sábado, 30 de marzo de 2013

Kim, apunta los misiles a Ibiza

Veo en un reportaje en televisión que la llaman  la  isla del dinero. ¡Mardito parné!. Y  me entero de que quienes manejan el negocio turístico de ese infecto paraíso son el exministro de Aznar Abel Matutes y su familia,  y sus mejores clientes los multimillonarios rusos , la oligarquía de siempre atendiendo a los nuevos oligarcas a costa del sudor de los  pringados de siempre, veinteañeros que tienen lo  que se merecen, pues podrían huir del paro  de la península, sobre todo si son universitarios, hacia unos buenos sueldos en Europa, si no  estuviesen deslumbrados por el brillo de la hojalata y la falsa modernidad del lujo más obsceno -y siempre ajeno- y la barahunta electrónica, sordos por  los alaridos de David  Getta y otros pinchadiscos incapaces que se hacen pasar por artistas, tan modernos que han de recurrir a la música disco del siglo pasado para levantar a las masas. Matutes y los suyos  nos venden  Ibiza como alternativa civilizada y creadora de  riqueza al turismo beodo de Salou, cuando ambos son igual de nocivos. Me parece insignificante que se preocupen por una eventual secesión de Cataluña  cuando a la indisoluble unidad de España lo que le sobra es esa isla mediterránea. Es el momento, Un, de descargar sobre ella toda tu fuerza atómica, de hacerles a todos correr como los conejos  que dan nombre a una de las Pitiusas. El  hambre de  los norcoreanos no te perdonaría que malgastases tu carísima fuerza nuclear teniendo un objetivo tan claro, dándole además al capitalismo en toda la boca. Lanza un ataque naval contra los cruceros de Balearia y hazles compartir destino con la armada francoespañola en Trafalgar. Es hora de hacer limpieza, brillante camarada.

domingo, 24 de marzo de 2013

Una mierda de Baltasar


Durante mi infancia en Huelva la única, o al menos la más conocida, tienda de artículos de broma era Baltasar. Situada en la calle entonces llamada  18 de Julio -hoy Berdigón-, su  producto estrella era la mierda de Baltasar, un realista  y popular zurullo de plástico.   Como otros establecimientos de su ramo sucumbió,  no por la crisis -no aguantó tanto-, sino por ell cambio de costumbres  y la competencia del progreso tecnológico.  Por tanto, no llegó a tiempo de suministrar la tinta invisible con la que se imprimen hoy los programas de los partidos políticos, para que en cuanto  se ganan unas elecciones, no quede memoria de las falsas promesas sobre las que se construyó la victoria.

La desaparición de  Baltasar será la excusa de que no sea una mierda de plástico, sino un  zurullo auténtico, tierno y oloroso, el que propongo regalarles   a los detentores de ese poder basado en mentiras,  a quienes  no dudan en  hacer caer el peso de la mentira sobre los muertos, quienes se    empeñan en cerrar los ojos, y que todos  los cerremos, cuando se anuncia tormenta, o a quienes ejercen impunemente el derecho de pernada sobre los pueblos y se apoyan con prepotencia en la Ley para saquearlos.