lunes, 19 de mayo de 2008

3 días. El apocalípsis rural




Es tan sorprendente y deslumbra de tal manera el debut de Francisco Javier Fernández -triunfador en el Festival de Málaga- que da la sensación de que un cineasta que hasta ahora no había salido del largometraje ha absorbido y hecho confluir en algo así como la película total las dos grandes corrientes del mejor cine español: El amor por el fantástico de su generación, que con Amenábar, Plaza, Balagueró o Bayona ha logrado los mayores éxitos internacionales del cine hecho aquí, y la herencia realista de la generación del tardofranquismo y la Transición, la de las tragedias rurales y los ambientes opresivos. 3 días es la síntesis perfecta.

Se trata de una producción de Antonio Banderas y su socio Antonio Pérez, como lo fue la segunda película dirigida por el actor, la horrorosa El camino de los ingleses. Con ella comparte una fotografía manierista y quemada, mucho mejor adaptada aquí al ambiente agorafóbico que se pretende crear, y la música de Antonio Meliveo, brillante pero que, una vez más, subraya en exceso la acción.

Si nos atenemos a la sinopsis o al trailer la trama suena a ya vista muchas veces, pero es un guión poderosísimo el que desarrolla la historia de los tres días que le restan al planeta hasta que un gigantesco asteroide acabe sin esperanza posible con toda la vida. Ese apocalipsis por llegar va más allá del macguffin -he aquí una de las apuestas más arriesgadas- y tiene entidad como trama paralela que irrumpe en pildoras a través de los televisores en blanco y negro, los aparatos de radio desvencijados -la ambientación, aparatos, vestuario y vehículos, nos lleva a un lugar remoto de la Andalucía de secano en un tiempo indefinido pero que se parece mucho a los años setenta del siglo pasado-. Y aún con su importancia ese apocalipsis es una excusa para desarrollar un fascinante cruce de géneros con algo de drama redneck, terror con niños y psychokiller, policiaco a la española y retrato de personajes torturados por un pasado traumático. Como los personajes reciben fragmentariamente las pistas de lo que se le viene encima, nosotros vamos formando un puzzle con las pistas de su pasado que nos dan las conversaciones a media voz, los recortes de prensa, los objetos o la memoria dañada del protagonista, un excepcional Victor Clavijo que está a la altura -y más- de un contrincante del peso de Eduard Fernández. Las novelas de Cormac McCarthy, y muy especialmente la reciente La carretera, son una referencia no sé si voluntaria, al igual que cintas como el espléndido remake de Las colinas tienen ojos que dirigió Alexandre Aja.

Estilo poderoso, eficacia y economía de medios, o una solvencia en la puesta en escena rara vez vista en un debutante son otros grandes valores de una película modesta pero en la que los efectos especiales son tan creíbles como el andaluz que hablan los protagonistas -cosa que en El camino de los ingleses no lograba ni el sevillano Juan Diego-. El joven director cordobés maneja con sabiduría y contención unas elipsis que son esenciales para hacer avanzar la trama, huye del efectismo pero logra la espectacularidad y sabe rodar tanto los tiempos de calma tensa como los de acción desbordada, que de todo tiene 3 días.

Hacía mucho tiempo que no salía tan convencido de la proyección de una película española.


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