miércoles, 23 de octubre de 2013

Las doctrinas, a los catecismos

Tribunal de Estrasburgo
Un país se levanta, izando la bandera de una santa indignación, contra la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que ordena dejar de aplicar la llamada doctrina Parot. Cincuenta años de asesinatos, algunos indiscriminados, tanta sangre y tanto dolor, hacen extensivo ese cabreo, tanto que no parece humano quien no lo comparta. Pero en estos días de justo enfado se nos olvidan algunas cosas importantes; entre las que se refieren al tribunal de Estrasburgo, que una decisión profundamente injusta como ésta puede ser escrupulosamente legal; entre las que nos afectan a nosotros, nuestros jueces y gobernantes ¿y si la norma estuviera equivocada? En primer lugar a todos se nos pasó la clara inconstitucionalidad de la retroactividad con que se ha estado aplicando la doctrina Parot, que choca con el artículo 9.3 de la vigente Carta Magna -La Constitución garantiza (..) la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales-. Es sabido que cuando entre la comisión de un delito y su juicio media un cambio de las normas -el Código Penal en estos casos- se aplica la más favorable al reo. Era lógico y razonable que, manteniendo un límite a las estancias en prisión - los treinta años de antes y los cuarenta de ahora son razonablemente duros-, las remisiones de tiempo y los beneficios penitenciarios se resten al total de la condena y no a esos límites, poniendo fin a esa tarifa plana que castigaba igual un crimen que veinte. Pero un motivo que hacía insostenible la doctrina Parot era precisamente su condición de doctrina, es decir, de práctica que tiende a ser consuetudinaria. No, su espíritu y sus justos objetivos debían plasmarse , explicitamente y por escrito,en las propias normas.



Atentado a la casa cuartel de Zaragoza, 1987
Por último lo más absurdo de dicha doctrina es su aplicación a unos casos excepcionales y no a todo tipo de convictos. En una democracia no se pueden cometer delitos políticos; por tanto todos los presos son presos comunes y deben ser tratados por igual. Pero los sucesivos gobiernos socialistas y populares se han empeñado en colocar la lucha contra el terrorismo en una situación de excepcionalidad, al margen del combate contra el crimen en general y la han situado a merced de contiendas y vaivenes políticos. Ni tanto ni tan calvo; ni podemos dar por muerta ni vencida a ETA, que se limitó a anunciar el cese de las acciones ofensivas, reservándose el derecho a mantener sus arsenales y a financiarse, ni aplaudir engendros como la Ley de Partidos o el cierre de medios de comunicación como Egin y Egunkaria. Es paradójico que la misma formación que repetidamente se ha negado en el Parlamento a condenar la dictadura de Franco ande exigiendo a otros condenas explícitas de la violencia. Cuántas veces la excepcionalidad ha sido contraproducente. La dispersión de los presos de ETA pudo tener fines estratégicos en su momento, pero hoy es un sinsentido que da alas a sus afines. Cualquiera que haya contemplado las manifestaciones silenciosas con las fotografías de los reclusos que salen cada jueves del casco viejo de San Sebastián es consciente del poder propagandístico que para la izquierda abertzale tienen los presos. Es un error reservarse su acercamiento a cárceles vascas como carta en la manga para una eventual negociación; debería sencillamente cumplirse la Ley, que establece que las condenas de cárcel se cumplan cerca del domicilio del interesado. El victimismo es el mejor alimento del nacionalismo, lo necesita; ¿qué harían muchos en Euskadi si de repente tuvieran que competir por el trabajo y la subsistencia con docenas de recién llegados totalmente libres? ¿Entraría Marruecos en Ceuta y melilla si España abandonara esas colonias, o preferiría mantener la válvula de escape económica que supone el contrabando y el trapicheo con ambas ciudades?


No sólo la clase política cae en errores y necedades en este asunto; no se libra la judicatura. Es comprensible el enfado de la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Ángeles Pedraza, con la Audiencia Nacional, que tardó pocas horas en reunir su pleno para aplicar la sentencia de Estrasburgo y excarcelar a la etarra Inés del Río, condenada a casi cuatro mil años de cárcel, en un país donde los casos judiciales mueren de aburrimiento y los instructores padecen síndrome de Diogens acumulando ex pedientes de cientos y miles de folios.

Insisto, en la excepcionalidad está el problema. Háganse leyes justas que castiguen los daños a la vida por encima de los daños a la propiedad y entre éstos más a los cometidos desde posiciones de poder que a los de subsistencia. Para cuando las víctimas pertenezcan a las fuerzas de seguridad o representen a los poderes de la Administración ya existe el delito de atentado a la autoridad, que se va extendiendo a profesionales sanitarios y educadores. Dejemos las doctrinas a los catecismos.
Henri Parot, en cuyo honor fue bautizada una doctrina legal



