Maestros de secano
Una viñeta cómica en una revista de economía dibuja una gráfica en la que, conforme la curva del paro va hacia arriba, más aún crece la del número de paisanos que se creen economistas. Aunque se puede entender que cuanto más graves sean los problemas que nos flagelan mayor será nuestro conocimiento sobre ellos, los maestros de secano –quienes pretenden saber de todo y todo lo ignoran- en materia económica, deportiva o científica proliferan conforme los medios de comunicación se hacen más accesibles: foros, comentarios a noticias, blogs...
Pero lo que anima al respetable a ejercer su legítimo derecho a opinar sobre todo lo opinable, aunque no tenga ni idea, es la insultante ignorancia que detecta entre los opinadores con carné, quienes tienen -¿Tenemos?, debo preguntarme- púlpito a su disposición y recetas para, ya metidos en harina económica, solucionar el paro o salir de la crisis; quienes repiten sin que les tiren tomates tópicos y mezquindades como los escuchados esta misma semana en varias tertulias radiofónicas: Los subsidios fomentan el paro, las subvenciones fomentan el fraude o quien recibe ayudas públicas vota al gobierno que se las proporciona.
Si el personal lee en una entrevista a Manuel Pizarro que "Lo primero para salir de la crisis es bajar nuestro nivel de vida" sabiendo que el ex número dos del PP dejó Endesa con una indemnización de 12 millones tras duplicarse el sueldo hasta los 3,2 millones y obtener cuatro millones más de la venta de acciones, se considerará con todo el derecho a decir pamplinas en público, además de darle dos yoyas al susodicho si se lo encuentra por la calle.
Si se mira en el espejo de la clase opinadora, uno puede proclamarse sociólogo por ver Gran Hermano, o ser capaz de determinar el momento exacto en el que un pegote de células es un ser vivo y en el que éste pasa a la categoría de ser humano o puede discutir a quienes predican catástrofes derivadas del cambio climático. Estos días brotan como setas los expertos en el funcionamiento interno del COI desentrañando las claves de por qué Madrid se ha librado del desvarío olímpico y serán los brasileños quienes vean cómo la pobreza, el narcotráfico, la inseguridad y la destrucción y saqueo de la Amazonia se vuelven invisibles ante la locura especuladora y faraónica de los cinco aros, la que no trajo más libertad a China, más igualdad a México ni un aire más limpio a Grecia.
El problema para los líderes de opinión se da cuando el personal sí sabe del tema, y aquí de fútbol la peña controla muchísimo. Por eso se rebelan los lectores de El País y los oyentes de la Ser cuando el capo Cebrián ordena zafarrancho contra el Gobierno. La gente sabe que esto va de fútbol y de beneficios multimillonarios relacionados con el balompié televisado y no se deja engañar.
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