domingo, 29 de enero de 2012

Tercer poder


Vaya con el verso suelto del PP. De ser Ruíz Gallardón más de derechas no quiero imaginar cómo habría sido la contrarreforma judicial que ha anunciado al poco de estrenarse de ministro. El ultragallardonazo llega con el prestigio de la Justicia española no ya por los suelos, sino siendo el hazmerreír internacional. Un baño de conservadurismo era lo que menos falta le hacía. Ya va sobrada.

No dejan en buen lugar esa independencia en nombre de la cual el exalcalde de Madrid justifica este retorno al pasado ni las casi seguras condenas a Baltasar Garzón  -caído en una telaraña tejida por Federico Trillo y sus compañeros de ejercicios espirituales con puñetas- ni tampoco la absolución con faltas de ortografía de Camps y Costa. Recuerden cómo alardeaba el expresident de su compadreo con los jueces valencianos, aunque al final haya sido ese pueblo narcotizado que vota a corruptos el que le ha absuelto.

En esta contrarreforma el mayor paso atrás no es el cambio en la Ley del aborto, aún cuando un derecho de las mujeres lo reduzca a delito despenalizado. No lo es porque en la práctica en España el derecho al aborto ya está derogado “por lo civil; en cinco comunidades imponiendo el pago por adelantado, en tres no respetando la confidencialidad; en Navarra con la obligación de exiliarse para interrumpir un embarazo; en Madrid y Valencia no pagando a las clínicas concertadas y en toda España con la imposibilidad de abortar en los hospitales públicos para enriquecimiento de esas clínicas privadas.


No, veo más preocupante el fin del control legislativo de los jueces; la vuelta al sistema de elección corporativa de los órganos judiciales, que convierte a uno de los tres poderes de un Estado democrático en un colegio profesional, y en el que sólo la casta judicial intervendrá en la composición del CGPJ, el Constitucional, el Supremo y las Audiencias. ¿Qué candidaturas se presentarán a las elecciones a esos órganos, Magistrados de Cristo, Jueces por el Levítico, Franquistas Irredentos...? Sí, también están Jueces para la Democracia, pero a esos se les imputan unas prevaricaciones y adiós muy buenas.

Me da más miedo ese eufemismo de cadena perpetua que se aplicará a casos "que hayan alcanzado el máximo de reprochabilidad social", es decir, a partir de un determinado número de conexiones en directo con Ana Rosa y Juan y Medio, o de que algún familiar sin estudios de la víctima sea susceptible de asesorar al PP en materia penal, caso del reverendo Cortés. Me espanta que a los menores se les trate como delincuentes consumados ante una alarma social inexistente,cuando el número de delitos cometidos por niños es insignificante. Y me aterra esa Justicia a dos velocidades según puedas o no pagarla, justificada por un colapso que en parte provocan los políticos denunciándose entre sí.

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