miércoles, 16 de octubre de 2013

Don Cristobal en las bodas de Camacho ...y en la cueva de Montesinos

En numerosas ocasiones nuestros dirigentes nos han acusado de haber vivido en unas interminables bodas de Camacho que un buen día se acabaron -ya saben, aquel socorrido por encima de nuestras posibilidades-. Parte de razón no les faltaba, aunque ellos fueran los primeros en participar en banquetes y comilonas y en jalear el vivan los novios, indiferentes a si la bella Quiteria elegía a Camacho el rico o se contentaba con Basilio el pobre. Lo lamentable es que ahora el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas de España pretenda invertir el orden natural de las aventuras caballerescas y, desde el fondo de la cueva de Montesinos sueñe o alucine que lo que nos aguarda son unas nuevas bodas de Camacho aún más espléndidas y generosas que las celebradas en Munera. El ingenioso hidalgo don Cristobal de Jaén quiere que todos seamos partícipes de su vesanía y veamos salarios que crecen moderadamente donde sólo hay pecunios que menguan y recortes, aunque eso le cueste posteriores rectificaciones.

No parece reparar don Cristobal en que aquellas famosas nupcias acabaron en tragedia, simulada, eso sí, y en burla. Ándese con ojo, maese Montoro, no sea que a la vuelta de la esquina aceche el monstruo que nos ha de despedazar, y que la luz al final del túnel sea la de los faros de un camión sin frenos que se aproxima a toda velocidad. Asegúrese de que la sinpar Dulcinea es en verdad hermosa princesa y no zafia aldeana, baja, regordeta y maloliente. Por favor, déjese de una vez de encantamientos y juegos de manos.

martes, 8 de octubre de 2013

Playlist nº 43: Carcoma, sangre y ruinas

Detroit, hoy
Hablemos de ciudades antes grandes y hoy sumidas en la crisis y la decadencia -Motor City is Burning-. Hablemos de pueblos condenados al abandono y la agonía -Pueblo Blanco-. Hablemos de bancarrota y ruina -Armagideon Times-; de noches antes rutilantes y hoy pobladas por sombras -Saturday Night in the City of Dead-; de cuando la ruina está en nuestro interior -Desert Cities of the Heart-. Y sigamos discutiendo si My City of  Ruins se refiere a la Nueva York post11-S -cuando fue escrita- o a la decadencia económica y urbana de Jersey City, Detroit u otras grandes ciudades del pasado. Pongamos que hablo de ruinas.

1. Portico Quartet: Ruins
2. Joan Manuel Serrat: Pueblo Blanco
3. Cream: Desert Cities of the Heart
4. Mina: Città Vuota
5. The Pogues: Dirty Old Town
6. Siniestro Total: Despedida y Cierre
7. Ultravox: Saturday Night in the City of Dead
8. Richard Hawley: Ashes on the Fire
9. R.E.M.: It's the End of the World (As We Know It)
10. The Clash: Armagideon Time
11. MC5: Motor City is Burning
12. Remate: Mrs. Bankrupt
13. Elvis Costello: A Town Called Big Nothing
14. Smokey Robinson: My World is empty Now
15. Bruce Springsteen: My City of Ruins




viernes, 4 de octubre de 2013

La Serrana de La Vera, una leyenda feminista

Monumento a la Serrana de la Vera, en las afueras de Garganta la Olla

En la alta Extremadura, por Miravete y la Vera,
se pasea una serrana muy calada en su montera.
Ha encontrado un pastorcillo que jugaba a la rayuela -"Pastorcillo, pastorcillo, pacen bien hoy tus ovejas."
Si pacen bien o no pacen, qué cuidado tiene ella, que engañado lo ha cogido, que arrastrando se lo lleva,
pero no por un camino ni tampoco por veredas, que lo lleva por un monte más espeso que la selva.
Al llegar aun cerro alto, toparon seco a la cueva, y al llegar vio el pastorcillo mil huesos y calaveras.
-"Cuyos son aquestos huesos, por ende estas calaveras, de varones que he matado por estos valles y sierras, 
como contigo he de hacer cuando mi voluntad sea."
Entretanto la serrana le mandó cerrar la puerta y el pastor, como era diestro, la dejó un poco entreabierta.
Se pusieron a cenar y la serrana dijera "Pastorcillo, pastorcillo, ¿sabes tocar la vihuela?"
"¿Qué no ha de saber tocar? y un rabel si se me diera", y en vez de quedar dormido, se quedó dormida ella,
 y mirándola el pastor se echó de la puerta afuera.
Ya despierta la serrana, daba brincos cual gacela, y le aulla "pastorcillo, que la montera te dejas"
-"En mi pueblo hay mucho paño para hacer otra más nueva."
-"Pastorcillo, que tu cayada se queda" -"En Monfragüe hay mucho árbol para hacerme de otra buena."
-"Pastorcillo, pastorcillo, que te dejas una oveja." -"Aunque veinte me dejara, a por ellas no volviera, que vos sois un bicharraco cual cien víboras que uniera."
Con una piedra en una honda que pesaba libra y media, fue a buscar al pastorcillo, que una encina lo escondiera.
La serrana, que era hija de un pastor y de una yegua, sembró de miedo la tierra porque un noble la ofendiera.
Romance de la Serrana de la Vera (Anónimo)

La Vera es una comarca nororiental de Extremadura, en la provincia de Cáceres, limitada al Oeste por el Valle del Jerte, al Este por la provincia de Ávila en Castilla y León, por el Norte con la Sierra de Gredos y termina al Sur en el río Tiétar, en el que desaguan las numerosas gargantas -arroyos con fondos rocosos que forman piscinas naturales- que atraviesan de Norte a Sur y refrescan la comarca. En la actualidad su principal fuente de ingresos es el turismo rural y de naturaleza. La gastronomía de la Vera es corta pero muy atractiva, destacando su famoso pimentón y el queso llamado torta del casar, habitual en la zona aunque proveniente de la cercana Sierra de Montánchez.

