avispado, dejó una puerta entreabierta mientras hacían el amor, no se dejó emborrachar y fue él quien durmió a la mujer, momento que aprovecho para escapar, perseguido por la Serrana pero desoyendo sus amenazas y súplicas. La gruta de la Serrana estaría en las inmediaciones del Salto del Gitano, entre Garganta y Piornal, donde fue prendida.
Evidentemente que se tratara de una criatura híbrida de hombre y yegua y tuviera fuerza sobrehumana es pura fantasía, pero cualquier
Talla de María Magdalena en la parroquia de san Lorenzo Martir |
Represesentación de la leyenda de la Serrana. Garganta la Olla, agosto de 2011 |
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