Pero entre las tradiciones de esta comarca cacereña destaca el mito medieval de la Serrana de la Vera, aunque el romance que narra sus desventuras se extendió por toda la Península Ibérica en distintas versiones y aparece recogido repetidamente en la literatura, especialmente en el Siglo de Oro pero ya incluso el Arcipreste de Hita cita leyendas de serranas o mujeres montaraces.

La tradición atribuye la historia de la Serrana al pueblo de Garganta la Olla, uno de los más occidentales de la Vera. Se trata de una población de arquitectura muy bien conservada que en la actualidad no alcanza las 1050 almas. Destacan en sus calles la parroquia de San Lorenzo Mártir, del Siglo XVI, en cuyo coro puede contemplarse una poco habitual talla de María Magdalena, el barrio de la Huerta, la Casa de la Peña, un interesante Museo de la Inquisición y la Casa de la Muñeca, llamada así por el bajorrelieve de una muñeca esculpido en el arco de entrada. Fue ésta un burdel frecuentado por la guardia de Carlos V cuando el emperador se retiró al Monasterio de Yuste, situado a sólo una legua. Se distingue por el color añil de su fachada; es curiosa su proximidad, casi íntima vecindad, con la Casa Parroquial y en la actualidad esta vieja casa de lenocinio se dedica a la venta de productos autóctonos.
Casa de la Muñeca en Garganta la Olla

Se suele identificar a la Serrana con Isabel, la hija del potentado don Pedro de Carvajal, vecino de Garganta la Olla. Iba a casar Isabel con un sobrino del obispo de Plasencia, pero antes de la boda el joven la deshonró. No explica la historia si por deshonra se entiende una violación o si, como parece más creíble el joven la abandonó para que la relación entre ambos no obstaculizara la carrera eclesial que pensaba emprender. Las influencias del muchacho permitieron  que su afrenta quedase impune e Isabel de Carvajal, desengañada de la justicia y desesperada, renunció a su vida acomodada y, literalmente, se echó al monte. Entonces surge el mito de la Serana, una temible amazona que encontró refugio en una cueva de la Sierra de Tormantos, al Norte del pueblo. Armada de una honda, o una ballesta o un trabuco, según la versión que se elija, la Serrana acechaba a pastores, arrieros, soldados o a cualquier varón que se aventurara por aquellos pagos, lo engatusaba con sus encantos o con zalamerías y lo levaba hasta su cueva, donde lo gozaba, lo emborrachaba y finalmente lo asesinaba para guardar sus huesos en la cueva. Algunas fuentes sostienen que la Serrana  llegaba a devorar a sus víctimas, pero esta versión es muy marginal; en lo que todos coinciden es en que el hallazgo en la gruta de calaveras y huesos humanos fue la prueba de cargo que sirvió al Santo Oficio para condenar a Isabel a morir en la horca. Su infortunio comenzó en la ocasión en que se topó con un pastorcillo que llevaba un hato de leña. Procedió como habitualmente y lo acompañó a su guarida, pero el muchacho, muy avispado, dejó una puerta entreabierta mientras hacían el amor, no se dejó emborrachar y fue él quien durmió a la mujer, momento que aprovecho para escapar, perseguido por la Serrana pero desoyendo sus amenazas y súplicas. La gruta de la Serrana estaría en las inmediaciones del Salto del Gitano, entre Garganta y Piornal, donde fue prendida.

Evidentemente que se tratara de una criatura híbrida de hombre y yegua y tuviera fuerza sobrehumana es pura fantasía, pero cualquier
Talla de María Magdalena en la parroquia de san Lorenzo Martir
gargantino mantendrá que la de la Serrana fue una historia real, e incluso te mostrará la Casa de los Carvajal, en el barrio de la Huerta. Cada primera semana de agosto, durante las fiestas locales, en la Plaza Mayor de Garganta la Olla se representa el mito de la Serrana de la Vera en distintas formas, un año con la simple lectura del romance, otros con completas dramatizaciones de la leyenda.

Represesentación de la leyenda de la Serrana. Garganta la Olla, agosto de 2011
Para muchas feministas Isabel es un ejemplo de rebelión contra las instituciones patriarcales y la Serrana de reivindicación del derecho a decidir sobre el propio cuerpo y a elegir las relaciones con los hombres, aunque sólo las más radicales aplaudirían su conducta de mantis religiosa. Realidad histórica mitificada o mito transformado en realidad historificada, sea como fuere no me negarán que es una bonita historia.